Una haza?a borgiana
Tol¨¦resenos la obviedad del recordatorio: los Borja constituyen el m¨¢s universal y descollante de los linajes valencianos. Dos Papas, varios cardenales, un santo y una leyenda de trazos morbosos que se trenza con su densa y candente historia avalan la proyecci¨®n de esta familia en la que se condensa la imagen m¨¢s aleccionadora y sugestiva del renacentista siglo XV y del que fuera poder¨ªo valenciano. Una vast¨ªsima bibliograf¨ªa ha escrutado ese fil¨®n biogr¨¢fico e hist¨®rico de unos personajes eminentes y vital¨ªsimos -Calixto III, Alejandro VI, C¨¦sar, Lucrecia y etc¨¦tera-, pero ni siquiera el esfuerzo de tanto investigador, con el talento preclaro de todos ellos a la cabeza, decimos del padre Miquel Batllori, SJ, ha agotado las ingentes fuentes documentales de este episodio.
Ahora hay quien cree que somos noticia porque organizamos carreras de barcos o b¨®lidos
En primer lugar, por su volumen, pues se calcula que, completada la obra, los documentos pueden alcanzar el mill¨®n y medio; despu¨¦s, por que en su mayor parte estaban depositados en el denominado Archivo Secreto del Vaticano -con sus seculares y complejas reservas-, adem¨¢s de la dispersi¨®n del resto entre medio centenar de bibliotecas. Reunir todo este material en un archivo ¨²nico y ponerlo a disposici¨®n de los estudiosos ha sido el prop¨®sito del sabio y citado jesuita, as¨ª como del Institut d'Estudis Borgians, que compendia la aportaci¨®n benem¨¦rita de no pocos investigadores. En adelante, todos esos materiales codificados y digitalizados en CD estar¨¢n en Octubre Centre de Cultura Contempor¨¢nea a disposici¨®n de los estudiosos, donde fueron presentados el pasado mi¨¦rcoles.
Se trata de un episodio ins¨®lito que ha requerido dosis masivas de intrepidez y tenacidad, unas cualidades que coinciden en un personaje tan inusual como Eliseu Climent, corolario de fe tesonera y desparpajo mendicante al servicio del pa¨ªs, que en esta ocasi¨®n, como ¨¦l mismo ha relatado, tuvo la fortuna -literalmente dicho- de hallar el intermediario adecuado para despertar el inter¨¦s del presidente de la Fundaci¨®n Axa-Winterthur, Jaime de Marichalar, duque de Lugo, que acept¨® el mecenazgo para esta iniciativa, de nulo significado para la prensa rosa, tan pelmaza con un caballero con quien todos los valencianos hemos contra¨ªdo una deuda de gratitud.
Todos, decimos, pero muy especialmente aquellos que deben ser sensibles a la magnitud del acontecimiento, cual es el caso de la Generalitat -por se?alarla sin ambages- y de la Consejer¨ªa de Cultura, un departamento que a lo largo de esta legislatura, y dicho de paso, no se sabe si est¨¢ o se le espera todav¨ªa. Una ausencia que contrast¨® con la comparecencia institucional de Catalu?a, Baleares y Arag¨®n, junto a otras altas representaciones culturales y eclesi¨¢sticas. Quiz¨¢ pueda pretextarse del lado oficial que no se han observado las formalidades previstas, pero a la postre lo que esta ausencia revela y reitera por su parte es una muestra insigne de beligerancia y acaso de ignorancia, lo que ata?e de un modo muy especial al presidente de la Diputaci¨®n y alcalde de X¨¤tiva, sede borgiana por excelencia, como Gandia, cuyo primer edil no falt¨® a la cita. Y en esta ocasi¨®n no puede cuestionarse el inter¨¦s general y extraordinario del acontecimiento, ni tampoco la transparencia de su financiaci¨®n.
A este respeto, el corolario, como en tantas otras ocasiones, no es otro que el de la burrera civil que a menudo contamina el cap i casal y que nos impide distinguir lo accidental de lo sustantivo, lo que delata un grave d¨¦ficit cultural. No ha de extra?arnos, pues, que nuestros gobernantes auton¨®micos apuesten con tanta vehemencia por los fastos deportivos y medi¨¢ticos, cuyo estr¨¦pito disimula graves carencias de sensibilidad pol¨ªtica y tambi¨¦n personal. De otro modo, y de estar presentes donde les incumb¨ªa, hubieran podido relamerse con la evocaci¨®n del presidente del Istituto Storico Italiano per il Medioevo, M¨¢ssimo Miglio, cuando describiendo el universo borgiano, con la cadencia y colorido que ¨²nicamente sabe administrar un italiano culto y enamorado de su discurso, pon¨ªa el ¨¦nfasis en el poder¨ªo valenciano de aquella ¨¦poca, en la que Valencia estaba en el mapa del mundo y era una de sus referencias m¨¢s notables. Ahora hay quien cree que somos noticia porque organizamos carreras de barcos o b¨®lidos, se nos hunde el teatro de la ¨®pera o nos visita un Papa. O tempora, o mores, que dec¨ªa el fil¨®sofo.
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