Tal como ¨¦ramos
14% de inflaci¨®n anual, 17% de paro, familias tradicionales y televisi¨®n ¨²nica
Muchos a?os despu¨¦s, frente al pelot¨®n de entrevistadores, el presidente Felipe Gonz¨¢lez M¨¢rquez habr¨ªa de recordar aquel d¨ªa remoto de octubre en que su partido lo llev¨® a conocer el poder: "Aquellos males de la Patria, aquellas cuestiones pendientes en la Espa?a contempor¨¢nea podr¨ªan resumirse en cuatro: la cuesti¨®n militar, la cuesti¨®n territorial, la cuesti¨®n religiosa y la cuesti¨®n social". En 1982, Felipe Gonz¨¢lez gan¨® las elecciones y su amigo del alma, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, el Nobel de Literatura. Fue un a?o m¨¢gico que termin¨® con el desencanto.
El PSOE lleg¨® a la Moncloa con el primer gobierno socialista qu¨ªmicamente puro de la historia de Espa?a. Durante la Segunda Rep¨²blica hab¨ªa gobernado el PSOE, pero siempre en coalici¨®n con otras fuerzas pol¨ªticas. Una serie de circunstancias dif¨ªcilmente repetibles logr¨® que los socialistas obtuviesen una holgada mayor¨ªa absoluta. Entre aquellas, la autoliquidaci¨®n de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) y del Partido Comunista de Espa?a (PCE), que permiti¨® a los socialistas la cabriola de ampliar sus apoyos, a la vez por el centro sociol¨®gico y por su izquierda.
El PSOE gan¨® en plena revoluci¨®n conservadora de Thatcher y Reagan
Felipe Gonz¨¢lez dej¨® el programa electoral y gobern¨® con ortodoxia
1982 fue una gran oportunidad regeneradora, que moderniz¨® Espa?a
En esos a?os (finales de los setenta y principios de los ochenta), se dan dos fen¨®menos en el contexto internacional que funcionan como vectores que tiran en direcciones opuestas. Por una parte, la revoluci¨®n conservadora: dos l¨ªderes de tanta personalidad como Thatcher en el Reino Unido y Reagan en Estados Unidos, se unc¨ªan al intento de acabar con el consenso nacido tras la Segunda Guerra Mundial y de liquidar el welfare y los valores de mayo del sesenta y ocho. Por la otra, primero Mitterrand en Francia, y luego Felipe Gonz¨¢lez en Espa?a inauguran el experimento que se conocer¨¢ como socialismo mediterr¨¢neo. La diferencia de tiempo entre la victoria de Mitterrand -con un programa de nacionalizaciones y de expansi¨®n de la demanda, que dio resultados catastr¨®ficos en los primeros meses- y la de Felipe Gonz¨¢lez permite a este ¨²ltimo corregir el tiro, arrojar a la basura el programa con el que hab¨ªa ganado las elecciones y empezar a gobernar con mucha ortodoxia. Las primeras declaraciones del l¨ªder espa?ol son muy expresivas: no consentir¨¦ que Espa?a vaya a la quiebra, ni que tenga que intervenir el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitarlo. Cuando Felipe Gonz¨¢lez habla de la quiebra del pa¨ªs no exagera: PIB casi estancado, inflaci¨®n del 14% anual, tasa de paro del 17% de la poblaci¨®n activa, elevado d¨¦ficit exterior, d¨¦ficit p¨²blico del 5,5% del PIB.
Y tambi¨¦n, escasa confianza empresarial en la econom¨ªa: la inversi¨®n extranjera se hab¨ªa reducido de forma dr¨¢stica y se sufr¨ªa una hemorragia de las reservas de divisas: entre diciembre de 1981 y septiembre de 1982 las reservas cayeron en m¨¢s de 2.600 millones de d¨®lares (el 17% del total), y la fuga se aceler¨® al aproximarse a las elecciones, pues s¨®lo en octubre de 1982 se perdieron otros 1.323 millones de d¨®lares.
El PSOE que se enfrenta a esta situaci¨®n econ¨®mica, la peor desde el comienzo de la transici¨®n en 1977, es un partido que se hab¨ªa aggiornado en su congreso de 1981, en el que desempe?¨® un papel determinante la mejor cabeza te¨®rica de la socialdemocracia espa?ola, Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall: el socialismo debe entenderse como un proceso de acumulaci¨®n de reformas centradas en la transformaci¨®n democr¨¢tica del Estado, la reforma igualitaria de la sociedad y la salida a la crisis econ¨®mica con conquistas acumulativas en los derechos sociales. Nada de las telara?as seudorrevolucionarias de anta?o. Cambiarlo todo sin revolucionar nada. Y el primer foco de atenci¨®n era la econom¨ªa, debilitada por la segunda crisis del petr¨®leo motivada por la guerra entre Irak e Ir¨¢n: los sondeos de la ¨¦poca indican que los ciudadanos, pese a haber padecido la intentona golpista del 23 de febrero de 1981 y el desmantelamiento de otra conspiraci¨®n militar poco antes de las elecciones de octubre de 1982, est¨¢n m¨¢s preocupados por su situaci¨®n econ¨®mica que por la coyuntura pol¨ªtica.
No s¨®lo la econom¨ªa necesita de cambios, sino tambi¨¦n la sociedad. En aquellos a?os no exist¨ªan, obvio es recordarlo, ni los tel¨¦fonos m¨®viles ni los ordenadores, ni se atisbaba que una d¨¦cada despu¨¦s se iba a iniciar la revoluci¨®n de las comunicaciones a trav¨¦s del fen¨®meno de internet. No exist¨ªa m¨¢s que una televisi¨®n, la p¨²blica (a principios de los ochenta, la serie de culto era Lou Grant, un h¨¦roe period¨ªstico), y a¨²n funcionaba, aunque en plena decadencia, la cadena de peri¨®dicos del Movimiento, fruto directo de la guerra civil. Muy poco tiempo antes, un ministro de UCD, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, que luego ser¨ªa ministro de Exteriores con Felipe Gonz¨¢lez, hab¨ªa propiciado la ley del Divorcio. En 1982 todav¨ªa se est¨¢ en las primeras rondas de lo que signific¨® sociol¨®gicamente esa nueva legislaci¨®n (que acaba de ser corregida, con lo que se ha denominado el divorcio-express, en la legislatura de Rodr¨ªguez Zapatero). El modelo familiar tradicional caracter¨ªstico de la Espa?a de principios de la d¨¦cada de los ochenta, compuesta por una pareja heterosexual, casada can¨®nicamente y con hijos ha sido sustituido por el de una sociedad en la que junto a esa realidad, conviven las familias monoparentales, las familias con hijos de diversas razas, las familias homosexuales con o sin hijos naturales o provenientes de la adopci¨®n o de los nuevos avances m¨¦dicos, o las familias que son el resultado de la suma de varias de las secuencias apuntadas, debidos a segundos o terceros matrimonios y/o separaciones.
Las elecciones de 1982 dieron lugar a un cambio importante y casi definitivo en el sistema espa?ol de partidos, con la mayor concentraci¨®n de votos y esca?os en las dos primeras formaciones pol¨ªticas (entre los socialistas y lo que despu¨¦s se llam¨® el Partido Popular obtuvieron el 74% de los sufragios y el 88% de las actas de diputados). En la disputa te¨®rica sobre el principio y el final de la transici¨®n, hay analistas que defienden que ese a?o acab¨® la misma: por el profundo corte electoral y porque el grupo que hab¨ªa mantenido el papel protagonista, los pol¨ªticos de UCD, fue desplazado definitivamente del poder. El a?o 1982 fue una gran ocasi¨®n regeneradora, que impuls¨® la modernizaci¨®n de Espa?a.
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