Vanguardia lacrim¨®gena
Hace dos siglos y medio, el pintor franc¨¦s J. B. Greuze (1725-1805) caus¨® tanta sensaci¨®n con sus melodram¨¢ticos cuadros que encog¨ªan el apocado ¨¢nimo de la sentimental clase media que fue considerado el mejor representante del nuevo g¨¦nero larmoyante o lacrim¨®geno; un siglo despu¨¦s, esta explotaci¨®n de las emociones ampli¨® su el¨¢stico repertorio, incluyendo los temas sociales, lo que dio origen a un sinf¨ªn de cuadros pat¨¦ticos, que denunciaban "la trata de blancas" o los sufrimientos de los "trabajadores del mar". A comienzos del siglo XX, no obstante, la vanguardia pareci¨® zafarse definitivamente de esta lacra emocional, que qued¨® confinada a los filmes de propaganda de los pa¨ªses totalitarios y al incontrolable mercado del kitsch. Causa, por tanto, cierta perplejidad el que, cien a?os despu¨¦s, o sea, ahora mismo, vuelva a instalarse este g¨¦nero lacrim¨®geno en el arte supuestamente innovador y con la misma intenci¨®n de siempre: que las buenas intenciones nublen emocionalmente la cortedad del esp¨ªritu cr¨ªtico.
Ann-Sofi Sid¨¦n
In Passing
Galer¨ªa Pepe Cobo
Fortuny, 39. Madrid
Hasta el 10 de diciembre
Contemplen si no la videoinstalaci¨®n de la artista sueca Ann-Sofi Sid¨¦n, en una de cuyas pantallas vemos c¨®mo una joven abandona a su criatura reci¨¦n nacida en el contenedor que los hospitales p¨²blicos alemanes ponen a disposici¨®n de las madres, que no pueden o no quieren hacerse cargo de la prole, mientras que en la otra, observamos simult¨¢neamente la recogida hospitalaria de la criatura y sus primeros cuidados. El primer v¨ªdeo est¨¢ en color y el segundo, en blanco y negro, lo cual debe tomarse quiz¨¢ como toda una declaraci¨®n. De acuerdo; pero de qu¨¦: ?de la tragedia de abandonar ni?os, de la de ser hospiciano, de la dureza de la vida moderna, de su agresiva arquitectura, de la precaria situaci¨®n de la mujer, de la marginaci¨®n de los sin hogar, de la fr¨ªa asepsia de las instituciones o hasta quiz¨¢ de la soledad humana? Todo esto y mucho m¨¢s es susceptible de interpretarse as¨ª, porque Ann-Sofi Sid¨¦n encadena im¨¢genes impactantes sin otro hilo argumental que el previsto efecto sentimental que han de producir en el espectador, cuya conmoci¨®n demostrar¨¢ que est¨¢ a la misma altura moral que la artista, con lo que, al final, como quien dice, "todos en paz", aunque, eso s¨ª, m¨¢s bien tristes. No creo que en arte sea tan relevante estar o quedarse triste o contento, pero, en cualquier caso, me parece imprescindible explicarse y comprender, y, por tanto, no hacer trampa, sea cual sea la excusa. Por lo dem¨¢s, ni que decir tiene, los medios y la realizaci¨®n t¨¦cnica de Sid¨¦n son abundantes y sofisticados, como lo eran, por cierto, los de los artistas pompiers del pasado cuando pintaban j¨®venes atribuladas abandonando ni?os en el torno de los conventos, pr¨¢ctica que, al parecer, ahora se denomina en Alemania baby klappe. Claro que entonces a nadie se le ocurrir¨ªa que dicha representaci¨®n fuera para cuestionar d¨®nde comienza la construcci¨®n de nuestra identidad y qu¨¦ significa el abandono, por usar la ret¨®rica con que se presenta la videoinstalaci¨®n que comentamos. Antes, se defin¨ªa como acad¨¦mico el arte donde se impon¨ªa el ¨¦nfasis por doquier, fondo y forma; ahora, hay que a?adir la ret¨®rica de los eufemismos; pero, si se me permite, antes, ahora y siempre, habr¨¢ incompatibilidad entre lo vanguardista y lo lacrim¨®geno, aunque s¨®lo sea porque es imposible ver con los ojos nublados. -
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