S?o Paulo nos copia
En algo ten¨ªa que reflejarse la enorme influencia del arte valenciano de la era Consuelo Ciscar en al arte universal, y as¨ª la Bienal de S?o Paulo ha resuelto que en su pr¨®xima edici¨®n no ofrecer¨¢ sino espacios vac¨ªos "para la reflexi¨®n", es decir, los contenedores de Oscar Niemeyer mondos y lirondos a fin de que el visitante tenga ocasi¨®n de pensar mucho, no pensar en nada, recelarse que ah¨ª hay gato encerrado, o simplemente rascarse la nariz si le apetece. La pl¨¢stica moderna, de la que siempre fue una adelantada nuestra segunda Consuelo, tiene al fin lo que merece, a costa de llevar al l¨ªmite las pr¨¢cticas que toma como ejemplo. No hace tanto tiempo que la bienal brasile?a y la valenciana parec¨ªan hermanadas por una misma unidad de destino en lo universal, pero como la nuestra ya no existe ni en cuentagotas, los brasile?os han obrado muy cuerdamente ofreciendo nada, qu¨¦ caramba, basta ya de arte y de mandangas. As¨ª que, muy propiamente, S?o Paulo ha decidido no ofrecer absolutamente nada a fin de que los visitantes, si los hubiera, reflexionen a tiempo completo sobre la nader¨ªa, si no es que alguno se toma a s¨ª mismo como obra de arte, a la manera de Dal¨ª, y aprovecha la ocasi¨®n para exhibirse. Tambi¨¦n es posible que la directora art¨ªstica del evento, un tal Ivo Mesquita (del que, curiosamente, no consta ninguna foto con Consuelo Ciscar) desconozca que el IVAM anda exponiendo una colecci¨®n de pelucas de reciente creaci¨®n, porque de lo contrario podr¨ªa haber optado por el barroquismo conceptual de los pelucones del carnaval de R¨ªo para salir con salero del apuro. Dentro de todo, no est¨¢ nada mal que S?o Paulo nos rinda ese homenaje.
A cambio de favor tan se?alado, no estar¨ªa de m¨¢s que Rita Barber¨¢ y otras autoridades menores correspondieran con un alarde que har¨ªa historia: suprimir en el marzo por desdicha cada vez m¨¢s pr¨®ximo la plant¨¤ y dem¨¢s parafernalia de las Fallas, ofreciendo al visitante el recinto vallado pero vac¨ªo donde deber¨ªan instalarse los monumentos ausentes a fin de que el turista reflexionara de una vez por todas sobre qu¨¦ clase de artefacto podr¨ªa plantar entre las vallas desoladas, siempre, como es l¨®gico, que las vallas correspondientes a la secci¨®n especial fueran dise?adas por Calatrava. Ah¨ª es nada. Tan valiente como sensata decisi¨®n nos asegurar¨ªa millones de impactos medi¨¢ticos de la nada, al tiempo que nos ahorrar¨ªa esa matraca que tanto ciudadano teme sin osar decir su nombre. Eso s¨ª, siempre que la explicaci¨®n de la falla fuera sustituida por las oportunas se?ales de tr¨¢fico para llegar sin problemas hasta la obra mayor del art¨ªfice de las vallas, donde el antiguo cauce del Turia pierde su nombre y su fortuna.
Nadie como esa tal Ivo Mesquita ha llevado tan lejos la instancia a la reflexi¨®n sobre la nader¨ªa del arte contempor¨¢neo bajo el esplendor del soporte arquitect¨®nico que deber¨ªa albergarlo. Duchamp se tom¨® la molestia, al menos, de aportar un urinario, no recuerdo ahora si usado. Y nadie, por tanto, ha subrayado antes con tal fuerza el oprobio de la gran arquitectura grande y revelado la ¨ªndole de su dictadura. Si el contenedor es en s¨ª mismo una obra de arte, ?para qu¨¦ ensuciarlo con una proliferaci¨®n de aportaciones menores que no har¨¢n sino contaminar de basurilla epid¨¦rmica su emblem¨¢tica grandeza?
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