El guardi¨¢n del legado babil¨®nico
Saad Eskander lleva cuatro a?os arriesgando su vida al frente de la Biblioteca Nacional de Irak
Dice el proverbio que en el mundo ¨¢rabe los egipcios escriben, los libaneses publican y los iraqu¨ªes leen. Veinticinco a?os de dictadura de Sadam Husein y casi cinco de ocupaci¨®n militar estadounidense han da?ado, quiz¨¢ irreparablemente, el valioso patrimonio hist¨®rico de Irak, pero no han acabado con la pasi¨®n de sus habitantes por los libros. Desde su puesto de director de la Biblioteca Nacional iraqu¨ª, Saad Eskander se encarga de que as¨ª sea.
La biblioteca fue saqueada e incendiada tras la toma de Bagdad por las tropas de EE UU, en marzo de 2003, cuando el caos y la violencia se adue?aron de la capital iraqu¨ª. Durante varios d¨ªas, que figuran ya entre los m¨¢s tristes de la historia de la ciudad, los ladrones arrasaron el edificio y se llevaron el 25% de los libros, principalmente los m¨¢s antiguos y valiosos. M¨¢s de la mitad de sus fondos documentales -mapas y fotograf¨ªas incluidos- se perdieron para siempre.
"Quer¨ªamos ser un ejemplo para otras instituciones, y lo hemos conseguido"
Lee el blog que mantuvo Saad Eskander durante los ¨²ltimos meses en este diario |
Siete meses despu¨¦s de aquellos hechos, Eskander recibi¨® el encargo de reabrir la biblioteca. Exiliado en Londres durante casi dos d¨¦cadas, hac¨ªa poco que hab¨ªa regresado a Irak junto a ocho amigos -escritores, periodistas y artistas opuestos al r¨¦gimen de Sadam Husein- con la intenci¨®n de ayudar a reconstruir el pa¨ªs. "Desafortunadamente, llegamos a Bagdad en noviembre de 2003, cuando la situaci¨®n de seguridad estaba deterior¨¢ndose y las cosas iban de mal en peor", recuerda Eskander, el ¨²nico de los nueve que decidi¨® quedarse.
El director de la Biblioteca Nacional de Irak, que esta semana ha visitado Madrid para participar en unas jornadas de la Asociaci¨®n Espa?ola de Documentaci¨®n e Informaci¨®n (SEDIC), explica que los primeros en saquear la biblioteca eran aficionados que se llevaron muebles, ordenadores y la grifer¨ªa. Despu¨¦s llegaron los profesionales, que sab¨ªan muy bien qu¨¦ buscaban. Eskander cree que esos libros y documentos robados han acabado en Arabia Saud¨ª y Kuwait. "Los pa¨ªses vecinos no han sido de gran ayuda", afirma. "Aunque hablan d¨ªa y noche de proteger la herencia cultural iraqu¨ª, el hecho es que nuestra herencia cultural ha sido vendida en sus mercados negros".
Antes de la invasi¨®n, la Biblioteca Nacional de Irak conten¨ªa un mill¨®n de ejemplares. Algunos manuscritos se remontaban al siglo VIII, cuando Bagdad era capital del califato abas¨ª. Muchos documentos hab¨ªan sobrevivido la invasi¨®n de los mongoles en el siglo XIII, cuando, seg¨²n la leyenda, los descendientes de Gengis Khan tiraron al Tigris tantos libros que las aguas del r¨ªo se volvieron negras de tinta. De la Biblioteca Nacional tambi¨¦n han desaparecido documentos de la ¨¦poca otomana, de la colonia brit¨¢nica y de la importante comunidad jud¨ªa que un d¨ªa habit¨® Bagdad.
En estos ¨²ltimos cuatro a?os, Eskander ha logrado poner en pie la biblioteca. Bajo su direcci¨®n se ha reabierto la sala de lectura, se ha instalado un moderno sistema inform¨¢tico y se ha formado un equipo de 400 personas en el que est¨¢n representados todos los grupos ¨¦tnicos y religiosos de Irak. Est¨¢ especialmente orgulloso de haber modernizado y democratizado la instituci¨®n, estimulando la participaci¨®n de los trabajadores en la toma de decisiones. "Quer¨ªamos hacer de la Biblioteca Nacional un buen ejemplo para otras instituciones, y creo que lo hemos conseguido: no hemos tenido ning¨²n problema sectario".
Eskander, de 45 a?os, est¨¢ convencido de que instituciones laicas como la que ¨¦l dirige pueden convertirse en s¨ªmbolos comunes para todos los iraqu¨ªes y ayudar a frenar el fanatismo religioso. "No podemos vencerlo s¨®lo por la fuerza, tenemos que derrotarlo intelectualmente, con las ideas, las teor¨ªas, el arte, la historia...", dice. La Biblioteca Nacional de Irak est¨¢ ubicada en la calle Haifa, la m¨¢s peligrosa de Bagdad. Es una zona divisoria entre sectores sun¨ªes y chi¨ªes que ha sido escenario de frecuentes tiroteos y de explosiones de coches bomba.
"Todos los d¨ªas hay disparos. Estamos atrapados en el fuego cruzado", explica Eskander. El edificio ha sido objeto de numerosos ataques, tanto de fuerzas iraqu¨ªes como estadounidenses, y en su interior han ca¨ªdo proyectiles de mortero. En agosto pasado, la Guardia Nacional ocup¨® el edificio durante dos d¨ªas sin motivo aparente. La biblioteca ha perdido a ocho de sus empleados, v¨ªctimas de la violencia sectaria, y el propio Eskander ha sido objeto de amenazas de muerte. Otros muchos han abandonado el pa¨ªs.
Doctorado en la London School of Economics, Eskander milit¨® en su juventud en el nacionalismo kurdo. A los 28 a?os se march¨® al Reino Unido y a?os despu¨¦s adquiri¨® la nacionalidad brit¨¢nica. Hoy cree posible que sun¨ªes, kurdos y chi¨ªes puedan vivir juntos en Irak, "porque as¨ª lo han hecho durante siglos". El problema, opina, est¨¢ en el liderazgo de las distintas comunidades, incapaces de llegar a un compromiso.
Desde noviembre de 2006 hasta julio pasado, Eskander escribi¨® un diario en Internet, en el que relataba las dificultades para salvar la biblioteca y el sufrimiento de los habitantes de Bagdad en tiempos de guerra. Explica que decidi¨® dejar de publicarlo porque psicol¨®gica y f¨ªsicamente estaba siendo muy duro. "Vivir y revivir las tragedias acab¨® afect¨¢ndome personalmente", dice.
Ni h¨¦roe ni ladr¨®n
Saad Eskander es un hombre con una misi¨®n: preservar el legado hist¨®rico iraqu¨ª a costa incluso de su propia vida. Pero este hijo de kurdos con fama de incorruptible no se considera un h¨¦roe. "Los ni?os van todos los d¨ªas al colegio sabiendo que sus vidas corren peligro", dice. "Yo no hago nada especial".
Casado y con dos hijos -una ni?a de cinco meses y un ni?o de a?o y medio-, Eskander es un hombre sereno. La suavidad de su voz y de sus maneras contrasta con la fuerza que transmiten sus ideas. "Nac¨ª en Bagdad, mis padres nacieron en Bagdad. He vivido fuera durante 22 a?os y so?aba con regresar tras la ca¨ªda de la dictadura. No quer¨ªa vivir en el exilio para siempre. Vivir en el exilio es un castigo".
?Es verdad que ha robado libros para la biblioteca? Eskander duda, sonr¨ªe y asiente. "Muchas bibliotecas fueron saqueadas y decidimos trasladar los libros a nuestro edificio para guardarlos", afirma. "Salvamos la biblioteca de la familia real y la de Sadam Husein. Est¨¢n las dos en mi despacho. Cuando quiera puede venir a verlas".
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