Amor y humor neoyorquinos
Suzanne Vega exhibi¨® en el arranque del festival ?nicas una singular capacidad de comunicaci¨®n y un raro talento para diseccionar los claroscuros, recovecos, grandezas y miserias de la naturaleza humana. Desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, sus canciones plantean argumentos de pasi¨®n y frustraciones, tienden a recrearse en todos aquellos deseos que el coraz¨®n rara vez logra ver cumplidos. Y sus personajes terminan destilando esa ternura propia de quien los ha concebido con media sonrisa y una mirada c¨®mplice o, cuando menos, condescendiente.
Vega supo dosificar en justas proporciones los ¨¦xitos m¨¢s o menos ineludibles, las debilidades personales y el repaso a casi todo su ¨²ltimo disco, el muy apreciable Beauty and crime, con el que acaba de romper seis a?os de silencio. Arranc¨® con una de sus melod¨ªas m¨¢s ins¨®litas, esa cantinela de costumbrismo neoyorquino titulada Tom's diner, y dej¨® para casi el final a la irrepetible Luka, acogida con alborozo. Su propia autora a¨²n hoy se pregunta c¨®mo la cr¨®nica estremecedora de una ni?a que padece malos tratos pudo llegar a triunfar en las emisoras de medio mundo.
SUZANNE VEGA
Voz, guitarra ac¨²stica, al frente de un quinteto. Festival ?nicas. Teatro Calder¨®n. Madrid, 30 de octubre.
Suzanne sabe manejar las armas de la seducci¨®n art¨ªstica. Tan pronto se muestra vulnerable, con el registro m¨¢s susurrante de esa voz personal y arenosa, como saca a relucir una iron¨ªa casi mal¨¦vola. La muy ingeniosa I'll never be your Maggie May le permiti¨® disparar alg¨²n que otro dardo envenenado al pendenciero de Rod Stewart. "Dejar¨ªa a la pobre Maggie para irse a jugar al billar", especul¨®. Puede que su m¨²sica no haya evolucionado mucho en estos 22 a?os de carrera, pero quiz¨¢s nunca fuera su objetivo. Temas como Luka, left of center o The queen and the soldier gozan del beneficio de la atemporalidad. Sus m¨²sicos son conscientes de ello y optan por arropar a su jefa sin grandes aspavientos. Total, que la chica fr¨ªa y adusta result¨® no serlo tanto. Sus l¨²cidos relatos de amor (o desamor) y dem¨¢s estampas de la Gran Manzana no difieren tanto, a fin de cuentas, de las que se podr¨ªan desgranar aqu¨ª mismo en la fr¨ªa meseta.
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