La boutique del im¨¢n
Paseando por la calle del Miracle veo el cartel de la tienda, en la que no hab¨ªa reparado. Se llama La boutique del im¨¢n. Caramba, me digo algo sobresaltada y tambi¨¦n -para qu¨¦ negarlo- algo conmovida. Porque mi imaginaci¨®n desbocada me indica que me debo de encontrar ante un establecimiento dedicado al cuidado y aseo personales de estos l¨ªderes religiosos, los imanes, que tambi¨¦n tienen derecho a ir bien arreglados a la mezquita.
Antes de entrar, especulo con los objetos que contendr¨¢ la boutique, que se publicita con el acertado eslogan de "especialistas en imanes". En Roma pude ver, gracias a las indicaciones de un amigo, una tienda de ropa interior para curas y monjas. Era de la marca Pierre Cardin y no ten¨ªa nada que envidiar a la ropa que anuncian los laicos efebos y mozas de las marquesinas del autob¨²s. No era holgada, ni de esparto, ni poco coqueta como cab¨ªa esperar. Al contrario. Y si bien es cierto que las ropas de ellas no abusaban de las puntillas, de las transparencias o de cualquier picard¨ªa de esas que tanto nos gustan a algunas ovejas descarriadas, tambi¨¦n es cierto que no era austero pa?o de color carne.
Me digo, pues, que el im¨¢n de hoy necesita algo para el cuidado de su barba. Una cera abrillantadora o un suavizante para tenerla siempre perfecta. Desde luego, un surtido de distintas t¨²nicas no le ir¨ªa nada mal y eso sin contar los turbantes. El im¨¢n preocupado por su aspecto, me sigo diciendo, tal vez usa tambi¨¦n complementos de moda, pero no estoy segura. Lo que me figuro es que en la tienda no tendr¨¢n cosas especiales para imanes exigentes. Quiero decir que el im¨¢n de Fuengirola, ese que tuvo a bien publicar el libro en el que se explicaba c¨®mo pegar a las mujeres sin dejarles marca, es un caso aparte. Pero el de Lleida, ese otro que no quiso que le entrevistara una periodista de la televisi¨®n "porque iba pintada", s¨ª que podr¨ªa encontrar algo para ¨¦l en la boutique. Qu¨¦ s¨¦ yo... Un buen t¨®nico facial y unos algodoncillos desmaquillantes. En fin, es el momento de entrar. Y entonces, reparo en la maravilla. La boutique del im¨¢n no es una tienda en especializada en l¨ªderes espirituales de la comunidad musulmana. Es una tienda especializada en esos minerales que atraen el hierro.
Todav¨ªa m¨¢s fascinada, reparo en los objetos que all¨ª se venden. No ten¨ªa ni idea de que hubiese un surtido tan extenso de imanes. ?Qui¨¦nes los comprar¨¢n? ?Aficionados? ?Nost¨¢lgicos de la ni?ez, en la que poseer un trocito de im¨¢n era poseer un tesoro? ?Industriales? El caso es que tienen de todo. Imanes de se?alizaci¨®n en distintos colores y formas. Imanes cuadrados verdes, imanes rectangulares rojos... Se utilizan, por ejemplo, para sujetar notas. Tambi¨¦n tienen im¨¢n pl¨¢stico. Se trata de una plancha, como de papel, hecha de una mezcla de polvo de ferrita de bario o estroncio con un aglomerado flexible. Esto no lo digo yo, lo dicen los propietarios de la boutique. Es muy manejable y tan bonito que creo que me voy a llevar un metro. Tambi¨¦n tienen preciosos electroimanes, redondos y de color blanco y rojo. Recuerdo que de peque?a me los fabricaba yo misma. Se trataba de envolver un tornillo con hilo de cobre que se conectaba a los polos de una pila. Mientras duraba era incre¨ªble. Estos que veo -y que me pienso llevar- se utilizan en la rob¨®tica industrial. Sirven "para el mantenimiento de puertas cortafuego, aireaci¨®n y seguridad en general". Y, ya puestos, tambi¨¦n me llevar¨¦ una docena de imanes de ferrita y media docena de imanes de neodimio. Mejor que me sobren que no que me falten.
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