Diario de una periodista perseguida
"Me siento secuestrada"
La camioneta Suburban blindada espera en el aeropuerto internacional de Canc¨²n. Tres agentes federales -una mujer y dos hombres- me trasladan hasta un discreto restaurante del centro de la ciudad, donde espera Lydia Cacho (M¨¦xico DF, 1963). Los escoltas son el escudo protector de la periodista mexicana ante las temibles amenazas que recibe desde hace dos a?os. Hombres influyentes de la pol¨ªtica y los negocios suspiran por acallar a esta mujer valiente, que se ha atrevido a denunciar una amplia red de pornograf¨ªa infantil y lavado de dinero que compromete a destacados nombres de los c¨ªrculos de poder. La cara m¨¢s s¨®rdida de Canc¨²n, un polo tur¨ªstico de referencia en M¨¦xico, ha salido a la luz gracias a Lydia Cacho. Su caso ha traspasado las fronteras de su pa¨ªs, y ha recibido el apoyo solidario de organizaciones de derechos humanos y de miles de intelectuales y artistas de todo el mundo.
Sus denuncias han sido silenciadas por los principales medios de comunicaci¨®n
Edith fue la primera v¨ªctima en acusar al empresario liban¨¦s de violaci¨®n desde los 13 a?os
"No han podido desaparecerme, pero han intentado destruirme p¨²blicamente"
En 2005 fue detenida sin orden judicial. La pesadilla dur¨® 26 horas. Lydia temi¨® por su vida
Decidieron darle un escarmiento: que fuera al pabell¨®n de presas lesbianas para que la golpearan
No es habitual la imagen de una periodista rodeada de guardaespaldas, a pesar de los peligros que entra?a esta profesi¨®n en muchos pa¨ªses. Ah¨ª est¨¢n los asesinatos del estadounidense Danny Pearl en Pakist¨¢n, cuando investigaba las redes de Al Qaeda, o de la reportera rusa Anna Politkovskaya, voz cr¨ªtica con el presidente Vlad¨ªmir Putin. Y las decenas de periodistas mexicanos muertos o desaparecidos sin mayor trascendencia para las autoridades y la opini¨®n p¨²blica.
Lydia Cacho lleva tiempo en el ojo del hurac¨¢n. Ha sido v¨ªctima de calumnias y amenazas, que se han traducido en demandas judiciales, una detenci¨®n ilegal ordenada desde altas esferas y un atentado fallido. El fiscal antidrogas Jos¨¦ Luis Santiago Vasconcelos reconoce que las amenazas van en serio y pide a la periodista que no baje la guardia. ?sta es su respuesta: "Siento mi vida secuestrada por este reconocimiento p¨²blico. Emocionalmente, me siento secuestrada. Es tremendo ir por la vida con tres federales que est¨¢n pegados a ti todo el tiempo, sin poder hacer una llamada telef¨®nica sin que se enteren de lo que est¨¢s hablando, sin tener un solo espacio tuyo. Para quienes han elegido vivir con escolta, como los pol¨ªticos o famosos, es distinto. Reconozco que con el tiempo he desarrollado algunas herramientas personales para soportar esta situaci¨®n, pero me cuesta mucho".
La periodista vive un dilema tremendo. Estar permanentemente en los medios de comunicaci¨®n es un tormento, pero cuando su nombre deja de estar en el candelero hay que preocuparse. Y esto es lo que ocurre actualmente. Las puertas se han cerrado en las m¨¢s importantes cadenas de televisi¨®n y emisoras de radio y en los diarios de mayor difusi¨®n. Lydia Cacho fue invitada al programa Reporte 13, de TV Azteca, que dirige Ricardo Rocha. Se grab¨®, pero no se emiti¨® jam¨¢s. Los responsables del canal adujeron que conoc¨ªan la historia de la periodista y que no era conveniente hablar de ella. Lo mismo sucedi¨® en el espacio Shalal¨¢, de Sabina Berman y Katia d'Artigues, en la misma cadena. "Tenemos su expediente", dijeron los jefes. Igual suerte corri¨® la entrevista que le hizo Fernanda Familiar para el canal de TV de Radio Imagen. Asimismo, el periodista Sergio Sarmiento comprometi¨® una entrevista con Cacho cuando su programa en TV Azteca cumpli¨® 10 a?os. "Yo ten¨ªa mis dudas y se lo coment¨¦ a su asistente. Al d¨ªa siguiente me llam¨® para decirme que no hab¨ªa disponible ning¨²n estudio de grabaci¨®n. Ins¨®lito. Nunca me volvieron a llamar".
En Televisa, la cadena l¨ªder en M¨¦xico, Lydia Cacho apenas existe, salvo para dos o tres periodistas. El veto adquiri¨® tintes groseros en la transmisi¨®n de la entrega del Premio Nacional de Periodismo. Cacho formaba parte del jurado, pero su imagen fue la ¨²nica que no se vio en ning¨²n momento. Que no se hable del caso Lydia Cacho es un mal escenario, porque sus enemigos pueden sentir la tentaci¨®n de actuar, amparados en la impunidad del olvido. Inmersa en esta contradicci¨®n irresoluble, Lydia ha decidido contar en voz alta toda su historia, desde el principio y en primera persona, en Memorias de una infamia (Random House Mondadori), que est¨¢ a punto de ver la luz. "Escribo este libro para que no prevalezca, como es usual, la versi¨®n de los poderosos, de los que siempre ganan. No han podido desaparecerme, pero han intentado -y lo seguir¨¢n haciendo- destruirme p¨²blicamente", dice en la introducci¨®n.
El realizador mexicano Luis Mandoki, acostumbrado durante m¨¢s de 10 a?os a las producciones de Hollywood como Atrapada, Mirada de ¨¢ngel, Cuando un hombre ama a una mujer y Voces inocentes, ha decidido llevar al cine la historia de Lydia Cacho y est¨¢ en conversaciones para involucrar en la producci¨®n a figuras como Jodie Foster y Angelina Jolie. El festival de documentales DOCS, que acaba de celebrarse en la Ciudad de M¨¦xico, proyect¨® Los demonios del ed¨¦n, dirigido por Alejandra Islas y basado en el libro del mismo t¨ªtulo que Cacho public¨® en 2005 y desat¨® el esc¨¢ndalo. Fue cuando los mexicanos se enteraron de la existencia de un tal Jean Succar Kuri, nacido en L¨ªbano hace 63 a?os, que lleg¨® a M¨¦xico de adolescente, presumiblemente de manera ilegal. De la mano de contactos influyentes -empresarios y pol¨ªticos-, hizo buenos negocios como testaferro en Acapulco, y en el sector comercial y hotelero en Canc¨²n.
Pero debajo del empresario de ¨¦xito se ocultaba una mentalidad perversa y endemoniada, con una debilidad por las ni?as que acarician la pubertad. Es su otra cara, que extorsionaba sutilmente a hijas de gente conocida de Canc¨²n, a las que ofrec¨ªa dinero a cambio de dejarse tocar y fotografiarse con ¨¦l. "Muchos de los buenos amigos de Succar", escribe Lydia Cacho, "no saben que sus hijas, ya adultas y bien casadas, fueron v¨ªctimas del empresario liban¨¦s".
Durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, Succar Kuri explot¨® sexualmente a casi un centenar de ni?os y ni?as en la m¨¢s absoluta impunidad. La Procurador¨ªa General de la Rep¨²blica (PGR) habl¨® de una red de pornograf¨ªa infantil relacionada con el crimen organizado. Pero las consideraciones de la fiscal¨ªa no preocupaban al pederasta, que presume de amistades poderosas, como Jos¨¦ L¨®pez Portillo, ex presidente de la Rep¨²blica; Miguel ?ngel Yunes, ex subsecretario de Seguridad P¨²blica Federal, y Emilio Gamboa Patr¨®n, actual jefe del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Edith Encalada fue la primera v¨ªctima en denunciar su violaci¨®n por parte del empresario liban¨¦s desde los 13 a?os, y la de su hermana y su prima, de ocho y nueve, respectivamente. En su declaraci¨®n asegur¨® que Kuri contactaba con ni?as de Estados Unidos que ofrec¨ªa a sus compinches Kamel Nacif, empresario textil de origen liban¨¦s; Alejandro G¨®ngora, que fue delegado de Migraci¨®n y del Seguro Social en Canc¨²n, y Yunes. El nombre de Gamboa, como protector pol¨ªtico del empresario liban¨¦s, tambi¨¦n figuraba en la denuncia de la muchacha.
Con la ayuda de la Fiscal¨ªa del Estado de Quintana Roo, Edith tendi¨® una trampa a Succar Kuri y grab¨® una conversaci¨®n comprometedora que los dos mantuvieron en el jard¨ªn de un restaurante del centro de Canc¨²n. Los agentes de la fiscal¨ªa hab¨ªan instalado una c¨¢mara oculta y sembrado el lugar de micr¨®fonos con el prop¨®sito de obtener pruebas contundentes contra el hotelero liban¨¦s. Mordi¨® el anzuelo. "Al escuchar ciertas frases perd¨ª el aliento, el ¨¢cido subi¨® por mi es¨®fago, la boca se me sec¨® de inmediato", recuerda Lydia Cacho en el libro. "?C¨®mo pudo sentarse a grabar a su verdugo con semejante arrojo?". La v¨ªctima y el agresor estaban frente a frente. Con toda parsimonia y sin sospechar nada, el hombre cont¨® as¨ª una de sus haza?as repugnantes:
Succar: "Lesly fue a mi casa desde los 8 hasta los 12 a?os. Lesly se ba?aba conmigo, estuvo conmigo mucho tiempo, dorm¨ªa semanas enteras conmigo y jam¨¢s le hice nada".
Edith: "Pero la besabas y la tocabas".
Succar: "?Te estoy diciendo que eso est¨¢ permitido! Porque ¨¦se es el riesgo de ir a casa de un pinche viejo que est¨¢ solo, es parte del riesgo; los pap¨¢s nada m¨¢s dec¨ªan: 'Me cuida a mi hija, me cuida a mi hija'. Eso est¨¢ permitido. Por ejemplo, yo le digo a Lesly: 'A m¨ª tr¨¢eme una de cuatro a?os', y si ella me dice: 'Ya est¨¢ cogida', y yo veo si ya est¨¢ cogida, veo si le meto la verga o no. T¨² lo sabes que esto es mi vicio, es mi pendejada, y s¨¦ que es un delito y est¨¢ prohibido, pero esto es m¨¢s f¨¢cil, pues una ni?a chiquita no tiene defensa, pues la convences r¨¢pido y te la coges. Esto lo he hecho toda mi vida, a veces ellas me ponen trampas, porque se quieren quedar conmigo, porque tengo fama de ser un buen padre".
El material grabado acab¨® en manos de la fiscal¨ªa, que lo present¨® a la prensa como parte de la investigaci¨®n de una red de pornograf¨ªa infantil. El esc¨¢ndalo fue de ¨®rdago. El pederasta huy¨® antes de que el juez dictara la orden de captura, y las v¨ªctimas sufrieron el acoso de los medios de comunicaci¨®n y las amenazas de los agresores. "?Yo no soy a quien deben juzgar!", suplic¨® Edith en una conferencia de prensa en la que compareci¨® con la cara tapada.
Las muchachas se refugiaron en el Centro Integral de Atenci¨®n a la Mujer de Canc¨²n (CIAM), fundado por Lydia Cacho hace seis a?os para acoger a v¨ªctimas de la violencia. Claudia Fronjos¨¢, coordinadora del equipo de psic¨®logos del CIAM, recuerda que las v¨ªctimas llegaron con un gran sentimiento de culpabilidad. "Todo era muy perverso. Succar les dec¨ªa: 'T¨² vienes aqu¨ª porque te gusta, nadie te obliga, eres una putita...'. Ellas sent¨ªan verg¨¹enza, culpa y miedo por las amenazas. Era una situaci¨®n muy dif¨ªcil para aquellas ni?as que ven¨ªan de familias desintegradas, sin una clara presencia del padre".
La psic¨®loga explica que Edith quer¨ªa acabar con el infierno que viv¨ªa con el pederasta liban¨¦s. "En el CIAM le dimos muchas opciones para recuperarse y rehacer su vida". Lydia Cacho le consigui¨® trabajo en un informativo de televisi¨®n en la Ciudad de M¨¦xico. Corr¨ªa 2003 y la chica ten¨ªa 21 a?os. Aparentemente, todo iba bien. Pero los abogados de Succar Kuri y Kamel Nacif pasaron a la ofensiva a base de amenazas y chantajes a las j¨®venes y a sus familias. Edith cay¨® de nuevo en la red. Inesperadamente, dej¨® todo y desapareci¨®. En mayo de 2005 concedi¨® una entrevista a la televisi¨®n mexicana desde su nueva residencia en Los ?ngeles, en la que defendi¨® al pederasta y critic¨® a Lydia Cacho. Una tras otra, las j¨®venes que estuvieron atrapadas en la red de pornograf¨ªa infantil se retractaron de sus declaraciones, retiraron las demandas o, simplemente, desaparecieron. El poder de la corrupci¨®n hizo estragos.
Succar Kuri fue detenido en Arizona a petici¨®n de la Interpol y acab¨® siendo extraditado a M¨¦xico, donde lo tiene dif¨ªcil para esquivar una dura condena. Est¨¢ preso en el penal de alta seguridad Altiplano, en Toluca. Sus amigos en el mundo de los negocios sucios y la pol¨ªtica prepararon la represalia. El 16 de diciembre de 2005, Lydia Cacho vivi¨® la peor pesadilla de su vida. Dur¨® 26 horas, pero dej¨® huellas dif¨ªciles de borrar. Por orden del gobernador del Estado de Puebla, Mario Mar¨ªn, un dinosaurio del PRI, un grupo de diez polic¨ªas poblanos detuvo sin orden judicial a la periodista frente a la sede del CIAM, en Canc¨²n. La acci¨®n era a todas luces ilegal, ya que los agentes actuaban fuera de su jurisdicci¨®n. Adem¨¢s, ?por qu¨¦ una decena de polic¨ªas para detener a una periodista, como si se tratara de la cabecilla de una banda de narcotraficantes?
La cosa no qued¨® ah¨ª. La detenida fue secuestrada "legalmente" y trasladada en un convoy de tres veh¨ªculos a Puebla, en un viaje que dur¨® 20 horas y recorri¨® 1.500 kil¨®metros repartidos entre cinco Estados de la Rep¨²blica. "?A qu¨¦ hora me matar¨¢n?, ?d¨®nde tirar¨¢n mi cuerpo?", eran las preguntas que rondaban en la cabeza de Lydia. No le faltaban motivos. Los secuestradores convirtieron el viaje en una humillaci¨®n y tortura psicol¨®gica interminables, con amenazas brutales, como colocar el ca?¨®n de una pistola en su boca. "Si toses, se dispara", gritaba el energ¨²meno. Lleg¨® a dar por hecho que acabar¨ªa arrojada al mar al llegar a la ciudad de Champoton, en el Estado de Campeche.
La r¨¢pida respuesta de los colegas de la televisi¨®n, que difundieron la noticia de la detenci¨®n cuando Lydia estaba de camino a Puebla, cambi¨® los planes de los secuestradores, que recibieron la nueva orden por radio. "Es usted famosa. Ya sali¨® en la tele". Estaba a salvo, pens¨®. El paso por el Reclusorio Oriente de Puebla fue la ¨²ltima etapa del calvario, en la que pretendieron encerrarla en una celda con las reclusas m¨¢s violentas. La amenaza no se cumpli¨®. La juez penal la interrog¨® a trav¨¦s de las rejas y en presencia de las c¨¢maras de televisi¨®n. Tras la lectura de la acusaci¨®n, la periodista no ten¨ªa ninguna duda de que Kamel Nacif y Succar Kuri estaban detr¨¢s del operativo policiaco.
No es habitual. El verdadero art¨ªfice de la detenci¨®n ilegal de Lydia Cacho se descubri¨® semanas despu¨¦s cuando el diario La Jornada difundi¨® las famosas conversaciones grabadas clandestinamente entre el gobernador de Puebla, Mario Mar¨ªn, y su amigo Nacif, que le llama cari?osamente "mi gober precioso". Una expresi¨®n que se ha hecho famosa en M¨¦xico. El tono barriobajero del di¨¢logo, las descalificaciones e insultos confirman que ambos decidieron dar un buen escarmiento a la periodista y qui¨¦n sabe si pretend¨ªan llegar m¨¢s lejos. Nacif expres¨® a uno de sus interlocutores, Hanna Juanito Naket, el deseo de que Lydia Cacho fuera al pabell¨®n de presas lesbianas con el objetivo de que fuera golpeada y violada.
El "gober precioso" se convirti¨® en una de las figuras m¨¢s desacreditadas de la pol¨ªtica mexicana durante la campa?a de las elecciones presidenciales de julio de 2006. La demanda de Lydia Cacho contra el caudillo de Puebla lleg¨® hasta la Corte Suprema. Por primera vez, la acci¨®n de un particular contra un gobernador est¨¢ en manos del m¨¢s alto tribunal de M¨¦xico, que en un futuro pr¨®ximo dictaminar¨¢ si hay elementos para enjuiciar pol¨ªticamente a Mar¨ªn. Si as¨ª lo estima conveniente, el Congreso de la Naci¨®n tendr¨¢ que pronunciarse sobre la suspensi¨®n de la inmunidad del gobernador.
Lydia se dar¨ªa por satisfecha con una votaci¨®n afirmativa. "Tengo claro que no voy a sacrificar cuatro a?os de mi vida para un juicio penal contra Mar¨ªn, porque no tengo dinero. He gastado casi tres millones de pesos (unos 260.000 d¨®lares) desde que comenzaron los pleitos en gastos de abogados, billetes de avi¨®n, hoteles. Estoy hasta el cuello de deudas".
Los pol¨ªticos, empresarios y nombres conocidos que est¨¢n acusados de pertenecer a la red delictiva no son los ¨²nicos. Hay m¨¢s. La periodista los conoce, pero de momento prefiere callar y no los menciona en su nuevo libro. "No quer¨ªa que se convirtiera en la bala a utilizar por algunos pol¨ªticos para atacarse y destruirse mutuamente. Me limit¨¦ a contar lo que pasa. Explico que hay m¨¢s v¨ªdeos en los que aparecen otros pol¨ªticos. Le corresponde al Estado y a la PGR tomar cartas en el asunto. Ellos han visto los v¨ªdeos y tienen la lista de todos los involucrados. No soy polic¨ªa".
La situaci¨®n de los pol¨ªticos denunciados por Lydia Cacho y que figuran en los sumarios de la fiscal¨ªa no invita al optimismo. Miguel ?ngel Yunes, ex subsecretario de Seguridad P¨²blica Federal, est¨¢ al frente de la Seguridad Social en el Gobierno de Felipe Calder¨®n. "Contra ¨¦l pesan las acusaciones de la ni?as y aparece en v¨ªdeos con menores. No tiene ninguna causa judicial abierta por este tema".
Emilio Gamboa Patr¨®n, ex senador, es el l¨ªder del poderoso grupo parlamentario del PRI en la C¨¢mara de Diputados. No hay ninguna investigaci¨®n ni proceso en su contra, a pesar de que aparece en una grabaci¨®n con el gobernador Mar¨ªn, en la que acuerdan una maniobra conjunta sobre la Ley del Juego. Abundan las acusaciones contra este pol¨ªtico poderoso, especialmente por sus andanzas en Yucat¨¢n, su Estado natal.
Kamel Nacif, conocido en Puebla como el rey de la mezclilla, es, seg¨²n Lydia Cacho, el capo di tutti capi. Pero no tiene abierto ning¨²n proceso ante la justicia. "Es el empresario todopoderoso, que extorsiona a los gobernadores de Chiapas -'lo que t¨² quieras, pap¨¢', le dice ¨¦ste-, Veracruz, Puebla y los antiguos caudillos de Quintana Roo y Guerrero, que negocia la entrega de un cheque con el obispo Chedraui, con el senador Gamboa...".
La periodista ha afrontado dos careos con Nacif, en los que ¨¦ste profiri¨® amenazas, ante la pasividad del juez. Lydia Cacho present¨® una demanda penal contra el empresario por tentativa de violaci¨®n en la c¨¢rcel, intento de homicidio en un atentado a su coche y por el contenido de las conversaciones telef¨®nicas grabadas. La causa est¨¢ paralizada. Es decir, no hay petici¨®n de pena por parte del fiscal, y a Nacif no le investiga nadie. Por el contrario, Lydia ha tenido que pasar por varias pruebas psicol¨®gicas por orden de la fiscal¨ªa. Incluso despu¨¦s del intento de atentado sufrido en mayo, cuando la camioneta en la que viajaba con sus escoltas perdi¨® el control y el conductor tuvo que frenar en seco. Una llanta posterior estaba mal colocada porque hab¨ªa sido movida del eje y los tornillos estaban aflojados completamente. Los agentes federales confirmaron los peores temores. El propio fiscal antidrogas aconsej¨® a Lydia presentar la denuncia de inmediato. Varios meses despu¨¦s, la investigaci¨®n estaba en punto cero cuando lleg¨® una citaci¨®n a la periodista para un examen psicol¨®gico. Se trataba de comprobar si se hab¨ªa inventado la historia del atentado, a pesar del testimonio de los escoltas.
Es una lucha desigual, de David contra Goliat. ?En qui¨¦n confiar despu¨¦s de tantos meses de lucha... "Instituciones, ninguna. Ni la PGR ni la Corte Suprema. El Congreso, menos. Y de los medios de comunicaci¨®n, mejor no hablar". En medio de tanta soledad es dif¨ªcil avizorar el final del t¨²nel. "A veces s¨ª lo veo, y cuando lo veo pienso que la ¨²nica manera de parar todo esto ser¨ªa que me mataran. Es decir, no est¨¢ en mis manos. Otras veces pienso que llegar¨¢ el d¨ªa en que podr¨¦ retomar mi vida. No s¨¦ qu¨¦ realista es eso, no tengo ni idea".
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