La globalizaci¨®n y la identidad europea
1 La identidad ¨¦tnica o cultural, que hab¨ªa sido la reivindicaci¨®n de las gentes sin estructura pol¨ªtica reconocida (ppp, "pueblos pol¨ªticamente pobres"), est¨¢ empezando a convertirse en el argumento de los Estados mismos. En la era global, descrita por Manuel Castells, la funci¨®n de muchos Estados pierde fuerza y claridad, y son ellos, ellos ahora, quienes parecen descubrir sus problemas de identidad. Menos clara su "soberan¨ªa" y su capacidad de continuar jugando el papel de "matria" protectora (y proteccionista), su discurso tiende a olvidar aquello del "plebiscito cotidiano" y se aproxima al de l'Action Fran?aise, al "alma del pueblo" de Fustel de Coulange, o incluso al de Ast¨¦rix y "nuestros ancestros los galos". ?stos son los clarines identitarios que vuelven a sonar hoy en los libros de Debray o Finkelkraut. Si el cost-benefit que representaba el Estado ya no es lo que era -vienen a decirnos-, veamos al menos aquello que Significa, que Encarna o Simboliza. Y esto por no hablar del PP y su abanderada EsPPa?a.
En la era global, la funci¨®n de muchos Estados pierde fuerza y claridad
De la religi¨®n civilizada volvemos a las que conservan el sentido de lo tr¨¢gico
?Puede alguien usar el esfuerzo de alguien de quien no aprecia el c¨®digo gen¨¦tico?
2. Es el momento, quiz¨¢s, en el que nuestros ppp, los peque?os pueblos sin trade mark homologado, pueden y deben recuperar el discurso de la "ciudadan¨ªa republicana" que nuestros neo-jacobinos est¨¢n abandonando. Es el momento para pasar del discurso de la protecci¨®n al de la proyecci¨®n, del de la identidad al de la eficacia, la hora de pujar por la independencia pol¨ªtica m¨¢s que por el reconocimiento cultural, de afirmarse m¨¢s que de ser acogido y "comprendido" por aquel Estado condescendiente que los tend¨ªa en el div¨¢n de los esquizos. Algunas veces, estos ppp tratan de reforzar su discurso subrayando que el dise?o de las fronteras a partir de la voluntad de las personas es m¨¢s democr¨¢tico que su actual perfil, fruto de las guerras y alianzas seculares. Pero con ser ello cierto, no lo es menos que la utilizaci¨®n a menudo perversa del concepto wilsoniano de autodeterminaci¨®n justifica la alergia que la palabra sigue produciendo en muchos lugares. Un uso que casi podr¨ªa formularse como una ley f¨ªsica: "Toda Gran Potencia tiende a estar a favor de los peque?os pueblos dentro del ¨¢rea de influencia de otra Potencia, y de su eventual transformaci¨®n en reinos de taifas".
3. Identidades, las hay de m¨²ltiples clases: identidades pr¨ªstinas o mixtas, conc¨¦ntricas o exc¨¦ntricas, pre o postcoloniales, inducidas (national building) o resistenciales, etc. La identidad de los europeos, por ejemplo, est¨¢ hecha de una mezcla de religi¨®n jud¨ªa, filosof¨ªa griega, derecho romano, d¨ªgitos ¨¢rabes (antes chinos), consuetudines germ¨¢nicas, etc. Ahora bien, esta pluralidad en los propios or¨ªgenes, esa necesidad de reconocer en uno mismo aquello que fue ajeno o anterior, est¨¢ sin duda en la base de la victoria de un pu?ado de europeos sobre los Imperios del Sol, m¨¢s poderosos pero tambi¨¦n m¨¢s aislados, m¨¢s puros y pr¨ªstinos que aqu¨¦llos. No hemos de olvidar, con todo, que ciertas mezclas de ese g¨¦nero han sido literalmente catastr¨®ficas. La mezcla, por ejemplo, del expansionismo romano (puramente territorial) y el expansionismo cristiano (en principio, puramente espiritual) forman una amalgama explosiva y fundan un nuevo tipo de agresiones nacionales que a¨²nan la reivindicaci¨®n espacial y la ideol¨®gica: el expansionismo vestido de "justa causa". Una causa que pod¨ªa ser el catolicismo, la familia, la raza, el Lebensraum, el proletariado, etc., y que durante mucho tiempo transformar¨ªa a Europa en la sede de una guerra civil permanente.
4. Pero la compleja identidad europea no resulta s¨®lo poderosa y peligrosa. Tambi¨¦n ella est¨¢ en la g¨¦nesis del "car¨¢cter europeo" descrito por Musil. Para ¨¦l (y cito de memoria), "un europeo es alguien que tiene m¨²ltiples caracteres o atributos (Eigensch?ften): un car¨¢cter familiar, un car¨¢cter profesional, otro sexual, uno consciente, otro inconsciente... Y un ¨²ltimo car¨¢cter a¨²n, la fantas¨ªa, que le permite todo menos una cosa: tomarse demasiado en serio todos los anteriores caracteres". Desde una perspectiva parecida, yo mismo he tratado de evaluar el potencial integrista de diferentes nacionalismos a partir de cuatro variables: a) complejidad cultural, b) coherencia territorial, c) modernizaci¨®n end¨®gena, d) colonizaci¨®n ex¨®gena. Simplificando un poco, yo dir¨ªa que el peligro o tentaci¨®n integrista es menor all¨ª donde la identidad de la gente viene definida por el mayor n¨²mero de variables -variables que he llamado las 5L: Land (tierra), Language (lengua), Lord (Dios), Landscape (territorio), Law (ley)-. Por el contrario, las identidades conc¨¦ntricas o monogr¨¢ficas, basadas todas ellas en una variable mayor (o claramente dominante), resultan m¨¢s proclives a la deriva fundamentalista. Veamos: si una persona es de Vic, europe¨ªsta, cat¨®lica, del Bar?a, excursionista, nacionalista..., la suya no resultar¨¢ ser una identidad: ser¨¢ una simple redundancia. ?Si al menos le hubiera dado por ser del Espa?ol, o protestante o aficionado al rugby! Es por decir que yo estoy por una Catalu?a independiente, no por una Catalu?a redundante. ?sta es la idea de pa¨ªs que trat¨¦ de introducir, sin ¨¦xito alguno, en el Pre¨¢mbulo al nuevo Estatut, donde escrib¨ª que "un pa¨ªs s¨®lo es verdaderamente libre y grande cuando pueden convivir en ¨¦l individuos con identidades distintas y no jer¨¢rquicamente ordenadas".
5. El mundo global, aquel al que nos dirigimos, ha puesto en evidencia las m¨²ltiples razones -econ¨®micas (Becker), sociales (Ari¨¦s), sociobiol¨®gicas (Wilson), ethol¨®gicas (Lorenz), ecol¨®gicas (Margalef), etc.- que se hallan en el trasfondo del sentimiento de pertenencia identitaria. Buenas razones, ciertamente, pero tambi¨¦n peligros terribles: "La caracter¨ªstica m¨¢s definitoria del hombre -hab¨ªa dicho Koestler- es su capacidad de identificarse con un grupo y/o con un sistema de creencias que es indiferente a la raz¨®n, indiferente al inter¨¦s personal e indiferente incluso a su propia supervivencia". La lectura de Guerra y paz, de Tolst¨®i, o de Viaje al final de la noche, de C¨¦line, deber¨ªa ser suficiente para convencernos de ello.
6. Una cuesti¨®n "moral" quisiera plantear a¨²n: la pr¨¢ctica segmentaci¨®n que operamos sobre la identidad de los inmigrantes extracomunitarios. Porque, veamos: ?puede alguien utilizar la "fuerza del trabajo", la "mano de obra" de una persona que no desear¨ªa como abuelo de sus propios nietos? ?Puede alguien utilizar el esfuerzo, el c¨®digo energ¨¦tico de alguien de quien no aprecia el c¨®digo gen¨¦tico o el c¨®digo cultural que su color o su religi¨®n aportan? Cualquiera puede hacerlo, ciertamente, pero se tratar¨¢ de aquello que Arist¨®teles llamaba (y defend¨ªa) como Esclavitud.
7. Y vaya todav¨ªa una cuesti¨®n "religiosa". Las amenazas que hoy nos acechan, como aquellas que se cern¨ªan sobre el "hombre primitivo", son cada vez m¨¢s globales, por no decir catacl¨ªsmicas, y van de la extinci¨®n de la especie a la partog¨¦nesis humana o la fabricaci¨®n de las especies h¨ªbridas. Y todo ello nos tiene tan asustados como desconcertados. De ah¨ª que las religiones dom¨¦sticas y ya "domesticadas" (morales, laicas, ilustradas, ll¨¢mense como se quiera) vayan perdiendo fuerza y gancho en beneficio de las religiones todav¨ªa tr¨¢gicas y que, por eso mismo, parecen responder mejor a la magnitud de las nuevas amenazas globales.
De la religi¨®n civilizada y aggiornata, volvemos, pues, a las religiones que conservan a¨²n el sentido de lo tr¨¢gico. Antes hemos visto que la ciudadan¨ªa republicana estaba siendo minada en los propios Estados por una identidad nacional, ancestral incluso. ?Ser¨¢ que la religi¨®n o la identidad, como el coraz¨®n, tienen sus motivos que la raz¨®n ignora? Al contrario, yo creo que nada m¨¢s razonable ni previsible que lo que est¨¢ aconteciendo: desde el independentismo civil catal¨¢n hasta el fundamentalismo norteamericano o musulm¨¢n.
Xavier Rubert de Vent¨®s es fil¨®sofo.
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