De los aerolitos a las lagartijas
El poeta Carlos Edmundo de Ory deposita hoy su legado secreto en una de las cajas del Instituto Cervantes
Ajeno a la inquina, ajeno al rencor. Ajeno a la envidia, despectivo con la tristeza. Amigo de las ma?anas, amigo de la risa, hermano de todas las luces, nadie sabe qu¨¦ es lo que depositar¨¢ hoy Carlos Edmundo de Ory (C¨¢diz, 1923) en su caja del Instituto Cervantes. Uno de sus aerolitos, quiz¨¢s: "No se puede decir. El espacio es reducido, el tiempo relativo -s¨®lo puede estar all¨ª metido 15 a?os- y el objeto secreto", cuenta Ory, poeta maldito, so?ador dad¨¢, autoexpulsado de un pa¨ªs en el que sufri¨®, como recuerda, "la conspiraci¨®n del silencio".
Puede que en la caja deje un aire de ese sentido com¨²n hijo del surrealismo que le hizo fabricar algo como el postismo en plena posguerra. El mismo que hoy se puede identificar en ¨¦l cuando contempla las flores de una mesa en un hotel con un sombrero en el que lleva atada una lagartija.
"Yo siempre me he definido como un tr¨¢gico feliz. No soy pesimista"
"La revoluci¨®n hoy la tenemos que hacer cada uno, sin utop¨ªas"
Tambi¨¦n es posible que Carlos Edmundo de Ory deje hoy encerrada en la caja una de sus carcajadas de ni?o travieso. La risa fue siempre su quimera en mitad de tanto odio, de tanta derrota. "La risa es el sexo del alma", reza uno de sus aerolitos. "Claro, claro. Yo siempre me he definido como un tr¨¢gico feliz. No soy pesimista, un pesimista es un maleducado", asegura. Puede que ¨¦l se fuera de Espa?a porque la gente re¨ªa poco, pero no recuerda: "Tampoco lo creo, aqu¨ª tenemos a Don Quijote o a Quevedo, una maravilla, aunque su risa a veces sea amarga, soez, escabrosa. De todas maneras, ?qu¨¦ iba a hacer yo aqu¨ª, un t¨ªo que proclamaba: 'Soy un rey desterrado en un retrete?".
A lo mejor mete bajo llave una lecci¨®n de lo que ¨¦l cree que es la poes¨ªa, recogida recientemente en la antolog¨ªa M¨²sica de lobo (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores): "La poes¨ªa no es literatura, es habla, es prosa incluso. No deber¨ªamos partirla en versos, quiero decir que la poes¨ªa no debe ser prosodia, ni ret¨®rica", cuenta.
Lo dice quien detesta los oropeles, la fama, aunque le haga ilusi¨®n que sus poes¨ªas den lugar a foros m¨¢s que animados en Internet, propios de un autor de culto. "Los poetas deber¨ªamos ocultarnos. Da lo mismo. Los escritores, de todas formas, ya han desaparecido. Hoy entras en una librer¨ªa y, ?qu¨¦ ves? Libros de futbolistas y de pol¨ªticos". Hay quien sospecha que Carlos Edmundo de Ory, en el dep¨®sito del Instituto Cervantes, podr¨ªa colocar en una esquina algo de su arrojo combativo. ?Se acuerda del aerolito: Escritores, deb¨¦is elegir. El estilo o la revoluci¨®n? ?Usted con qu¨¦ se qued¨®? "Con algo de los dos", afirma hoy.
Sus embates se han ido moderando. "Cuando me levantaba y abr¨ªa la ventana, sol¨ªa decir: ?Hola, camarada d¨ªa! Ahora s¨®lo saludo al d¨ªa. Vienen a verme soldados del comandante Marcos, muy bien, me hace ilusi¨®n. Yo antes me negaba a ser feliz hasta que todo el mundo lo fuera, pero ahora me he dado cuenta de que mucha gente es que no quiere, rechaza la felicidad. La revoluci¨®n, hoy, la tenemos que hacer cada uno, individualmente, sin utop¨ªas".
Espa?a no, Espi?a
Para no dejar de mofarse de todo, para que no dejen de tildarle de hereje ap¨¢trida, Carlos Edmundo de Ory, poeta tan limpio como provocador, quiere terciar en eso de la letra del himno nacional. Nadie como ¨¦l para desinflar las coartadas patrioteras. Nadie como este poeta guas¨®n, cuyos versos han servido para hacer canciones a Luis Eduardo Aute o Fernando Polavieja para inventar unas consignas que nos ayuden a re¨ªrnos de nosotros mismos: "Cuando fundamos el postismo propusimos hasta un nuevo nombre para Espa?a. ?Por qu¨¦ no llamarla Espi?a? Por cambiar", recuerda. "Ser¨ªa muy bonito pasar a ser espi?ol, ?no cree?". Incluso propone una letra que resultar¨ªa de f¨¢bula para las dos Espa?as, perd¨®n Espi?as. "Espi?a, Espi?a, que la envidia no sea ti?a. / Yo te canto con mis entra?as, / por no decir mis entri?as". A ver qu¨¦ dicen en la SGAE.
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