T¨²nel del tiempo
El Raval no descansa nunca. Tampoco de noche. A las once, desde la calle de Elisabets hasta la plaza del Macba todav¨ªa desfilan turistas, modernillos, skaters, mujeres con chador... La mezcla que configura hoy el paisaje humano del Raval. Pero a s¨®lo unos pasos est¨¢ el t¨²nel del tiempo. Te lleva m¨¢s de un siglo atr¨¢s, hasta finales del XIX. Una estanter¨ªa sobria con ornamentos ondulados, paredes de piedra que surten de una luz tenue al local, cristales tan finos que parece que cualquier estridencia los va hacer a?icos... Si, como dicen, los espacios tienen personalidad, la de Casa Almirall es muy acentuada, a medio camino entre el ambiente modernista y la vida tabernera.
El bar, fundado en 1860, es uno de los m¨¢s antiguos de la ciudad. La familia Almirall cre¨®
all¨ª una taberna con una bodega que ocupaba la mitad del local y una barra que daba a la calle. Con los a?os, el bar se hizo con una clientela fija. Tanto que cuando Ramon Sol¨¦ y Pere Pina se hicieron con ¨¦l en 1977, tuvieron que respetar los precios "de toda la vida" a la parroquia de siempre, la que por la tarde se pasaba horas en una mesa jugando al domin¨®.
Leo en una gu¨ªa tur¨ªstica que al bar acuden "viejos nost¨¢lgicos del mayo del 68". No s¨¦ reconocerlos. Parece que hay todo tipo de gente: j¨®venes que se toman una cerveza, turistas con el licor combinado con el Red bull de rigor... En la barra, junto a la figura de una musa que se esculpi¨® para la Exposici¨®n Universal de 1888, charlan dos parejas que no han encontrado mesa. Los lugares m¨¢s codiciados son los del espacio que antes ocupaba la antigua bodega, donde la gente se apalanca en los sof¨¢s. Hablan, hablan y hablan. Casa Almirall es un local para poder charlar. En el ambiente s¨®lo se desliza el jazz contempor¨¢neo que ha seleccionado Ramon Sol¨¦ y la voz de los clientes. Todo un m¨¦rito en Barcelona.
- Lo m¨¢s: se puede hablar y tomar una cerveza o una copa de forma relajada.
- Lo menos: el precio, ah¨ª s¨ª que no hay t¨²nel del tiempo que valga.
- Direcci¨®n. Joaqu¨ªn Costa, 33. Barcelona.
lpellicer@elpais.es
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