Dos jubilados logran que el juez frene un plan urban¨ªstico
La justicia paraliza la expropiaci¨®n de una casa en la huerta murciana
Pedro Camacho Valencia desborda sensatez: "Si mi casa estorba, me voy, que la tiren. Pero que me den otra parecida. No me puedo ir a un piso a mi edad". Desde 1946, Pedro, de 89 a?os, vive en una modesta casa en la huerta de Murcia junto a su esposa, Violante Pardo, de 84. La casa interrumpe el trazado elegido por el ayuntamiento para una enorme avenida en Murcia.
El auto bloquea el desalojo hasta que los afectados tengan una vivienda similar
Su casa era carne de derribo y Pedro y Violante estaban condenados a pasar sus d¨ªas en un piso. Pero un juez les ha llevado la esperanza. Para preservar la salud del matrimonio, ha impedido cualquier realojo hasta que el ayuntamiento les garantice una casa en la huerta, donde puedan mantener sus conejos, sus limoneros, su vida.
El urbanismo salvaje parece haber perdido una batalla. La huerta de Murcia va camino de ser un reclamo publicitario. Decenas de gr¨²as se alzan sobre el verde de los naranjos. Pero a¨²n quedan huertanos, como Violante y Pedro, que viven rodeados de limones, acequias y animales. "La tierra era del amo. Hace 60 a?os yo ten¨ªa ahorradas 500 pesetas y a cambio de eso nos dej¨® hacer un cuerpo-casa para vivir", explicaba ayer Pedro. "Aqu¨ª hemos vivido y tenido cinco hijos", a?adi¨®. Pedro viste un jersey, una boina y una rebeca. Y lleva la azada en la mano.
Las m¨¢quinas han llegado al borde de su casa. La avenida Miguel Indur¨¢in, con tres carriles en cada sentido, un proyecto emblem¨¢tico del Ayuntamiento de Murcia para servir de nuevo eje a la ciudad, ya se ha comido el resto de huertos.
El 26 de abril de 2006, el Ayuntamiento acord¨® definitivamente la expropiaci¨®n para construir la avenida. A Pedro y Violante les afectaba porque su casa tiene 232,05 metros cuadrados (el terreno del huerto es de otro familiar, no est¨¢ a su nombre), que al ser considerada de una calidad baja (la casa es modesta) fue tasada en 163.034 euros. Con ese dinero, deber¨ªan pagar un alquiler durante los 18 meses en los que la empresa Vallehermoso tiene que construir el edificio para los expropiados por el plan parcial Zarandona 2. Con el resto del dinero podr¨ªan optar a un piso de protecci¨®n oficial. "Nos dec¨ªan que ¨ªbamos a estar mejor en un piso, pero yo aqu¨ª me salgo al resol y estoy la mar de bien, para qu¨¦ quiero un piso", explica Violanto. "Somos huertanos y queremos seguir si¨¦ndolo", a?ade.
El matrimonio busc¨® a Eduardo Salazar, letrado de ecologistas y causas perdidas. El 10 de mayo de 2007, dos t¨¦cnicos municipales se presentaron en su casa y le entregaron a Pedro un papel d¨¢ndole un plazo de cinco d¨ªas para desalojar su finca. En el papel se dec¨ªa que, o lo hac¨ªa as¨ª o ser¨ªa desalojado por la fuerza. La amenaza era expl¨ªcita.
En realidad, el tr¨¢mite de expropiaci¨®n hab¨ªa comenzado un a?o antes. "Desde entonces, la cabeza se me fue, no duermo bien. Qu¨¦ hago yo en un piso ahora", clama. Violante recuerda que con la notificaci¨®n "se le cay¨® la casa encima".
El 14 de septiembre pasado, la pareja de ancianos pidi¨® la suspensi¨®n cautelar del realojo a no ser que el ayuntamiento les diese otra casa en la huerta.
Parec¨ªa una jugada desesperada. El derribo era inminente, porque la pareja ya ha cobrado la indemnizaci¨®n que le corresponde. Cuando las m¨¢quinas estaban a punto de entrar en su casa, el juez de Murcia Juan Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez accedi¨® a la petici¨®n de Pedro y Violante de paralizar el realojo con la finalidad de "paliar las graves consecuencias que para la salud" del matrimonio de ancianos "podr¨ªa conllevar su desalojo y no realojo en condiciones similares". En su auto, el juez impide el derribo "hasta tanto tenga lugar su realojo provisional en vivienda de similares condiciones en el entorno de la expropiada".
Antecedentes
- Pedro y Violante de 84 y 89 a?os viven desde hace 60 a?os en una modesta finca de la huerta de Murcia
El ayuntamiento de la ciudad traz¨® sobre su casa una gran avenida dentro de un gigantesco proyecto inmobiliario para la capital
La pareja pidi¨® el realojo en otra casa de la huerta para preservar su salud
y no en un piso
El juez ha accedido y s¨®lo permite el derribo si el consistorio les compra una casa con frutales
El matrimonio alega que ha criado en esa finca a sus cinco hijos y quiere seguir viviendo en la huerta hasta el final de sus d¨ªas
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