Paul Tibbets, piloto del 'Enola Gay'
Lanz¨® sobre Hiroshima la primera bomba at¨®mica
La primera vez que se subi¨® a un avi¨®n, con apenas 12 a?os, lanz¨® caramelos inocentes sobre un hip¨®dromo de Florida. Una vez convertido en piloto del ej¨¦rcito estadounidense, Paul W. Tibbets recibir¨ªa el encargo de lanzar desde el infausto bombardero Enola Gay el cargamento m¨¢s mort¨ªfero de la historia: la bomba nuclear que arras¨® Hiroshima el 6 de agosto de 1945.
Este piloto y general del ej¨¦rcito estadounidense, cuyo nombre ha quedado unido para siempre a uno de los actos de guerra m¨¢s aterradores y a la vez definitivos de la historia de la humanidad, falleci¨® ayer, 1 de noviembre, en su casa de Columbia (Ohio) a los 92 a?os.
Hac¨ªa a?os que arrastraba achaques diversos. Pero para ¨¦l no habr¨¢ funeral ni l¨¢pida. Seg¨²n su amigo Gerry Newhouse, citado por el diario The New York Times, Tibbets as¨ª se lo pidi¨®: quer¨ªa evitar que sus detractores tuvieran un lugar frente al que protestar por haber aceptado una misi¨®n que a¨²n hoy sigue levantando ampollas.
"Siempre consider¨¦ que era una manera de salvar vidas. Yo no bombarde¨¦ Pearl Harbour, no empec¨¦ la II Guerra Mundial, mi misi¨®n fue terminarla", declar¨® en una ocasi¨®n en el diario Virginia Pilot.
Tibbets jam¨¢s se arrepinti¨® de haber participado en el lanzamiento de la primera bomba at¨®mica, bajo cuyo efecto murieron 70.000 personas de forma casi instant¨¢nea y otras tantas en los meses posteriores a su explosi¨®n.
"Yo ten¨ªa muchas ganas de llevar a cabo la misi¨®n. Quer¨ªa hacer todo lo que estuviera en mi mano para subyugar a Jap¨®n. Quer¨ªa matar a esos bastardos. ?sa era la actitud en Estados Unidos durante aquellos a?os. Me hab¨ªan convencido de que salvar¨ªamos m¨¢s vidas as¨ª", declar¨® en un documental de la cadena PBS en referencia a las muertes que habr¨ªa provocado la alternativa a la bomba, invadir Jap¨®n.
"Habr¨ªa sido una equivocaci¨®n desde el punto de vista ¨¦tico haber tenido la bomba y no haberla utilizado y haber permitido que murieran millones de personas", declar¨® en aquella cinta titulada The men who brought the dawn (Los hombres que trajeron el amanecer).
Tibbets, nacido en Quincy (Illinois) en 1915, supo que quiso ser piloto desde que se subi¨® a aquel avi¨®n en Florida y el piloto le invit¨® a lanzar caramelos como parte de una campa?a publicitaria. Aunque su padre quer¨ªa que fuera m¨¦dico, su madre le apoy¨® en la persecuci¨®n de su sue?o. Tibbets se lo pagar¨ªa bautizando en su honor con su nombre, Enola Gay, el B-29 con el que atacar¨ªa Hiroshima.
Tibbets se alist¨® en el Ej¨¦rcito en 1937 y pronto comenz¨® a brillar por sus capacidades como piloto. Una vez que Estados Unidos entr¨® en la II Guerra Mundial, ¨¦l fue encargado de dirigir desde su avi¨®n B-17 el primer bombardeo estadounidense sobre Alemania.
La confianza en ¨¦l era tal que tambi¨¦n fue escogido para transportar al general Eisenhower desde Estados Unidos hasta Gibraltar. "Lo elegimos porque era un magn¨ªfico piloto de aviones pesados, con a?os de experiencia como piloto militar y era el que m¨¢s sab¨ªa sobre el B-29", escribi¨® sobre el general Leslie R. Groves Jr, que supervis¨® el Manhattan Project, en el que se incub¨® la bomba at¨®mica.
En septiembre de 1944, tras probar el reci¨¦n construido B-29, el primer bombardero intercontinental, fue informado del Manhattan Project y se le pidi¨® que creara un escuadr¨®n especial que eventualmente ser¨ªa el encargado de lanzar el artefacto.
Dirigi¨® y entren¨® a 1.800 hombres en una base secreta en Utah y a finales de julio de 1945 recib¨ªa la orden de hacer los preparativos finales. Traslad¨® a sus mejores hombres a la isla de Tinian, en las islas Marianas, y en la madrugada del 6 de agosto despeg¨® rumbo a Hiroshima con Little Boy (nombre de la bomba) en el est¨®mago del Enola Gay.
El lanzamiento fue preciso. "El gigantesco hongo de color p¨²rpura se ha elevado por encima de nosotros y hierve como si fuera un ser terriblemente vivo", escribi¨® en sus memorias al recordar la primera impresi¨®n.
Tras aquel cataclismo, y el que le sucedi¨® en Nagasaki tres d¨ªas despu¨¦s, Jap¨®n se rindi¨®. Pero arranc¨® el debate, que a¨²n hoy sigue vivo, sobre las consecuencias de utilizar un arma de un calibre tan mort¨ªfero.
Para Tibbets, en cambio, el debate era otro. "En la guerra no hay moral. Hay que encontrar una manera de eliminar las guerras que sirva para acabar con las peleas entre pa¨ªses".
![Paul Tibbets, junto al bombardero <i>Enola Gay,</i> en 1945.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7VW3XCZ3QESJ6X2JZEM52RUBZE.jpg?auth=71e407ea179ed7a498282d2cc8deace620f973da99b316b7f46af7c037fbd15a&width=414)
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