Combate contra la evidencia
La insistencia del PP en mantener las fantas¨ªas sensacionalistas en torno a los atentados del 11-M a pesar de la sentencia dictada por la Audiencia Nacional no es s¨®lo una manifestaci¨®n de contumacia. Es tambi¨¦n, y sobre todo, la prueba de que la estrategia que ha seguido en este asunto a lo largo de la legislatura no tiene marcha atr¨¢s, ni aun en el dudoso supuesto de que sus dirigentes quisieran volver sobre sus pasos. Desde el mismo d¨ªa de la matanza, los populares se fueron adentrando en el callej¨®n sin salida de unas declaraciones tan descomunales, de unos signos de desprecio tan inequ¨ªvocos al Estado de derecho, sus instituciones y sus procedimientos que, al final, se encuentran encadenados a sus desaforadas palabras y a sus extravagantes iniciativas parlamentarias. Dicho en otros t¨¦rminos, lo que hubiera resultado extraordinario a estas alturas es que, tras conocer el fallo de la Audiencia, los dirigentes del PP hubieran convocado una rueda de prensa para declarar con tanta solemnidad como contrici¨®n: de acuerdo, nos equivocamos, la instrucci¨®n del sumario fue solvente y con garant¨ªas, la fiscal¨ªa hizo bien su trabajo y el tribunal ha dictado una sentencia fundamentada y cargada de sentido.
Fuera del PP se considera que, a pocos meses de las generales, su contumacia le pasar¨¢ una abultada factura electoral, y no es dif¨ªcil advertir cierta satisfacci¨®n por lo que se considera un nuevo movimiento en falso de Rajoy y los suyos. Pero es que el razonamiento desde el que parecen actuar los dirigentes populares es exactamente el contrario: lo que les pasar¨ªa una abultada factura electoral ser¨ªa aceptar ahora lo que han venido negando durante tres a?os, lo que desmovilizar¨ªa a sus votantes ser¨ªa reconocer ante ellos que han malgastado una legislatura combatiendo a sabiendas contra molinos y no contra gigantes. Y cuantas m¨¢s evidencias existan de que ha sido as¨ª, de que se han obstinado en un combate son¨¢mbulo al que han arrastrado a un tercio de la opini¨®n p¨²blica, m¨¢s se encastillar¨¢n en sostener que los atentados del 11 de marzo siguen sin estar resueltos. Cuentan para este prop¨®sito con el apoyo incondicional de quienes, no es que se jueguen las elecciones, sino la solvencia y la credibilidad: los medios sensacionalistas que han suministrado el combustible necesario para mantener vivos los fuegos fatuos de esta farsa.
Resultar¨ªa ingenuo creer que basta con esgrimir la sentencia para acorralar a los populares y dejar al descubierto la obscena manipulaci¨®n que han perpetrado. A su estrategia le conviene que la sentencia siga en el primer plano pol¨ªtico mucho tiempo, puesto que cuanto mayor sea el tiempo del que dispongan mayores ser¨¢n las posibilidades de que funcione el mecanismo que suelen aplicar a las situaciones que, en cualquier l¨®gica diferente de la suya, parecer¨ªan desesperadas: si se logra establecer una batalla prolongada entre el absurdo y la evidencia, es la evidencia la que se deteriora y el absurdo el que sale reforzado. La sentencia sobre los atentados no ser¨ªa el primer caso de esta legislatura en el que los populares han buscado este efecto aberrante y, a juzgar por las encuestas, sus esfuerzos no han sido desgraciadamente en vano. Por esta raz¨®n, el resto de las fuerzas democr¨¢ticas deber¨ªan extraer las conclusiones y pensar con detenimiento la estrategia que conviene enfrentar a este modo artero de hacer pol¨ªtica, y no dar por descontado que, en el terreno de la confrontaci¨®n electoral a cara de perro que se prolongar¨¢ durante estos meses, el PP acabar¨¢ asumiendo que la sentencia le deja sin capacidad de reacci¨®n.
En este sentido, la propuesta de IU para que el Congreso apruebe una resoluci¨®n de apoyo a la sentencia es un error pol¨ªtico y una aberraci¨®n institucional. Un error pol¨ªtico porque, en el fondo, le est¨¢ ofreciendo al PP la mejor de las plataformas para prolongar su esperp¨¦ntico aunque eficaz combate contra la evidencia, permiti¨¦ndole, adem¨¢s, revestir el absurdo con las galas de la respetabilidad parlamentaria. Una aberraci¨®n institucional porque, sean cuales sean los manejos de los populares, lo ¨²ltimo que cabr¨ªa hacer es asumir impl¨ªcitamente que una sentencia del Poder Judicial necesita del refrendo del Poder Legislativo para que surta la totalidad de sus efectos. Dar un innecesario respaldo pol¨ªtico a una sentencia permitir¨ªa al PP realizar uno de esos sutiles desplazamientos sem¨¢nticos en los que ha acreditado una redomada maestr¨ªa, y decir que estamos, simplemente, ante una sentencia pol¨ªtica.
La Audiencia Nacional ha fallado sobre el caso m¨¢s grave de terrorismo que se ha producido en Europa; quienes se conforman con el fallo dar¨¢n por terminado el proceso y quienes disienten disponen a¨²n de la v¨ªa del recurso. Si el PP no recurre a sus vergonzantes terminales dentro de la sala, tan activas durante la vista oral, para activar este ¨²ltimo procedimiento y dar forma jur¨ªdica a su b¨²squeda de la "autor¨ªa intelectual" es porque sabe sobradamente que por ah¨ª no tiene salida. Ser¨ªa desastroso conced¨¦rsela en el terreno pol¨ªtico.
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