?Victoria en Irak?
Alguien se atrever¨ªa a afirmar hoy, contra la impresi¨®n generalizada, que la intervenci¨®n militar en Irak en vez de un fracaso catastr¨®fico va cumpliendo con sus objetivos y ha alcanzado ya un punto de no retorno? Bartle Bull, experto ingl¨¦s en el Medio Oriente, en el ¨²ltimo n¨²mero de Prospect, la prestigiosa revista londinense que dirige David Goodhart, publica un ensayo defendiendo esta tesis, titulado: Misi¨®n cumplida. Sus argumentos son pol¨¦micos pero nada propagand¨ªsticos ni demag¨®gicos.
Bull pone de lado la cuesti¨®n de si fue err¨®nea o acertada la decisi¨®n de intervenir en Irak -algo que decidir¨¢n en el futuro los historiadores- y se limita a hacer un cotejo entre la situaci¨®n actual del pa¨ªs y la que reinaba all¨¢ hace cuatro a?os y medio, cuando Estados Unidos, Inglaterra y un grupo de pa¨ªses aliados decidieron acabar con la dictadura de Sadam Husein. Sostiene que en la actualidad las fuerzas de la coalici¨®n se hallan en Irak con la anuencia de un gobierno democr¨¢ticamente elegido y con un mandato que la ONU ha venido renovando cada a?o desde mayo de 2003, la ¨²ltima vez en agosto pasado.
Hillary o Giuliani s¨®lo retirar¨ªan tropas de EE UU si el Gobierno iraqu¨ª puede reemplazarlas
Los sacrificios del pueblo iraqu¨ª en los ¨²ltimos cuatro a?os y medio no habr¨¢n sido in¨²tiles
A su juicio, las metas estrat¨¦gicas de la intervenci¨®n se han alcanzado. Irak no se ha desintegrado y su unidad territorial y pol¨ªtica parece ahora m¨¢s firme que anta?o pues el descentralizado sistema en marcha cuenta incluso con el apoyo de los kurdos, cuya vocaci¨®n independentista ha mermado de manera radical. En vez de una dictadura, el pa¨ªs es una democracia en la que, en todas las elecciones celebradas, la participaci¨®n popular ha sido enorme, por encima de la que caracteriza a las sociedades abiertas de Occidente, de modo que su gobierno tiene una indiscutible legitimidad jur¨ªdica y pol¨ªtica. Y se ha dado una Constituci¨®n que garantiza una independencia institucional y libertades p¨²blicas que ni Irak, ni ninguno de sus vecinos, ha conocido en su historia. No ha estallado la guerra civil e Ir¨¢n no ha ocupado Irak ni tutela su vida pol¨ªtica. El pa¨ªs ha dejado de ser un peligro para la paz mundial y, aunque muy lentamente, va convirti¨¦ndose en la primera sociedad ¨¢rabe con elecciones libres, libertad de prensa, partidos pol¨ªticos diversos y derechos civiles reconocidos.
La violencia, claro est¨¢, sigue causando terribles sufrimientos. Pero, aunque sea obscena la comparaci¨®n, el n¨²mero de v¨ªctimas de esta guerra y del terrorismo resultante -entre ochenta y doscientas mil se cifran los c¨¢lculos- est¨¢ lejos de alcanzar el mill¨®n y medio de muertos que resultaron de las guerras, genocidios y represiones del r¨¦gimen baazista de Sadam Husein. La inmensa mayor¨ªa de estas muertes ha sido obra de las matanzas ciegas e indiscriminadas contra la poblaci¨®n civil cometidas por los terroristas extranjeros de Al Qaeda o los de organizaciones sun¨ªes y chi¨ªes que guerreaban entre s¨ª y trataban de neutralizar a la poblaci¨®n civil mediante el p¨¢nico. Aunque este g¨¦nero de violencia probablemente se prolongue todav¨ªa durante buen tiempo -el n¨²mero de fan¨¢ticos capaces de hacerse volar en pedazos con un cami¨®n o coche cargado de explosivos parece inacabable- ella ha perdido toda significaci¨®n pol¨ªtica y en la actualidad se ha convertido en un problema puramente local y policial. Ha ido disminuyendo poco a poco, y el hecho decisivo en su contra ha sido el distanciamiento y la ruptura crecientes entre Al Qaeda y la poblaci¨®n sun¨ª, cuya alianza se fue enfriando a medida que los dirigentes sun¨ªes se convenc¨ªan de que, al contrario de lo que creyeron al principio, las tropas norteamericanas e inglesas s¨®lo abandonar¨¢n el pa¨ªs cuando el gobierno iraqu¨ª est¨¦ en condiciones de asegurar el orden y la paz. En otras palabras, de que Irak no ser¨¢ un segundo Vietnam.
Bartle Bull se?ala que la alianza entre Al Qaeda y otras sectas terroristas fundamentalistas -todas ellas m¨¢s o menos identificadas con un wahabismo radical-, empe?adas en resucitar la pureza de costumbres y la ortodoxia doctrinaria "de tiempos del profeta", y los sun¨ªes del Baaz -un partido inspirado en el nacional socialismo de Hitler, no hay que olvidarlo- ansiosos de restaurar los privilegios de que gozaban en tiempos de Sadam Husein estaba condenada al enfrentamiento. El malestar fue creciendo cuando los fan¨¢ticos wahabistas extranjeros, en su furia puritana, empezaron a imponer en las zonas dominadas por ellos su r¨ªgida moral, prohibiendo el cigarrillo, asesinando a los vendedores de alcohol y a los jeques de las tribus, as¨ª como casando a la fuerza a las j¨®venes con los "emires" del llamado "Estado isl¨¢mico de Irak". La ruptura se consum¨® cuando los sun¨ªes comprendieron que pod¨ªan encontrar una forma de acomodo y convivencia en el nuevo Irak donde la mayor¨ªa chi¨ª -tres veces m¨¢s numerosa que la minor¨ªa sun¨ª- tendr¨¢ las riendas del poder.
Bull se?ala que la nueva pol¨ªtica pragm¨¢tica de los sun¨ªes ha hecho posible, por ejemplo, la notable transformaci¨®n de la provincia de Anbar, durante buen tiempo una ciudadela de la resistencia y el terrorismo y ahora la m¨¢s pac¨ªfica de todo el pa¨ªs. De las 18 provincias iraqu¨ªes, en la mitad de ellas la violencia se ha reducido a niveles m¨ªnimos o desaparecido. Este proceso deber¨ªa acelerarse a medida que la poblaci¨®n sun¨ª sienta, en los hechos, que su supervivencia no est¨¢ amenazada en el Irak dominado por los chi¨ªes y que su presencia tanto en las instituciones como en la vida econ¨®mica, pol¨ªtica y social se halla segura. Un paso en esta direcci¨®n, dice Bull, ha sido el acuerdo de principio entre chi¨ªes, sun¨ªes y kurdos sobre la delicada cuesti¨®n de la distribuci¨®n de los ingresos petroleros, que deber¨¢ confirmarse pronto con la firma de una ley, avalada por Estados Unidos, la Uni¨®n Europa y las Naciones Unidas.
Bull destaca algunos hitos claves en este desarrollo. La batalla entre sun¨ªes y chi¨ªes desencadenada con la destrucci¨®n, por aqu¨¦llos, de la mezquita de Samarra. Fue el momento en el que la guerra civil generalizada pareci¨® inevitable. Pero los sun¨ªes, cediendo al realismo, dieron marcha atr¨¢s cuando se vieron derrotados. A partir de entonces comenzaron, con discreci¨®n al principio y ahora de manera expl¨ªcita, a pactar con los Estados Unidos y el gobierno de Maliki. Uno de los efectos de estos acuerdos ha sido el n¨²mero creciente de sun¨ªes incorporados en los ¨²ltimos meses al Ej¨¦rcito y a las fuerzas policiales iraqu¨ªes: cinco mil s¨®lo en las ¨²ltimas semanas. Al mismo tiempo, en un gesto de reciprocidad, el gobierno iraqu¨ª dio empleo en los servicios del Estado a otros siete mil sun¨ªes y reconoci¨® el derecho a jubilaci¨®n completa a todos los ex oficiales y soldados baazistas, con excepci¨®n de los 1.500 vinculados a cr¨ªmenes y torturas, la mayor¨ªa de los cuales, por lo dem¨¢s, est¨¢n ya presos, muertos o han huido a Siria, Jordania y Arabia Saudita.
Este es un resumen muy sucinto del ensayo de Bartle Bull. Mi impresi¨®n es que, aunque pueda parecer demasiado optimista y aunque no subraye lo suficiente, entre sus consideraciones, las secuelas tr¨¢gicas que sin duda tendr¨¢ para la reconstrucci¨®n de Irak y la normalizaci¨®n de su vida social la atroz hemorragia de vidas humanas y bienes causada por el terror, as¨ª como la emigraci¨®n al extranjero de sus mejores cuadros, ejecutivos y profesionales, las perspectivas que el analista brit¨¢nico se?ala para el porvenir de Irak son probablemente exactas, aunque los plazos sean acaso m¨¢s prolongados de lo que ¨¦l cree. S¨®lo el odio tan extendido hacia los Estados Unidos explica ese consenso, entre los comentaristas y pol¨ªticos occidentales y tercermundistas, de que, al igual que en Vietnam, las tropas norteamericanas terminar¨¢n partiendo a la carrera, expulsadas de Irak por los "resistentes" y la repulsa de la opini¨®n p¨²blica internacional. Con todo lo sangrienta y dolorosa que es la situaci¨®n sobre el terreno, lo cierto es que en Irak no son los Estados Unidos y Gran Breta?a sino las bandas terroristas las que van llevando ahora la peor parte. La contraofensiva ¨²ltima dirigida por el general Petraeus ha tenido incluso m¨¢s logros de los esperados y, hasta el momento, no ha habido el menor retroceso. Y es claro que se hac¨ªan ilusiones quienes pensaban que con un triunfo dem¨®crata en las pr¨®ximas elecciones en Estados Unidos, vendr¨ªa la desbandada. Hillary Clinton y Giuliani, los dos probables candidatos, han dejado bien en claro que a este respecto su posici¨®n es semejante: la retirada de las tropas se ir¨¢ haciendo s¨®lo en la medida en que el gobierno iraqu¨ª est¨¦ en condiciones de reemplazarlas tanto en la batalla contra el terror como en el mantenimiento del orden p¨²blico. Si es as¨ª, yo tambi¨¦n pienso que los enormes sacrificios hechos estos ¨²ltimos cuatro a?os y medio por el pueblo iraqu¨ª no habr¨¢n sido in¨²tiles.
? Mario Vargas Llosa, 2007. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2007.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.