Fuegos que no apagan los a?os
A diferencia de otras fuerzas de trabajo, en el f¨²tbol el horizonte laboral lo dibuja el l¨ªmite al que pueda ser llevada una articulaci¨®n o un m¨²sculo. Este l¨ªmite suele variar seg¨²n la contextura f¨ªsica del jugador, el tipo de vida y de entrenamiento, las lesiones que haya sufrido durante la carrera e incluso la capacidad de soportar el dolor. Influye tambi¨¦n la voluntad de continuar. Hay fuegos que no apagan los a?os.
Sin embargo, existe otro factor que, en algunos casos, suele acelerar el final de la carrera de un futbolista. Pasados los 30 a?os, a veces incluso antes, la cr¨ªtica empieza a caer en el juicio f¨¢cil. El mismo error que antes era considerado una falta de esfuerzo o de concentraci¨®n ahora es r¨¢pidamente achacado a un supuesto deterioro f¨ªsico. Las referencias a la edad se hacen m¨¢s frecuentes y los futbolistas empiezan a jugar un nuevo partido, esta vez contra el prejuicio. Estos estereotipos negativos afectan a la opini¨®n. La generalizaci¨®n que se hace de cualquiera que supera determinada edad puede influir en el retiro anticipado de jugadores con vigencia.
Estos prejuicios son tambi¨¦n una cuesti¨®n cultural y var¨ªan seg¨²n las latitudes. En el supercompetitivo calcio militan todav¨ªa Maldini (39), Ballotta (43), Caf¨² (37), Fontana (40), Corini (37), Serginho (37) y Toldo (36), por nombrar algunos. Las valoraciones usualmente siguen criterios de rendimiento. La liga espa?ola, en cambio, parece tener m¨¢s reticencia a la hora de valorar positivamente a jugadores maduros. No est¨¢n lejanos casos como el de Figo (35), que no s¨®lo sigue jugando, sino que corre m¨¢s que nunca cuando en el Real Madrid hace tres a?os se lo consideraba jubilable; o el agotador debate sobre Ra¨²l, que desde hace un lustro debe desmentir todos los a?os, con goles y altas prestaciones, cualquier sospecha maliciosa cuando acaba de cumplir 31 a?os.
Claro que en el f¨²tbol hace falta correr y es verdad que cada d¨ªa se convierte en un deporte m¨¢s atl¨¦tico, m¨¢s muscular, pero es el talento el que contin¨²a marcando la diferencia.
La capacidad aer¨®bica es una de las ¨²ltimas cualidades que se pierden. La potencia va disminuyendo paulatinamente y, como consecuencia, tambi¨¦n la velocidad. Sin embargo, la coordinaci¨®n, la t¨¦cnica, la visi¨®n, la madurez para interpretar el juego y soportar la presi¨®n y otras virtudes fruto de la experiencia son dif¨ªciles de reemplazar en la estructura de un equipo. Los clubes podr¨ªan plantearse una dosificaci¨®n f¨ªsica de determinados jugadores talentosos con la intenci¨®n de alargar su aporte y no sufrir una p¨¦rdida de recursos clave en la competici¨®n. As¨ª, estos podr¨ªan continuar contribuyendo con esa dosis de categor¨ªa que no ha encontrado todav¨ªa su recambio, aunque fuese a costa de exprimirla la mitad del tiempo.
Probablemente podr¨ªamos haber seguido disfrutando de Zidane si en su decisi¨®n de retirarse no hubiera pesado la perspectiva de tener que afrontar obligatoriamente temporadas de 60 partidos sobre sus v¨¦rtebras lumbares. ?Por qu¨¦ determinados estructuras deben permanecer intactas? Cuando los tenistas no encuentran el mismo nivel f¨ªsico de otras ¨¦pocas empiezan a elegir mejor los torneos en los que participan y las superficies en las que compiten. Los futbolistas se encuentran entre la espada de los a?os y la pared de un contrato que los obliga a estar siempre presentes.
Es curioso que un club pueda justificar la contrataci¨®n de un jugador por su tir¨®n comercial m¨¢s que por sus prestaciones deportivas y no as¨ª inventar un acuerdo especial m¨¢s flexible para determinados casos, alargando el aporte deportivo de algunos jugadores brillantes.
Quiz¨¢ sea un iluso. Es que ayer fue domingo, hubo f¨²tbol y ech¨¦ de menos a Zidane.
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