El poder de la copla

A Miguel de Molina fueron a buscarlo tres hombres con txapelas y trincheras blancas a la puerta de su camerino del teatro Pav¨®n. Lo sacaron sin contemplaciones por la puerta de artistas, lo metieron en un auto y pusieron rumbo a los altos de la Castellana, cerca de donde est¨¢ hoy el grande de los grandes almacenes. All¨ª le atizaron con la culata de una pistola, le raparon la cabeza a tirones y de un golpe que le rompi¨® dos dientes, le metieron en la boca un frasco con aceite de ricino mezclado con vaselina, que hubo de apurar hasta la hez. Eso le pasaba, le gritaron, "por maric¨®n y por rojo". Cuando acabaron con ¨¦l, poni¨¦ndose en medio de la carretera consigui¨® parar un taxi, que le devolvi¨® al teatro. El empresario, un tal Prieto, falangista camisa vieja, pretend¨ªa que hiciese la funci¨®n de noche: con un pa?uelo en la cabeza, dec¨ªa, no se notar¨ªa el estropicio.... En la Guerra Civil, finalizada siete meses atr¨¢s, Molina y Amalia Isaura, su pareja art¨ªstica, hab¨ªan actuado para las tropas de la Rep¨²blica en el frente de Teruel, en la retaguardia y en los hospitales. Ahora empezaban a pagarlo.

"El poder no s¨®lo opera desde leyes y parlamentos, sino que tambi¨¦n lo hace desde la sentimentalidad", dice Xavier Albert¨ª

Molina fue el primer hombre en cantar el repertorio de las cupletistas sin imitarlas, es decir, sin vestirse como ellas ni afeminar la voz ni el gesto. Raquel Meller, la m¨¢s internacional de todas (y la pionera en hacer de la copla un g¨¦nero dram¨¢tico), celebr¨® la sublevaci¨®n de Franco en Par¨ªs, brindando con champ¨¢n, cuando todav¨ªa era la estrella del Casino. Tras la victoria azul, sabi¨¦ndose en el declive de su carrera, decidi¨® regresar a Barcelona, donde le montaron un espect¨¢culo a su medida, con m¨²sica del maestro Padilla. Coincidiendo con su vuelta, en la Ciudad Condal nac¨ªa Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, quien, con tanta copla col¨¢ndose por entre la ropa tendida, acab¨® siendo el gran relator de la cr¨®nica sentimental de Espa?a. Tres espect¨¢culos de ¨¦xito glosan estos d¨ªas las cr¨®nicas del periodista, la vida de la cupletista y las andanzas de Miguel de Molina, cuyo centenario se celebra en 2008. Son Cr¨®nica sentimental de Espa?a, Por los ojos de Raquel Meller y Ojos verdes.

Ojos verdes, dirigido por Marc Vilavella, es una de las sorpresas de este comienzo de temporada: llen¨® a diario el peque?o Espai Brossa y pronto estar¨¢ programado en un teatro grande. Vilavella, actor y cantante, pensaba sacar partido a sus facultades canoras recreando la vida de Jacques Brel o la de Ovidi Montllor en su montaje de fin de carrera del Institut del Teatre, en la especialidad de Dramaturgia, cuando una amiga le puso en las manos la autobiograf¨ªa de Miguel de Molina. Hasta entonces, ni hab¨ªa o¨ªdo hablar de ¨¦l. El libro le apasion¨®, y sus canciones m¨¢s. La vida de Miguel de Molina (1908-1993) da para una pel¨ªcula. Empez¨® abajo del todo. Su madre, que se ganaba la vida fregando, hubo de educarle en una casa de misericordia. El chico, espabilado, se pone a trabajar a los once a?os. A los catorce, cambia M¨¢laga por Algeciras, donde se hospeda y trabaja en el burdel de Pepa La Limpia.

Quiz¨¢ lo m¨¢s novelesco de la autobiograf¨ªa y del espect¨¢culo que la resume sea la iniciaci¨®n amorosa del cantante. El relato de la seducci¨®n de Molina por el moro Samido en el caf¨¦ ¨¢rabe de la Exposici¨®n Iberoamericana de Sevilla de 1929 y su desaparici¨®n repentina tras la noche que pasan juntos en la Alameda de H¨¦rcules huelen a s¨¢ndalo quemado en la l¨¢mpara de Las 1.001 noches.

Ojos verdes da cuenta de la devoci¨®n que el cantante sinti¨® por Lorca, de su rivalidad con la Piquer, de su ¨¦xito creciente... Su pareja art¨ªstica m¨¢s duradera fue Amalia Isaura, a quien llamaban "la enterradora de cupl¨¦s", porque los cortaba a la mitad para introducir recitados divertid¨ªsimos. Isaura y ¨¦l, a solas, hicieron durante la guerra carretera y manta por esos pueblos del levante republicano. Formaban una de aquellas parejas de variet¨¦s que Sanch¨ªs Sinisterra refleja tan bien en ?Ay Carmela! En esos d¨ªas, durante los momentos de tregua, en las trincheras franquistas se cantaba: "Yo te dar¨¦, / te dar¨¦ ni?a hermosa..." y los milicianos respond¨ªan entonando Ojos verdes. Las coplas tambi¨¦n eran un arma arrojadiza.

Con la victoria, la desgracia asalt¨® a los vencidos. Prieto, empresario falangista, ofreci¨® trabajo y protecci¨®n a Molina a cambio de un cach¨¦ bajo. "Si decides trabajar por tu cuenta", le advirti¨®, "puedes tener problemas graves". Y los tuvo. Tras el episodio del Teatro Pav¨®n se le puso dif¨ªcil seguir actuando, porque en sus espect¨¢culos aparec¨ªan siempre alborotadores. Los empresarios empezaron a esquivarle.

?Qui¨¦n se la ten¨ªa jurada a Miguel de Molina? Seg¨²n acabo averiguando, un alto funcionario, "homosexual resentido", escribe el cantante, con un cargo en Falange y muy pr¨®ximo a Serrano Su?er. Un predecesor de Roy M. Cohn, colaborador gay del senador MacCarthy. Acorralado el cantante puso rumbo a Suram¨¦rica.

Vilavella, que interpreta al protagonista de Ojos verdes, tiene 27 a?os y es catal¨¢n de pura cepa: "Mi familia todav¨ªa se pregunta de d¨®nde me viene la vena andaluza", explica. "Antes de meterme en esto, cre¨ªa que la copla era casposa. Ahora me parece que me estaba perdiendo algo importante. Mis abuelos, con todo lo catalanes que son, se saben de memoria much¨ªsimas coplas. Mi generaci¨®n tiene otros referentes en lo que al teatro musical respecta: s¨®lo se interesa por lo que viene de Broadway o de Londres. Pero para coger lo mejor de fuera, primero tenemos que saber quienes somos. Hay que recuperar la memoria de lo nuestro. La copla, como dice V¨¢zquez Montalb¨¢n, fue instrumentalizada por el franquismo, pero es muy anterior".

Cuenta Eduardo Haro-Tecglen que el manuscrito de Cr¨®nica sentimental de Espa?a llevaba tres a?os rodando por los cajones de la redacci¨®n de Triunfo cuando Jos¨¦ ?ngel Ezcurra, su director, le pidi¨® que lo leyera, a ver qu¨¦ le parec¨ªa. Quiz¨¢s a otros redactores las p¨¢ginas les hab¨ªan impedido ver el libro. El ensayo de V¨¢zquez Montalb¨¢n reivindica la copla como expresi¨®n de cultura popular y de sentimentalidad colectiva. ?Se puede hacer un espect¨¢culo a partir de esta colecci¨®n de art¨ªculos? Pues s¨ª. Xavier Albert¨ª, director esc¨¦nico, m¨²sico y adaptador de textos tan poco dram¨¢ticos a priori como Maestros antiguos, de Bernhard, ha escogido sus fragmentos m¨¢s significativos y alguna de las coplas que cita su autor y los ha escenificado en forma de cabar¨¦ literario: con cinco int¨¦rpretes a cuerpo desnudo, acompa?ados al piano.

Escribe V¨¢zquez Montalb¨¢n que los letristas son los m¨¢s afortunados fot¨®grafos de la sentimentalidad: "A veces un simple letrista al servicio de una de aquellas orquestas que recorr¨ªan los veranos de la Espa?a eternamente devastada y reconstruida acertaban a dar la clave de un temple, como si su mano estuviese guiada por la magia de una sabidur¨ªa intangible". De ah¨ª que la gente llana, que miraba la literatura como quien mira una galaxia lejana y ajena, entendiera, en cambio, "de una m¨²sica con enjundia, que da m¨¢s dignidad al paisaje de sus vidas". Esa m¨²sica "enjundiosa" que el pa¨ªs entero canturreaba durante las primeras d¨¦cadas del siglo XX era la zarzuela, y la copla.

En una hora breve como un suspiro, el espect¨¢culo de Albert¨ª recorre la historia de Espa?a desde los a?os cuarenta hasta el final del franquismo a trav¨¦s de una docena de canciones coet¨¢neas de los tintes Iberia, las cuchillas Palmera, los quioscos verdes de pipas, el agua de cebada, las gachas, la hogaza de candeal, las neveras de hielo, las c¨¢maras Leyca, los autobuses Leyland, el biscuter, el gogomovil y el medio huevo, aquel biplaza que se pod¨ªa aparcar en una maceta. Algunas de estas coplas son cantadas mientras los actores dicen el texto de V¨¢zquez Montalb¨¢n. Otras son interpretadas con iron¨ªa, y algunas, como Mi jaca, son parodiadas sin contemplaciones. En lengua ¨¢rabe, ?Qu¨¦ viva Espa?a! suena extravagante y ex¨®tica.

"La intenci¨®n ¨²ltima de Cr¨®nica sentimental de Espa?a", explica Albert¨ª, "es mostrar que el poder opera desde la sentimentalidad. El franquismo us¨® la copla como arma para la educaci¨®n moral y sexual del pueblo espa?ol".

El director catal¨¢n es un zahor¨ª que detecta material precioso devaluado. Entre sus espect¨¢culos figuran una versi¨®n de El d¨²o de La Africana, el recital autobiogr¨¢fico De Manolo a Escobar, y Assajant Pitarra, patchwork del autor decimon¨®nico Seraf¨ª Pitarra.

Por los ojos de Raquel Meller, el m¨¢s ambicioso de estos tres espect¨¢culos en torno a la copla, dirigido por Hugo P¨¦rez, recrea la biograf¨ªa musical de la artista a quien Cecil B. de Mille llam¨®: "La m¨¢scara de la tragedia". Aldous Huxley dijo de ella: "Es la int¨¦rprete m¨¢s refinada y aristocr¨¢tica que haya visto jam¨¢s". Y Sebasti¨¤ Gasch: "Ninguna otra tonadillera en lo que va de siglo ha logrado elevar la canci¨®n al rango riguroso de arte, hecho de cosas peque?as y hondas, de misterio y de luminosidad". Esta mujer hoy semiolvidada prest¨® su apellido art¨ªstico, tomado de un amor portuario fugaz hermoso y rubio como la cerveza, a perfumes, trajes, sombreros, medias, cosm¨¦ticos e incluso a una marca de papel de fumar. Fue tan famosa como Sarah Bernhardt, Josephine Baker e Isadora Duncan, y tuvo un prestigio equivalente al de ellas.

Chaplin se inspir¨® en la Meller para escribir el personaje femenino de Luces de la ciudad, Renoir la retrat¨®, Sorolla tom¨® mil apuntes suyos en su camerino y el tren en el que viajaban sus espect¨¢culos ten¨ªa v¨ªa libre en Francia y en Estados Unidos. ?Qu¨¦ ten¨ªa esta mujer, nacida en Tarazona, educada en Catalu?a para que todos la bendijeran? La copla bien interpretada es un microdrama, una historia de amor condensada en cuatro minutos que Raquel Meller era capaz de diseccionar en microescenas, a cada una de las cuales daba una intenci¨®n diferente. "Temblorosa, p¨¢lida, ojerosa, tiene rostro de virgen bizantina", escribe de ella Juan Jos¨¦ de Soiza Reilly. "Sale a escena como si caminara por la calle. Canta para s¨ª misma, sotto voce, y a medida que lo hace nos cautiva m¨¢s su silueta novelesca. Se transfigura sin arrugar su rostro. Sonr¨ªe sin abrir su boca. Se estremece de espanto sin una mueca. Nos parece que grita, pero est¨¢ habl¨¢ndonos en secreto. Su voz se alarga, llega hasta los ¨²ltimos rincones del teatro y traspasa el vest¨ªbulo sin dejar de cantar en voz baja. Hace el efecto de que nos susurra al o¨ªdo, confidencialmente. ?se es su secreto: creemos que esa mujercita p¨¢lida, nerviosa, que nos dice de las penas que sufre, de las dichas que goza, del amor que desea, est¨¢ all¨ª en el teatro para nosotros solamente".

Hugo P¨¦rez ha escrito Por los ojos de Raquel Meller con devoci¨®n. Es un espect¨¢culo con luz de candilejas, de colores desva¨ªdos, como de postal antigua pintada a mano, y con un vestuario dise?ado por el propio director. Otra parte son vestidos originales de ¨¦poca, rehechos por P¨¦rez. El montaje, estrenado el a?o pasado, vuelve a la sala Tribue?e renovado y con otro reparto.

Entre los 24 cupl¨¦s que cantan sus int¨¦rpretes, acompa?adas vigorosamente al piano por Mijail Studionov, El ahorcado, de Mart¨ªnez Abades, es el que la Meller pone como modelo de esa vertiente oscura de la copla con ra¨ªces en el romancero, que ella considera uno de los polos de su arte: "No le he visto y quiero verle / Con el rostro demacrado / Con los labios entreabiertos / Que dan a la lengua paso / Con los ojos muy abiertos / Que me miran espantados / Y me dicen al mirarme / con fiera expresi¨®n de ahorcado / Quiero que vengas conmigo / Ven que en mi fosa te aguardo". Lo macabro siempre ha sido im¨¢n y v¨¢lvula de escape.

El otro polo de la copla es c¨®mico, afarsado, grotesco y, en ocasiones, surreal. Como ejemplo, ¨¦sta, maravillosa, escuchada al conductor de un carro, que se le qued¨® grabada a Miguel de Molina de ni?o, cuando dej¨® la casa materna rumbo a Algeciras: "A la puerta de un sordo / cantaba un mudo / y un ciego le miraba / con disimulo / y dentro un cojo / bailaba sevillanas / con cuatro piojos". Entre dos aguas, macabra, festiva y, adem¨¢s, descre¨ªda, ¨¦sta tan popular: "Rascay¨² cuando mueras que har¨¢s t¨² / t¨² ser¨¢s un cad¨¢ver nada m¨¢s...", censurada por poner el m¨¢s all¨¢ en duda, que los chicos de Cr¨®nica sentimental de Espa?a cantan a coro, mec¨¢nicamente y con instrumentos de juguete, montando iron¨ªa sobre iron¨ªa. -

Por los ojos de Raquel Meller. Madrid. Sala Tribue?e. Del 10 de noviembre al 27 de enero de 2008. Cr¨®nica sentimental de Espa?a. Sabadell (Barcelona). Teatre de Cal'Estruch. 10 de noviembre. Alcal¨¢ de Henares (Madrid). Corral de Comedias. 17 y 18 de noviembre. Madrid. Teatro de la Abad¨ªa. Del 22 de noviembre al 2 de diciembre.