"La literatura es nuestro ¨²nico logro"
Dentista de profesi¨®n, miembro de una acomodada familia cairota que tuvo el privilegio de frecuentar a Naguib Mahfuz y rara avis en el olimpo de los escritores ¨¢rabes, Alaa al Aswany (El Cairo, 1958), el nuevo rey Midas de las letras egipcias, es un tipo sencillo que oculta un discreto punto de presunci¨®n. A pesar de haber hecho dinero con la literatura, no ha querido desprenderse de la moderna consulta que dirige en el barrio de Garden City: "Es mi ventana al mundo, a trav¨¦s de la cual veo y siento lo que sucede en la sociedad". Reconoce entre risas que es m¨¢s dif¨ªcil escribir que sacar una muela y cree que ambas profesiones, la de escritor y la de galeno, est¨¢n unidas por un nexo casi m¨ªstico de car¨¢cter humanista. Risue?o, vestido con su bata verde, habla de forma desapasionada. Recuerda con cierta nostalgia sus duros comienzos, cuando era uno m¨¢s de los muchos escritores vetados por la dictadura de Hosni Mubarak. Por ello, dice que el ¨¦xito le cogi¨® por sorpresa. "Durante casi doce a?os fui un escritor sin lectores. Llamaba a las puertas de las editoriales, pero no ten¨ªa respuesta. Las cr¨ªticas sol¨ªan ser excelentes pero mis libros no se pod¨ªan encontrar en las librer¨ªas". Est¨¢ convencido de que el ¨¦xito de El Edificio Yacobi¨¢n, que primero apareci¨® por entregas en la prestigiosa revista literaria Ajbar al-Adab, se debe simplemente a los lectores y rechaza aquellas opiniones que apuntan a que ha sabido sacar tajada de los tab¨²es en un momento de debilidad de la autocracia egipcia. Tambi¨¦n niega el parecer de quienes se?alan que tras sus personajes se esconden protagonistas reconocibles de la sociedad egipcia, incluido Gamal, hijo y pretendido sucesor del presidente Mubarak. "Algunas veces la gente relaciona algunos de los personajes con ministros, periodistas, etc¨¦tera, que existen en realidad. Eso es positivo, significa que has convencido al lector. Pero tiene un aspecto negativo, y es que eso puede causarte problemas".
Su discurso, franco y directo, sorprende y cala m¨¢s en Occidente que entre sus compatriotas. "Cuando en un pa¨ªs democr¨¢tico un periodista escribe contra un ministro es posible que haya consecuencias. Puede provocar que sea investigado ante una comisi¨®n parlamentaria o incluso que sea destituido si se demuestran las acusaciones. Eso es la libertad de expresi¨®n. Lo que nosotros tenemos en Egipto es libertad para hablar, eso es muy diferente. Podemos decir lo que queramos, pero eso no cambiar¨¢ nada", confiesa con cierto laconismo. Este pesimismo apenas enmascarado no significa que haya abandonado ese deseo de cambiar el mundo que le ha guiado desde que en 1992 decidiera simultanear su pericia como odont¨®logo y sus sue?os de narrador. "Yo distingo entre la literatura y mi activismo pol¨ªtico. Defiendo la democracia y escribo art¨ªculos sobre pol¨ªtica. No lo hago como escritor sino como ciudadano; si no fuera novelista, har¨ªa lo mismo porque considero que esto es una peque?a parte de mi deuda con mi gente y mi pa¨ªs", indica con un punto de orgullo revolucionario. Aun as¨ª, no logra desprenderse de ese fatalismo at¨¢vico y ese inmovilismo consustancial de la inconformista pero sumisa sociedad egipcia. "Como novelista no espero nada de los pol¨ªticos ni me interesa la pol¨ªtica. Escribo libros para tratar de entender mejor las situaciones humanas y uso en mis novelas el conocimiento de la sociedad en la que vivo para mostrar esa visi¨®n humanista. Por eso mi literatura puede ser le¨ªda por cualquiera en cualquier lugar".
Su nueva aventura, la novela Chicago, busca agitar conciencias en los polos culturales del mundo. Con ella ha regresado a la ciudad donde complet¨® sus estudios antes de abrir su primera consulta, precisamente en el aut¨¦ntico inmueble Yacobi¨¢n. Un relato que indaga en los conflictos culturales que afrontan los ¨¢rabes que viajan a Occidente, en especial a Estados Unidos. "Conozco Chicago muy bien. Y siempre me rondaba la idea de que ten¨ªa que estar abierto a todo lo que suced¨ªa a mi alrededor, porque probablemente alg¨²n d¨ªa escribir¨ªa sobre todo aquello. Egipto est¨¢ presente en el libro a trav¨¦s de los personajes, a trav¨¦s de los estudiantes y emigrantes. Tambi¨¦n hay personajes americanos que reflejan un aspecto diferente del estilo de vida estadounidense, que en mi opini¨®n no ha sido suficientemente explicado al mundo". El libro ha repetido el ¨¦xito de El Edificio Yacobi¨¢n en el mundo ¨¢rabe y ha copado los primeros puestos en las listas de ventas de Francia. La editorial Maeva lo publicar¨¢ en Espa?a en oto?o del a?o que viene. "Chicago muestra dos mundos, dos culturas diferentes, pero al final se trata de seres humanos que intentan vivir lo m¨¢s dignamente posible. Muestra tambi¨¦n que los reg¨ªmenes que envenenan la posibilidad de vivir decentemente existen en ambas partes".
Al Aswany es optimista. Cree que existe una buena cantera que cuajar¨¢ si consigue mantenerse independiente. "Hay j¨®venes valores, pero deben apartarse del Gobierno. Esto es muy importante. Primero, porque no es efectivo; segundo, porque te contagiar¨¢s de todas las enfermedades que le rodean: corrupci¨®n, injusticia...; y tercero, porque en las dictaduras hay una tendencia a utilizar a los escritores en su beneficio", afirma. Y contin¨²a: "La literatura es nuestro ¨²nico logro. Como ¨¢rabes, y en este ¨²ltimo siglo, hemos fracasado en todo lo dem¨¢s. Hemos fracasado en la formaci¨®n de una sociedad democr¨¢tica real, en el desarrollo tecnol¨®gico, y todo por culpa de nuestros dictadores. Incluso perdimos la independencia. S¨®lo hay que mirar a Irak y a sus ocupantes". Admirador de Naguib Mahfuz, admite con una extra?a mezcla de modestia y petulancia que se sinti¨® orgulloso cuando ley¨® que le consideraban en el mundo ¨¢rabe uno de sus herederos: "Para m¨ª es como si me pusieran una medalla".
El Edificio Yacobi¨¢n. Alaa al Aswany. Traducci¨®n del ?lvaro Abella. Maeva, 2007. 216 p¨¢ginas. 17 euros.
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