Ojo con los laureles

De los 14 conciertos de abono de la temporada "Oto?o 2007", la mitad corresponden a la Orquesta de Valencia. Y se han vendido los 1138 abonos disponibles. En el primer concierto, adem¨¢s, el p¨²blico abarrot¨® el resto de localidades. Todo ello, unido a la creciente afluencia de gente y el inter¨¦s que despierta la actuaci¨®n de la orquesta decana, revela, sin duda, el progreso en la calidad de sus interpretaciones, forjado a?o tras a?o con el esfuerzo de los profesores y el de sus ¨²ltimos titulares (Manuel Galduf, Miguel A. G¨®mez Mart¨ªnez y, actualmente, Yaron Traub).

Una sala llena y un aplauso asegurado, sin embargo, tienen muchos riesgos. El primero, dormirse en los laureles, olvidando que la competencia contin¨²a: por un lado, con las orquestas extranjeras que siguen visitando el Palau de la M¨²sica, aunque su n¨²mero y su renombre haya descendido palpablemente esta temporada. Y, por otro, con la casi reci¨¦n nacida orquesta del Palau de les Arts que, a pesar de su biso?ez, suena de maravilla. As¨ª pues, parece imprescindible la batalla para paliar d¨¦ficits reiterados y profundizar en los logros conseguidos. Entre los ¨²ltimos, cabe citar la belleza en el sonido de la cuerda (especialmente de la cuerda grave), as¨ª como un mayor acercamiento al contenido expresivo de cada partitura. Entre los primeros, el necesario refinamiento sonoro de algunos instrumentistas de viento, la eliminaci¨®n de los desajustes y la imprescindible transparencia que requiere el repertorio del siglo XVIII. Objetivo, este ¨²ltimo, que exigir¨ªa una importante inclusi¨®n de Mozart y Haydn en la programaci¨®n, terap¨¦utica infalible para que esa transparencia brille luego, tambi¨¦n, en el repertorio de otras ¨¦pocas. Yaron Traub, como responsable actual de la Orquesta, deber¨ªa plante¨¢rselo, aunque el aplauso con Mozart sea el m¨¢s dif¨ªcil de conseguir: todos los fallos se ven. Pero trabajando bien con Mozart, se eliminan a la larga problemas aparentemente irresolubles.

Ejemplo: el concierto del viernes. Un precioso programa de m¨²sica francesa (cuya presencia consideraban escasa algunos aficionados), con una solista correcta en t¨¦rminos generales (Sophie Koch, para Les Nuits d'?t¨¦, de Berlioz) y una orquesta... tambi¨¦n correcta en t¨¦rminos generales. Porque a los palpables desajustes de los pizzicati en la Alborada del Gracioso, hay que oponer los ajustad¨ªsimos en Daphnis et Chlo¨¦. Porque al anodino acompa?amiento de Villanelle y Le spectre de la rose sucedi¨® el convencimiento y la delicadeza en los poemas restantes. Porque el color desva¨ªdo de La Mer se convirti¨® en lectura tensa del Daphnis et Chlo¨¦. En definitiva: Estamos ante una orquesta que ha crecido mucho, y cualquiera que peine canas dar¨¢ fe de ello. Pero a¨²n le queda un caminito, que los oyentes demandan. Porque se la quiere y se la necesita mejor todav¨ªa.