Un modelo
En 1987, un grupo de intelectuales europeos -Edgar Morin, Jacques Robin, Alberto Spreafico, Ren¨¦ Passet, Serge Moscovici, etc¨¦tera- creamos los Grandes Debates del Consejo de Europa, en cuyo marco Andr¨¦ Gorz, retomando la afirmaci¨®n de Deleuze de que en los pa¨ªses del Norte no cab¨ªa ya un totalitarismo de casco y botas, nos hizo ver que el peligro estaba en los procesos de regresi¨®n social y de sometimiento ideol¨®gico, que bajo la dominaci¨®n pol¨ªtica de Ronald Reagan y Margaret Thatcher y con el poderoso instrumento que representaban los think-tanks y las asociaciones evang¨¦licas de la Bible belt hab¨ªan lanzado e impuesto la doctrina y los valores de lo que se conoc¨ªa como la revoluci¨®n conservadora. Revoluci¨®n que dura y es el factor m¨¢s decisivo en la derechizaci¨®n del mundo.
Los microfascismos no son una amenaza, sino una realidad m¨²ltiple a la que oponerse
Hoy est¨¢ de moda pretenderse fil¨®sofo y cualquier literato, ensayista y funcionario de la comunicaci¨®n se disfraza y autotitula como tal, sin que ni su formaci¨®n ni su pr¨¢ctica lo justifiquen en modo alguno. No era el caso de Gorz, para quien la andadura filos¨®fica fue desde sus estudios iniciales y su temprana inmersi¨®n en la obra de Sartre, inevitable. Y as¨ª en los cuatro grandes campos tem¨¢ticos a los que dedic¨® atenci¨®n preferente: la ecolog¨ªa; el trabajo; los colectivos de base, en especial, el proletariado; las modalidades de la transformaci¨®n radical, reforma / revoluci¨®n, procede a una exploraci¨®n de sus fundamentos te¨®ricos, sin los que son ininteligibles. Los hechos, a?ad¨ªa, especialmente los pol¨ªtico-sociales, son resultados de un proceso productivo que hay que explorar. Por eso, para ¨¦l como periodista, una noticia enclaustrada en s¨ª misma, ideol¨®gicamente descontextualizada, es una an¨¦cdota sin sentido, cuando no una falsificaci¨®n de la realidad. Ese principio junto con su divisa "informar s¨®lo de lo que se conoce a fondo" los practic¨® de una manera ejemplar durante m¨¢s de 25 a?os primero en el semanario L'Express y luego, con el seud¨®nimo de Michel Bosquet en Le Nouvel Observateur, en cuya fundaci¨®n particip¨®.
La principal contribuci¨®n de Gorz a la reflexi¨®n social fueron sus an¨¢lisis sobre ecolog¨ªa pol¨ªtica que, desde la Cr¨ªtica del capitalismo cotidiano y la Cr¨ªtica de la divisi¨®n del trabajo, ambas en 1973, pasando por Ecolog¨ªa y Pol¨ªtica, en 1975, y Ecolog¨ªa y Libertad, en 1977, llegan a su brillante formulaci¨®n final en Capitalismo, Socialismo, Ecolog¨ªa, en 1991. Para ¨¦l, sin descuidar la protecci¨®n del medio natural y la urgencia de evitar todos los destrozos de nuestro planeta, lo decisivo es acabar con el imperialismo economicista especialmente en su versi¨®n productivista, que domina la ideolog¨ªa y el comportamiento p¨²blicos. Su enfrentamiento con el dogma tanto marxista como capitalista del primado de la producci¨®n, con el credo del crecimiento es frontal y permanente. Su impugnaci¨®n del beneficio y del dinero como medida de todas las cosas, la denuncia del marketing y su ¨²nico prop¨®sito de multiplicar nuestras falsas necesidades de consumo son componentes de una actitud que rechaza el uso de la modernizaci¨®n como justificante de todos los retrocesos sociales y reclama un nuevo modelo de sociedad. En Miserias del presente, riqueza de lo posible hace de la emancipaci¨®n, autonom¨ªa e igualdad sus coordenadas fundamentales, que deben funcionar como l¨ªmites infranqueables del ejercicio econ¨®mico para impedir la aparici¨®n de efectos destructores de la realidad en la que operan, esa contraproductividad econ¨®mica que Iv¨¢n Illich denunciaba con tanta contundencia.
Porque si el macrofascismo es poco probable en nuestras sociedades occidentales, los microfascismos no son una amenaza sino una realidad m¨²ltiple, a las que hay que oponer, desde lo social y lo cotidiano, una legi¨®n de microrresistencias. Todo lo cual es incompatible con el esforzado credo de Sarkozy de m¨¢s trabajo y m¨¢s producci¨®n a cualquier costo. De hecho, el partido ¨²nico de la democracia que el presidente franc¨¦s ha impuesto en su pa¨ªs -derecha, izquierda y centro todos juntos y hermanados- exig¨ªa para su programa y ejercicio el mismo prodigioso ecumenismo que hab¨ªa introducido en su organizaci¨®n. Porque consagrar al mismo tiempo el triunfo del ecologismo, como se pretende en la Operaci¨®n Grenelle del medio ambiente y llamar a rebato en favor del trabajo y del crecimiento sin cuento es un hermoso juego de prestidigitaci¨®n pol¨ªtica, una milagrosa conciliaci¨®n de antagonismos. Aunque como se sabe los milagros no tienen el futuro garantizado.
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