Cambio idiom¨¢tico

Los hay que sufren porque aquello que estiman de primer orden se est¨¦ degenerando, o llegue a convertirse en un suced¨¢neo artificial y sin gracia. Es el caso de los que amamos nuestro idioma, que, pese a su pujanza en el mundo de la hora presente, adolece del uso viciado que de ¨¦l hacen los medios de comunicaci¨®n y de un mal sistema de ense?anza.

Seg¨²n s¨ªntomas, son legi¨®n los incr¨¦dulos (o ignaros) de que sea perjudicial este cambio que afecta al idioma; de que, en las causas de ¨¦ste, influya nada ni nadie, m¨¢s all¨¢ de las circunstancias que son raz¨®n del normal devenir de toda lengua en ebullici¨®n.

A lo que parece, el sentir general es que no es cre¨ªble lo que dicen unos pocos acad¨¦micos cicateros: que en los principales medios transmisores de cultura se da un contumaz uso bastardo del espa?ol, que va en detrimento de la misma divulgaci¨®n cultural y de nuestra eficiencia como hispanohablantes, motivado principalmente por el af¨¢n de un mal entendido prestigio, am¨¦n de la pereza mental.

Leer El dardo en la palabra -best seller poco le¨ªdo y menos aceptado-, de Fernando L¨¢zaro Carreter, es hoy fundamental para escribir y hablar el espa?ol sin dejarse llevar de mala manera por esta corriente, de corte "period¨ªstico y ministerial", en la que medran hoy tantos apasionados reporteros de sobremesa.