Elogio del entendimiento pol¨ªtico
Mucho ya se ha escrito ya sobre el abandono de Josu Jon Imaz de la actividad pol¨ªtica, especialmente enfocado en la cuesti¨®n vasca. La expresi¨®n de su nacionalismo y de su identidad, profundamente vasca, era diferente de otros planteamientos m¨¢s soberanistas en el PNV.
Pero el eje de mi reflexi¨®n no ser¨¢ la cuesti¨®n vasca, sino el coste personal que hay que pagar por intentar buscar puntos de entendimiento con otros partidos, como Imaz hizo con el PSOE e incluso declar¨® estar abierto a hacer con el PP. Actitud esencial en la pol¨ªtica, como en la vida, es la capacidad de apertura, la disposici¨®n a tender puentes, el admitir que otros tambi¨¦n pueden tener raz¨®n y que el futuro puede construirse tanto desde las ideas propias como desde el di¨¢logo y el entendimiento. Esto es lo que intent¨® Imaz. Pero ahora se va.
La renuncia de Imaz debe servir para que todos asuman su voluntad de encuentro
Los elogios hacia Imaz desde los partidos constitucionalistas requieren una reflexi¨®n de por qu¨¦ alguien que era capaz de encontrarse con ellos ha debido abandonar la pol¨ªtica y la presidencia de su partido. Mientras los dos grandes partidos lamentan la marcha de un moderado en otra fuerza pol¨ªtica, consideran d¨ªscolos a quienes, desde sus mismos proyectos pol¨ªticos, intentan ser flexibles, buscando puntos de encuentro con otros, no siguiendo la ortodoxia m¨¢s radical o el enfrentamiento m¨¢s extremo.
Hay quienes, formando parte de un partido, reivindican espacio para poder respirar, pensar, expresar sus ideas alejadas del pensamiento ¨²nico y el argumentario oficial puramente combativo. La pol¨ªtica no debe conllevar dogmatismos ni verdades absolutas. Compartir un ideario pol¨ªtico no es incompatible con la existencia de matices que enriquecen el proyecto com¨²n. Entre ellos, el intentar aproximaciones con otros en asuntos b¨¢sicos.
La actividad pol¨ªtica se asemeja frecuentemente a un planteamiento militar donde la necesaria disciplina y unidad impide la existencia de aportaciones diferentes a las del capit¨¢n general y su estado mayor o guardia pretoriana. De hecho, la expresi¨®n militante proviene del t¨¦rmino milicia. Otras connotaciones de la pol¨ªtica partidaria derivan de una concepci¨®n seudo-religiosa radical que algunos aplican. Las ideas de infalibilidad, el sentido mesi¨¢nico, la patrimonializaci¨®n de la verdad, el sumo liderazgo son, desgraciadamente, frecuentes. Pero un partido pol¨ªtico no deber¨ªa ser una secta que controla todo, que impide que otros puedan pensar por s¨ª mismos.
La renuncia de Imaz puede leerse en clave vasca o incluso espa?ola, pero los factores personales tienen gran valor. Quienes elogian al que desde sus ideas claramente nacionalistas ha pagado un alto precio por abrirse a otros, deber¨ªan hacer un esfuerzo por admitir a los que en su propia organizaci¨®n propician el di¨¢logo y la concertaci¨®n en algunos temas.
Las convicciones y la cr¨ªtica constructiva son compatibles con los puentes de encuentro. La pol¨ªtica es discrepancia pero no necesariamente confrontaci¨®n desmesurada ni descalificaci¨®n permanente del contrario. El manique¨ªsmo y los dogmas son nocivos para todo. Sin embargo, los meritorios aspirantes a cargos acent¨²an su extremismo y la persecuci¨®n de los tibios o moderados.
Se acerca el combate final. Hasta marzo se extremar¨¢n, a¨²n m¨¢s, el enfrentamiento y las hostilidades. Los protagonistas comprometidos con unas ideas estamos inevitablemente ubicados en una l¨ªnea. Sin embargo, mientras algunos pol¨ªticos y periodistas demandan sangre, otros insistimos en la necesidad de que la guerra quede alejada de algunos asuntos capitales. Es pavoroso el espect¨¢culo que todos estamos dando en temas capitales: pol¨ªtica exterior, terrorismo, el Tribunal Constitucional, etc¨¦tera. En estos asuntos, sin perjuicio de la cr¨ªtica y la existencia de diferentes posiciones, deber¨ªamos buscar el entendimiento.
Desde mi posici¨®n n¨ªtidamente centrista y la apelaci¨®n reiterada que hago a la tercera Espa?a, reivindico el momento, acaso tras las elecciones, en que deber¨ªamos dialogar m¨¢s. Entre nosotros -especialmente entre el PSOE y el PP- y con quienes no sean excluyentes, demostrando sentido de Estado. Si en el PP combin¨¢ramos firmeza con moderaci¨®n y gan¨¢semos las elecciones, necesitar¨ªamos para gobernar el apoyo de los nacionalistas. Ello no significa entreguismo a ¨¦stos pero tampoco sobreentender la exigencia de su adhesi¨®n obligatoria y gratuita al apoyo a Rajoy.
Aunque fuese por inter¨¦s, no deber¨ªamos dejar para despu¨¦s la rectificaci¨®n de la reedici¨®n del recordado pareado de marzo de 1996: "Pujol, enano, habla castellano". Poco despu¨¦s, desde el Gobierno del PP suprimimos, a petici¨®n de CiU, la figura del gobernador civil, de gran arraigo en la Espa?a centralista, y dise?amos la financiaci¨®n auton¨®mica seg¨²n el modelo demandado desde Catalu?a. Espa?a iniciaba entonces una etapa de prosperidad desde el entendimiento y el di¨¢logo. La mayor¨ªa absoluta obtenida en el 2000 hizo que, aunque la pol¨ªtica econ¨®mica y social continuase siendo exitosa, las actitudes autosuficientes nos alejaran del coraz¨®n de algunos espa?oles.
Que la renuncia de Josu Jon Imaz sirva para que todos, tambi¨¦n desde el PP y el PSOE, asumamos que, aunque algunos confundan di¨¢logo con debilidad, s¨®lo podremos mejorar Espa?a y sus territorios desde el entendimiento y la capacidad de encuentro.
Jes¨²s L¨®pez-Medel es diputado en el Congreso por Madrid (PP).
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