Cristina, en la encrucijada
Nuevamente en Argentina, pa¨ªs que lentamente va configurando pinceladas de mi vida, como si fuera un lienzo a?adido, un regalo del paisaje emocional. Me dan un premio prestigioso, el Premio Scopus, tanto por quien lo otorga, la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n, como por la notable lista de galardonados, cuya compa?¨ªa marea mis escasos m¨¦ritos. Es curiosa la dificultad que tenemos algunos para encajar bien el elogio, como si fuera una sobreexposici¨®n del ego, una especie de desnudo p¨²blico, pero lo cierto es que la cr¨ªtica es m¨¢s f¨¢cil de llevar y, sin duda, mucho m¨¢s f¨¢cil de combatir. Por supuesto, agradezco el cari?o, el premio concedido, los motivos por los que pensaron en m¨ª en esa lejana universidad que naci¨® a?os antes de la existencia del propio Estado y que inaugur¨® el mism¨ªsimo Albert Einstein. "La libertad es una librer¨ªa", escribi¨® Joan Margarit. Y "un bocadillo", a?adi¨® Julia Otero cuando le coment¨¦ la cita. Cierro el tri¨¢ngulo: la libertad tambi¨¦n es una universidad y, en el caso de Israel, ha marcado el avance cient¨ªfico, m¨¦dico y cultural de ese torturado pa¨ªs. Dec¨ªa que es m¨¢s dif¨ªcil de digerir el elogio que la cr¨ªtica, quiz¨¢ porque, como la felicidad, nos asusta y nos pone en guardia. Josep Cun¨ª cree que el gusto por el sufrimiento es muy catal¨¢n, casi un patrimonio identitario. En fin. Aqu¨ª estoy, con un premio grande que me tiene achicada, escondida en mis miedos y mis interrogantes. Y, sin embargo, ?qu¨¦ lindo b¨¢lsamo para la autoestima!...
Argentina es un pa¨ªs importante que puede marcar los tiempos y las agendas de todo el continente
Argentina me recibe con t¨ªtulo de mujer, reci¨¦n acabadas las elecciones que han llevado a Cristina Kirchner a la presidencia. En la encuesta a pie de taxis, lo de Cristina es dif¨ªcil de entender. No encuentro a nadie, en la capital, que la haya votado, y los ep¨ªtetos que le dedican no casan con una candidata que ha ganado por m¨¢s del 40% de los votos. Pero me lo aclaran los colegas de la prensa, cuyos an¨¢lisis pol¨ªticos son puro algoritmo: Cristina ha perdido en las capitales, en las ciudades importantes, en los n¨²cleos donde la clase media y alta es influyente, pero ha barrido en las clases populares. "Peronismo en estado puro", comenta un analista pol¨ªtico y buen amigo. Es evidente que si el resultado electoral marca una Argentina dual, claramente dividida en esos dos estadios sociales, no es un buen resultado. Nadie que no sea un populista demag¨®gico puede gobernar a espaldas de la clase media. Y ¨¦se es el reto que tendr¨¢ que asumir la primera mujer argentina que llega, a trav¨¦s de las urnas, a la presidencia de la Rep¨²blica: huir del populismo y recoser el abismo que la separa de la sociedad civil del pa¨ªs. Hasta ahora, la pol¨ªtica de la K ha jugado a los dos lados de la quebradiza frontera ideol¨®gica, coqueteando con el chavismo y, a la vez, alej¨¢ndose de ¨¦l cuando lo marcaban los intereses o el puro sentido com¨²n. Pero N¨¦stor Kirchner ha estado m¨¢s cerca de Ch¨¢vez que ning¨²n otro dirigente importante latinoamericano, y ¨¦se es el misterio que encierra la inc¨®gnita Cristina: ?intentar¨¢ pescar, como su marido, en esas procelosas, turbias y revueltas aguas? ?O buscar¨¢ modelos de una izquierda moderna y razonable, para encarar la gesti¨®n del pa¨ªs? La encrucijada en la que se sit¨²a Cristina y, con ella, Argentina, oscila entre la revoluci¨®n bolivariana, que la atrae como un im¨¢n, tanto como intenta comprarla y prostituirla; o la pol¨ªtica mucho m¨¢s sosegada e inteligente del uruguayo Tabar¨¦ V¨¢zquez o del propio Lula da Silva. Ser o no ser, en la tradici¨®n de un pa¨ªs donde el populismo ya triunfa peri¨®dicamente, fuertemente arraigado en las ra¨ªces que dej¨® el legado Per¨®n. De hecho, mirado desde el espejo de Stendhal, el peronismo es puro ADN argentino, pura gen¨¦tica pol¨ªtica, de ah¨ª su convulsa vida partidista, su tendencia al personalismo y al mesianismo y, sobre todo, su nula capacidad opositora.
El dilema Cristina, sin embargo, no ata?e s¨®lo a Argentina. Hablamos de un pa¨ªs enormemente importante, con una influencia en la geopol¨ªtica de la zona, que puede marcar los tiempos y las agendas de todo el continente, quiz¨¢ s¨®lo comparable al poderoso papel que ejerce Brasil. Es por ello que los miedos de la sociedad argentina dirigente, y nada kirchneriana, son compartidos por muchos que miramos, de cerca, la realidad latinoamericana. Ch¨¢vez es, sin ninguna duda, un nuevo peque?o emperador, otro cacique al estilo de los viejos caciques de siempre, con la ambici¨®n de Bol¨ªvar, pero sin su inteligencia, ni su carisma, ni su densa cultura. Rodeado de amigos peligrosos, con un poder econ¨®mico estratosf¨¦rico y un populismo fascistoide desacomplejado, Ch¨¢vez tiene un proyecto para toda Latinoam¨¦rica, y ese proyecto da miedo a cualquier persona sensata. Pero el petr¨®leo compra voluntades y algunas de ellas habitan en los despachos argentinos. Si Cristina reinventa la pol¨ªtica de la K, teje nuevas complicidades m¨¢s all¨¢ del sobado populismo de su predecesor y marido, se aleja de las tentaciones chavistas y encuentra el camino intermedio de una izquierda razonable, socialmente comprometida y econ¨®micamente inteligente, marcar¨¢ una nueva etapa en la historia de este complejo pa¨ªs. Si, por el contrario, mantiene sus lejan¨ªas con la sociedad civil dirigente, sus desprecios con los periodistas y los intelectuales, sus antipat¨ªas con los empresarios y, a la vez, refuerza sus peligrosas cercan¨ªas con la izquierda m¨¢s ruidosa, m¨¢s antimoderna y m¨¢s dogm¨¢tica, entonces Argentina cumplir¨¢ la profec¨ªa que me dijo Sanguinetti, en una bella ma?ana uruguaya: "?hacia d¨®nde va Argentina? Querida, hacia ninguna parte". Es decir, hacia Venezuela.
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