La traici¨®n sensacionalista
En la escena final de Greetings (1968), pel¨ªcula primeriza de Brian de Palma, un equipo televisivo entrevista a un soldado (un joven Robert de Niro) en lo que no es sino un pobre remedo, casi en clave de cine amateur, de la jungla vietnamita. En la lejan¨ªa aparece un soldado del Vietcong al que el norteamericano coloca en el punto de mira de su fusil mientras se acerca a su posici¨®n. El Vietcong resulta ser una mujer que, a instancias de su captor, comienza a esbozar los movimientos de un striptease ante las c¨¢maras del equipo de televisi¨®n. Un strip-tease que, expl¨ªcitamente, reproduce en clave ritual los fetiches personales del soldado. Desde los mismos or¨ªgenes de su carrera, Brian de Palma, que fue godardiano antes que hitchcockiano, ha sido un cineasta empe?ado en cuestionar las patolog¨ªas de una ¨¦poca marcada por la compulsi¨®n por devorar im¨¢genes. Tambi¨¦n ha somatizado algunas de esas patolog¨ªas en un proceso que llevar¨ªa al escritor Martin Amis a dedicarle un envenenado cap¨ªtulo de su libro El infierno americano (1986) y a que sus incondicionales le hayan considerado el ¨²ltimo gran director de cine oper¨ªstico, aut¨¦ntico malabarista del plano secuencia entendido a veces como fin en s¨ª mismo.
REDACTED
Direcci¨®n: Brian De Palma.
Int¨¦rpretes: Patrick Carroll, Rob Devaney, Izzy Diaz, Mike Fiogueroa, Ty Jones.
G¨¦nero: b¨¦lico. Estados Unidos-Canad¨¢, 2007. Duraci¨®n: 90 minutos.
En esa escena final de Greetings ya estaba contenida, de alguna manera, Redacted. Y tambi¨¦n su autocr¨ªtica. En su ¨²ltimo trabajo, De Palma vuelve a ser el experimentalista un tanto primario de sus comienzos, sin olvidar al deslumbrante constructor de artificios de sus mejores momentos. El cineasta rompe, aparentemente, las formas del relato cinematogr¨¢fico cl¨¢sico para elaborar un tapiz de simulaciones: ejercicios de estilo sobre las nuevas formas narrativas del v¨ªdeo-diario de combate, los informativos televisivos, los videoweblogs, los videochats, todo ello puntuado por las interferencias m¨¢s o menos formalistas de un falso documental rodado por un equipo franc¨¦s. La ilusi¨®n de hiperrealidad topa con varios obst¨¢culos: en la pantalla no vemos personas -ni siquiera, personajes-, sino arquetipos -del soldado intelectual que lee a John O'Hara a los brutales racistas sure?os, y la alternancia de texturas no traduce una multiplicaci¨®n de miradas. De Palma quiere contar ¨²nicamente su historia y es traicionado por el sensacionalista que lleva dentro.
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