Un racismo de baja intensidad
La xenofobia empieza a instalarse en lugares donde se integran los inmigrantes
Espa?a no es xen¨®foba. Las encuestas reflejan que la sociedad ha incorporado sin grandes sobresaltos el mayor flujo de inmigrantes que ha conocido el pa¨ªs. Pero algunas agresiones, las dificultades de convivencia y la competencia por servicios como las urgencias o plazas de colegio empiezan a dibujar otro panorama: el racismo de baja intensidad. Una sensaci¨®n latente -y ya no tan latente en zonas con alta densidad de extranjeros- de que disminuye el pastel del Estado de bienestar.
"Este racismo se basa en la percepci¨®n del otro como alguien que te puede crear problemas. Se tiende a generalizar: el otro pasa a ser el conflictivo, el maleducado, el delincuente", argumenta Adelas Ros, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y ex secretaria de Inmigraci¨®n de la Generalitat. "Es una tonter¨ªa llamar a eso racismo", eleva el tono Riduan, de la Asociaci¨®n de Inmigrantes Marroqu¨ªes. "Lo que sucede es que los espa?oles de clase trabajadora ven amenazados sus privilegios por una clase a¨²n m¨¢s necesitada que ellos", subraya Riduan, que insiste: "?Eso no es racismo!".
Las encuestas reflejan que la inmigraci¨®n ha ido creciendo como preocupaci¨®n de los espa?oles hasta llegar al tercer puesto. Y datos como que el 59% de los espa?oles cree que los inmigrantes "lastran los salarios" muestran una culpabilizaci¨®n creciente del que viene de fuera.
"Son muchos y son maleducados", es el resumen verbalizado de Marta P., de 34 a?os y dependienta de una tienda en Alcorc¨®n (165.000 habitantes, 15% de inmigrantes). "Los que se llenan la boca con la integraci¨®n viven en zonas de ricos y no conviven con ellos", zanja Marta, hasta ahora votante del PSOE, en un discurso que ha calado en todo el espectro ideol¨®gico.
La xenofobia se dispara all¨ª donde m¨¢s inmigrantes hay y, precisamente, en algunos donde se ha hecho m¨¢s esfuerzos por su integraci¨®n: en Vic (40.000 habitantes), el acceso a las escuelas p¨²blicas est¨¢ en el origen del ascenso del partido xen¨®fobo Plataforma per Catalunya. Fue el segundo m¨¢s votado en mayo, con el 18% de los votos. Y lo fue despu¨¦s de un esfuerzo del Ayuntamiento por repartir inmigrantes entre los colegios concertados para no concentrar todos en dos centros p¨²blicos. Vic tiene un 25% de inmigrantes -sobre todo magreb¨ªes y subsaharianos-, hasta el 40% en algunos barrios.
La ascensi¨®n de Plataforma per Catalunya se explica, en buena medida, por la permanente campa?a electoral de su l¨ªder, Josep Anglada, que durante a?os ha mantenido "una estructura de poder paralela", en palabras del concejal Joan L¨®pez. Si los vecinos ten¨ªan un problema, llamaban a Anglada y ¨¦ste, convertido en una especie de padrino, les daba una soluci¨®n.
No son una aparici¨®n aislada. En Talayuela, pueblo cacere?o premiado por su labor de "concordia", Iniciativa Habitable, grupo con un agresivo argumentario contra los extranjeros, obtuvo en las elecciones de mayo el 27% de los votos de esta poblaci¨®n, con un 35% de inmigrantes censados. Y esas plataformas con un mensaje abiertamente xen¨®fobo empiezan a proliferar en las ciudades del cintur¨®n de Madrid. La Plataforma por Alcorc¨®n, por ejemplo, no esconde que su principal reivindicaci¨®n es que "los espa?oles est¨¦n por delante". Muchos de ellos frecuentan foros comunes en Internet. De semejante corpus ideol¨®gico se nutren Vientos del Pueblo (Getafe) o Alcal¨¢ Habitable.
El sustento de este rechazo, exponen los soci¨®logos, est¨¢ en algunas "leyendas urbanas". Por ejemplo, que a los extranjeros no se les cobran impuestos al abrir un negocio, o que tienen m¨¢s facilidades para acceder a las ayudas p¨²blicas. Es falso. Adem¨¢s, los inmigrantes que quieren acceder a las ayudas "deben pagar sus impuestos". Las subvenciones de los Ayuntamientos se ci?en a asuntos como "ense?anza del espa?ol o asesor¨ªa jur¨ªdica". Ese es el programa de Villaviciosa de Od¨®n (26.000 habitantes, 10% inmigrantes).
La comunidad latinoamericana es una de las que ha expresado con mayor contundencia su temor a una oleada racista en Espa?a. "La agresi¨®n a la menor ecuatoriana en Catalu?a es un hecho aislado, pero pone en evidencia acciones de racismo en el d¨ªa a d¨ªa. En el plano laboral, administrativo o social, nos topamos con actitudes xen¨®fobas", explica Javier Boldoni, responsable de Fedelatina, que agrupa a las asociaciones latinoamericanas en Catalu?a.
"No es normal que haya enfrentamientos con los espa?oles", dice Mar¨ªa, propietaria de La Perla del Pac¨ªfico, un peque?o restaurante en el barrio madrile?o de Tetu¨¢n. Sin embargo, cada comunidad tiene sus propias zonas de ocio y nunca se juntan. "Los peores son los moros, los ecuatorianos no molestan", dice con su peculiar filosof¨ªa de vida Susana, vecina "de toda la vida del barrio". Pero a veces s¨ª hay problemas. Aunque sean "de baja intensidad". A Stefani le daban crisis de ansiedad. Tiene 14 a?os y, seg¨²n el perfil trazado por los psic¨®logos, "est¨¢ acomplejada". En el colegio la insultan. La llaman "gorda". Pero no s¨®lo eso. Tambi¨¦n le recuerdan que tiene la piel oscura y que no naci¨® en Espa?a. En definitiva, que es ecuatoriana.
Cuando habla de "incidentes graves", Boldoni se refiere a las agresiones f¨ªsicas, que son minoritarias. Las ejecutan, habitualmente, grupos de ideolog¨ªa neonazi. En Madrid, abundan en el Corredor del Henares. En Catalu?a, est¨¢n activas en el llamado "tri¨¢ngulo xen¨®fobo", en la comarca del Vall¨¨s. Sus integrantes ni crecen ni desaparecen. "Es dif¨ªcil dar el salto cualitativo de las palabras a las agresiones", analizan los expertos.
Sin embargo, las palabras con su remoquete inicial inevitable, "yo no soy racista, pero..." s¨ª que empiezan a calar. En el distrito de San Crist¨®bal de los ?ngeles (40% de inmigraci¨®n) aguardan en una marquesina. Dicen que est¨¢n esperando "la patera". En realidad, el autob¨²s, pero "va lleno de moros". Las palabras despectivas y los chistes se han vuelto algo cotidiano.
"Fuera rumanos. No al incivismo. No somos racistas". Bajo esta pancarta salieron a la calle, en febrero, cientos de vecinos de una barriada obrera de Badalona, un municipio del ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Los vecinos pretend¨ªan expulsar a 25 rumanos de etnia gitana que viv¨ªan en un piso de 60 metros cuadrados. En el origen de aquella violenta protesta -los extranjeros se marcharon- hab¨ªa un conflicto de convivencia: los nuevos inquilinos eran de higiene descuidada y montaban jaleo.
Pese a la insistencia de los vecinos en desmarcarse de cualquier matiz de xenofobia, los expertos ven en acciones como ¨¦sta la existencia de un racismo latente, que de forma casi inconsciente ti?e la base social. ?Quiere decir eso que los espa?oles somos racistas? La respuesta, a juzgar por lo que dicen los propios interesados, es un contundente "no". De hecho, seg¨²n un estudio de 2006 del Observatorio Espa?ol del Racismo, el 65% de los espa?oles ve positivamente "la llegada de personas de otras razas, religiones y culturas". Al 91% le parece bien que cobren el paro y al 85% le parece justo que traigan a su familia.
En lo que va de a?o, SOS Racismo ha recibido 270 denuncias. La estad¨ªstica incluye los casos de racismo "de baja intensidad", que son la mayor¨ªa -discriminaci¨®n laboral o en el acceso a una vivienda-, pero tambi¨¦n las supuestas agresiones de individuos y agentes de la polic¨ªa. Hace pocos meses, Miwa Buene, congole?o, se qued¨® tetrapl¨¦jico tras recibir una paliza de un individuo que le gritaba "?mono de mierda!". Mireia, la mujer de Miwa, no tiene dudas: "Si eres negro, no vales nada".
"El Estado de Bienestar se ha quedado corto", concluye Ros. En Madrid, las instituciones dejan claro que "no hay discriminaci¨®n. Ni positiva ni negativa". Aunque reconocen que se dan choques culturales. Por ejemplo, en las urgencias de los hospitales. "Las urgencias son un sitio duro y la gente se pone nerviosa", explica un trabajador del 12 de Octubre, de Madrid. "Hay bofetadas de vez en cuando", explica. No es raro que los espa?oles afeen a los extranjeros hacer uso de una asistencia a la que no tienen "tanto" derecho como ellos.
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