En Auschwitz lo llamaban Pikolo
Jean Samuel narra 63 a?os despu¨¦s las vivencias que comparti¨® con Primo Levi
En el campo de concentraci¨®n de Auschwitz, el alsaciano Jean Samuel era Pikolo, el m¨¢s joven -ten¨ªa 22 a?os- de los miembros del kommando de la qu¨ªmica. ?l y varios miembros de su familia -su padre, su madre, un hermano, una prima y tres t¨ªos- fueron detenidos el 2 de marzo de 1944 en el sur de Francia. De los ocho, s¨®lo Jean Samuel, su madre y su prima saldr¨¢n con vida de su paso por Auschwitz. "A mi madre le salv¨® Mengele", recuerda Samuel, hoy farmac¨¦utico jubilado. "Ella, por dos veces, se hab¨ªa colocado en la hilera de quienes estaban destinados a ser asesinados inmediatamente y, por dos veces, Mengele le hizo salir para que fuera a la fila de los que estimaba v¨¢lidos para el trabajo".
Hasta hoy, su experiencia del horror le parec¨ªa incomunicable
Pikolo particip¨® en la 'marcha de la muerte', comitiva dirigida por las SS
Durante 36 a?os, Jean Samuel s¨®lo habl¨® de su estancia en el infierno con otros dos supervivientes, uno de ellos, el escritor italiano Primo Levi. Decidi¨® hacerlo en p¨²blico a partir de 1981. ?Por qu¨¦? Porque por esas fechas fue entrevistado en alem¨¢n en compa?¨ªa de Levi, por una televisi¨®n germana. Y tambi¨¦n porque ese a?o hubo en Par¨ªs un atentado importante contra una sinagoga. "De nuevo mataban jud¨ªos. Me pareci¨® que era necesario salir de mi silencio", escribe Samuel.
En Si esto es un hombre, el gran libro de Levi, hay un cap¨ªtulo -El canto de Ulises- en el que aparece Pikolo, que "suma a su astucia y fuerza f¨ªsica maneras afables y amistosas: al mismo tiempo que lleva su combate secreto y personal contra el campo y contra la muerte con valent¨ªa y tenacidad, no deja de mantener una relaci¨®n humana con sus camaradas menos privilegiados". Y es ese Pikolo el que elige a Levi para que le ayude a llevar la marmita de sopa de 50 kilos de las cocinas hasta los prisioneros. Eso significa que durante dos horas, el tiempo del trayecto de ida y vuelta, ellos dos pueden hablar y gozan de una cierta autonom¨ªa, de una pizca de libertad en un lugar en el que ni tan s¨®lo la palabra existe.
Esas dos horas -"no hay que perder tiempo"- Levi las dedica a ense?arle italiano a su amigo franc¨¦s. Y lo hace rememorando a Dante, un episodio de la Divina comedia. Es un momento de gran emoci¨®n. Los versos les permiten saberse hombres, comprender que la maquinaria nazi, pensada para transformarles en n¨²meros, en escoria numerada, ha fracasado. Los dos h?ftling (detenidos) discuten sobre la superioridad de la expresi¨®n misi me, por lo que comporta de manifestaci¨®n de voluntad, respecto a la traducci¨®n francesa je me mis, que no redobla la idea de que es una decisi¨®n soberana del propio Ulises la de lanzarse al mar abierto.
Jean Samuel saldr¨¢ de Auschwitz para participar en la llamada marcha de la muerte, una comitiva dirigida por las SS y que llevaba los prisioneros hacia campos de concentraci¨®n m¨¢s alejados de la progresi¨®n de las tropas sovi¨¦ticas. Levi, considerado enfermo irrecuperable, fue abandonado en Auschwitz, a la que se consideraba una muerte cierta.
Terminada la guerra, los dos amigos sabr¨¢n, el uno del otro, a trav¨¦s de terceros. Y primero se escriben para luego darse cita, el 15 de agosto de 1947, en la frontera, junto al mar. El mar de Ulises. "Ni ¨¦l ni yo ten¨ªamos pasaporte. Hubo que discutir mucho para que los aduaneros de uno y otro lado nos dejaran pasar, encontrarnos entre los dos puestos mientras ellos se quedaban con nuestros documentos de identidad. Era la primera vez que ve¨ªa a Primo como hombre normal, tal y como se hab¨ªa autocalificado en la foto que me hab¨ªa enviado poco antes. Nos abrazamos. Primo me hab¨ªa tra¨ªdo naranjas y chocolates. Hablamos durante largo rato, dos horas como m¨ªnimo, reunidos en esa frontera entre nuestros dos pa¨ªses".
Si Levi escribe a Samuel, ya en 1946, que "lo queramos o no, somos testigos y llevamos sobre nuestras espaldas ese peso", Samuel no ha podido testimoniar hasta muy tarde. Antes su experiencia del horror se le antojaba incomunicable. O no pod¨ªa revivirla en p¨²blico. O le angustiaba haber sobrevivido a una locura sistem¨¢tica que hab¨ªa matado a tantos. Cuando lea por primera vez el cap¨ªtulo que le retrata de Si esto es un hombre, manifestar¨¢ su sorpresa: "Le dije a Primo que hab¨ªa inexactitudes flagrantes. Por ejemplo, nunca hab¨ªa estado antes de la guerra en Liguria, pues de hecho nunca hab¨ªa salido de Francia. Nunca hab¨ªa viajado por mar, en realidad, en esta ¨¦poca, nunca hab¨ªa visto el mar".
Jean Samuel se identifica sin embargo con el Pikolo de Levi. Durante a?os, de manera discreta, ayuda a su amigo suministr¨¢ndole datos. Levi testimoniaba por todos. Ahora, en 2007, Jean Samuel, un anciano que recuerda que cuando regres¨® del campo s¨®lo era sensible "al amor de unos pocos, a cierta m¨²sica y al espect¨¢culo de la naturaleza", nos deja el suyo escrito con la ayuda de Jean-Marc Dreyfus: Il m'appelait Pikolo, editado por Robert Laffont y que en Espa?a publicar¨¢ en 2008 la editorial Plataforma.
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