Nervios de vanguardia
Un d¨ªa, a mediados del siglo pasado, las viejas m¨¢quinas grasientas, dentadas, llameantes y muy ruidosas con las que trabajaba y sudaba el hombre en su puesto de trabajo industrial, de repente se transformaron en m¨¢quinas alfanum¨¦ricas de memoria infinita, dotadas de pantalla electr¨®nica, con gran capacidad multimedia y siempre muy obedientes a las leyes de la l¨®gica matem¨¢tica. Ese mismo d¨ªa impreciso empez¨® no s¨®lo la gran bifurcaci¨®n posindustrial, con todo lo que ese cambio de tecnolog¨ªa implic¨® e implica en nuestras sociedades desarrolladas, o turbocapitalistas, sino que al mismo tiempo y por vez primera en nuestra historia las nuevas m¨¢quinas con las que trabajaba el hombre, todas y sin excepci¨®n, empezaron a tener tratos muy ¨ªntimos con las herramientas del artista experimental.
Y es que las nuevas tecnolog¨ªas laborales, posindustriales, al contrario de lo que siempre ocurri¨® con las viejas m¨¢quinas de otros siglos, se especializaron esta vez en plagiar con descaro las funciones t¨ªpicas del cerebro y dejaron de ser, como hasta entonces, meras pr¨®tesis de la fuerza de los brazos, la velocidad de los pies, la pericia de las manos, la tracci¨®n, la potencia muscular y dem¨¢s simulacros industriales. Estas nuevas m¨¢quinas posindustriales imitan ahora los nervios del cerebro y por lo tanto del lenguaje, la memoria, la visi¨®n, la audici¨®n, la comunicaci¨®n interactiva y tantas otras cosas.
Es m¨¢s, estas nuevas m¨¢quinas con pantalla, perdonen la redundancia, no s¨®lo mutaron el paisaje industrial, lo que ya es obvio, sino que tambi¨¦n se transformaron en los nervios de la vanguardia art¨ªstica. Y esto es lo nuevo e in¨¦dito: todas estas nuevas m¨¢quinas laborales procedentes de la ciencia y esas tecnolog¨ªas que hicieron posible la bifurcaci¨®n posindustrial y se?alan la frontera precisa del I+D+I de las naciones, absolutamente todas, ya digo, tienen relaciones fecundas con la actual experimentaci¨®n art¨ªstica y cultural, y por lo tanto el arte que se pretende vanguardista, acaso por vez primera, est¨¢ obligado a tener tratos obligatorios y continuados con la Ciencia, la nueva creaci¨®n industrial, el desarrollo de las tecnolog¨ªas, la complejidad filos¨®fica y, sobre todo, con esa bendita materia prima que ahora mismo hace girar el globo y se llama Conocimiento.
?sta es la gran diferencia entre las vanguardias de principios del siglo pasado y las nuevas experimentaciones del arte electr¨®nico, digital, interactivo, art media, net art o como se diga, y hay muchas maneras de llamarlas: cuando las m¨¢quinas de trabajar e innovar que plagiaban el cerebro del hombre tambi¨¦n, entre otras cosas, se convirtieron en los nervios del arte y la cultura del nuevo milenio.
Una cosa es cierta. La nueva vanguardia vendr¨¢ del actual trato ¨ªntimo y muy hibridante que mantienen estas nuevas m¨¢quinas (marca turmix) del arte electr¨®nico y que todas son de triple uso (laboral, art¨ªstico y cient¨ªfico) o ya nunca m¨¢s habr¨¢ Vanguardia, pronunciada la palabra en may¨²scula singular, como hace un siglo. Se acabaron los tiempos de las vanguardias que iban por el monte solas y agarradas a un solo g¨¦nero, formato, media o galaxia, y completamente al margen de la industria, las tecnolog¨ªas, la Ciencia, el Conocimiento, el I+D y el producto interior bruto.
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