Culpable de ser violada
Arabia Saud¨ª condena a 200 latigazos a la v¨ªctima de un delito sexual. Es un ejemplo m¨¢s de la indefensi¨®n legal de las mujeres de Oriente Pr¨®ximo
Un tribunal saud¨ª ha condenado a una v¨ªctima de violaci¨®n a 200 latigazos y 6 meses de c¨¢rcel. El titular ha dado la vuelta al mundo esta semana. La indignaci¨®n que ha suscitado es compartida tambi¨¦n por muchos saud¨ªes impotentes ante un sistema judicial que ignora los derechos humanos m¨¢s elementales. Pero no es el ¨²nico. En todo Oriente Pr¨®ximo, las leyes y las sociedades est¨¢n impregnadas de una visi¨®n patriarcal del mundo que responsabiliza a las mujeres de los abusos de que son objeto, haciendo casi imposible que ¨¦stas los denuncien.
El drama de la Chica de Qatif, como la prensa saud¨ª llama a la v¨ªctima para preservar su identidad, empez¨® en mayo de 2006. La muchacha, que entonces ten¨ªa 18 a?os, hab¨ªa quedado con un compa?ero de instituto para recuperar unas fotos que le dio cuando ten¨ªa 16. Acababa de prometerse y no quer¨ªa problemas con el que legalmente ya era su marido. Los j¨®venes se encontraron en el aparcamiento de un centro comercial. Unos desconocidos les robaron el coche y les condujeron a un descampado donde junto a otros c¨®mplices les violaron.
El tribunal ha retirado la licencia al abogado por hablar con la prensa
En Ir¨¢n la mujer tiene que presentar testigos de la violaci¨®n
En las sociedades que han colocado el honor de sus familias entre las piernas de sus mujeres, la violaci¨®n constituye una verg¨¹enza que rara vez llega a los tribunales. En Arabia Saud¨ª, donde adem¨¢s la mujer necesita un representante legal que haga la denuncia en su nombre, la valent¨ªa de la Chica de Qatif s¨®lo es posible gracias al apoyo que le ha prestado su familia y en particular su marido. "Te casas para lo bueno y para lo malo, y yo amo a mi esposa", declar¨® ¨¦ste por tel¨¦fono a la cadena estadounidense CNN.
El shock y la verg¨¹enza bloquearon a la muchacha, que desde la violaci¨®n ha intentado quitarse la vida en varias ocasiones, seg¨²n su abogado, Abdulrahman al Lahem. De hecho, pasaron casi cuatro meses hasta que present¨® la acusaci¨®n ante el Tribunal General de Qatif, una localidad de la costa oriental de Arabia Saud¨ª de mayor¨ªa chi¨ª.
Miembros de esa comunidad, a la que pertenecen todos los implicados, y activistas de los derechos humanos saud¨ªes est¨¢n convencidos de que la afiliaci¨®n religiosa de la chica influy¨® en la sentencia inicial, en octubre de 2006. A pesar de que, en consonancia con la jurisprudencia saud¨ª, el fiscal pidi¨® la pena de muerte para los siete presuntos violadores, los jueces limitaron la condena a entre 10 meses y cinco a?os de c¨¢rcel m¨¢s entre 80 y 1.000 latigazos. Tambi¨¦n fallaron que la muchacha y su acompa?ante deb¨ªan recibir 90 latigazos "por encontrarse juntos sin tener parentesco", lo cual constituye un delito en el reino.
Arabia Saud¨ª es una monarqu¨ªa absoluta cuya familia real basa su legitimidad en un pacto no escrito con los ulemas de una de las ramas m¨¢s intolerantes del islam sun¨ª. Conocidos como wahab¨ªes, estos fundamentalistas exigen una estricta segregaci¨®n de los sexos y no aceptan ninguna otra escuela de pensamiento. Para ellos, los chi¨ªes (un 10% de la poblaci¨®n), son herejes. Adem¨¢s, han impuesto su interpretaci¨®n de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica) en el sistema judicial y como muchas leyes no est¨¢n codificadas, los jueces tienen amplia discreci¨®n a la hora de dictar las sentencias.
Indignada con una condena que ha sorprendido incluso a los saud¨ªes, acostumbrados a la arbitrariedad de sus tribunales, la Chica de Qatif pidi¨® a su abogado que la recurriera. El pasado d¨ªa 14, los jueces elevaban la pena de los violadores a entre dos y nueve a?os, pero tambi¨¦n aumentaban el castigo para la v¨ªctima a 6 meses de c¨¢rcel y 200 latigazos. El motivo, seg¨²n una fuente judicial citada por el diario Arab News, es que "intent¨® influenciar al tribunal llevando su caso a la prensa".
"El veredicto no s¨®lo env¨ªa a las v¨ªctimas de violencia sexual el mensaje de que no deben denunciar, sino que ofrece protecci¨®n e impunidad a los agresores", opina Farida Deif, de Human Rights Watch. Esta organizaci¨®n de derechos humanos tambi¨¦n ha denunciado la retirada de su licencia al abogado. Las autoridades judiciales le acusan de "comportamiento beligerante, hablar con los medios de comunicaci¨®n para influir en los jueces, y da?ar la imagen del pa¨ªs".
"Han recurrido a la prensa porque no conf¨ªan en el sistema", estima un profesor universitario saud¨ª, indignado por lo ocurrido. La fuente, que pertenece a la minor¨ªa chi¨ª y pide el anonimato porque ya ha tenido problemas con las autoridades con anterioridad, explica en conversaci¨®n telef¨®nica que han convergido dos factores en este caso. "Por un lado, la forma en que los wahab¨ªes ven a la mujer, como una causa de problemas a la que todo lo que le ocurra (abusos, tocamientos indeseados) es culpa suya. En segundo lugar, el que sea chi¨ª, ya que para ellos, las chi¨ªes son todas unas putas y carecen de dignidad".
Esta interpretaci¨®n coincide con las declaraciones del marido de la v¨ªctima, quien ha denunciado que uno de los jueces estaba predispuesto en su contra. "Le dijo que se merec¨ªa lo que le hab¨ªa pasado", conf¨ª¨® el hombre, que ha anunciado la voluntad de su esposa de presentar un nuevo recurso a pesar del riesgo de que el tribunal vuelva a aumentar la pena.
Sin llegar a los extremos de Arabia Saud¨ª, las activistas de los derechos de la mujer est¨¢n convencidas de que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo "si una mujer resulta violada, la ley no la defiende". Al menos, no en la pr¨¢ctica.
En Ir¨¢n, por ejemplo, aunque el c¨®digo penal establece la pena de muerte para los violadores, la letra peque?a termina volvi¨¦ndose contra la mujer. "Cuando acude al juzgado para presentar la denuncia, la env¨ªan a un centro m¨¦dico para que certifique la violaci¨®n, pero incluso con ese informe, tiene que presentar testigos, algo bastante improbable en estos casos", explica la abogada Nasrin Sotudeh. Ante la falta de testigos, lo habitual es que el violador quede libre y que entonces la justicia se vuelva contra la mujer que puede terminar azotada por falso testimonio, cuando no se la acusa de prostituci¨®n.
Dado que las leyes iran¨ªes son dictadas por autoridades religiosas que se basan en el islam, Sotudeh estima que la ¨²nica soluci¨®n es "cambiar el lugar de la mujer en la ley isl¨¢mica". Esa ley considera que la vida de la mujer vale la mitad que la de un hombre y en consecuencia la discrimina en las herencias, los seguros o las indemnizaciones.
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