'D¨¦j¨¤-vu' en Oriente Pr¨®ximo
Acaso la historia se repite, despu¨¦s de todo? Los ¨²ltimos acontecimientos en Oriente Pr¨®ximo indican que la respuesta es afirmativa, porque la situaci¨®n al final de la presidencia de George W. Bush se parece a la del ¨²ltimo a?o en el cargo de Bill Clinton. Me refiero a que, al final de sus respectivos mandatos, ambos presidentes intentaron resolver uno de los conflictos m¨¢s peligrosos del mundo.
Es evidente que la Administraci¨®n de Bush ha perdido casi siete a?os que podr¨ªa haber utilizado para buscar una soluci¨®n. Estamos de nuevo en el punto de partida y hay que retomar las conversaciones de Camp David y de Taba, fr¨ªvolamente abandonadas en enero de 2001. En cualquier caso, m¨¢s vale tarde que nunca.
Es improbable que Bush, Olmert y Abbas acaben consiguiendo la "paz de los d¨¦biles"
La conferencia sobre Oriente Pr¨®ximo que se celebra en An¨¢polis, Maryland, deber¨ªa ser un foro en el que ambas partes iniciaran negociaciones definitivas, principalmente sobre las cuestiones de fondo como el establecimiento de un Estado palestino y sus fronteras (las de junio de 1967, con algunos intercambios de territorio negociados), su capital (Jerusal¨¦n), los asentamientos israel¨ªes y el derecho de retorno de los refugiados palestinos. Tambi¨¦n deber¨ªa abordarse cuestiones de seguridad, el fin de un estado de guerra que se ha prolongado durante d¨¦cadas y el reconocimiento de Israel por parte de los pa¨ªses ¨¢rabes.
Ya es hora de que se avance hacia una soluci¨®n basada en la existencia de dos Estados, porque los palestinos est¨¢n perdiendo cada vez m¨¢s la esperanza de llegar a tener uno propio. Y sin ¨¦l, el conflicto de Oriente Pr¨®ximo seguir¨¢ empantanado.
En repetidas ocasiones las partes han negociado compromisos aceptables sobre todas estas cuestiones. Lo ¨²nico que sigue faltando es la voluntad y la fortaleza pol¨ªtica necesarias para alcanzar el acuerdo el paz.
Sin embargo, los gobiernos israel¨ª y palestino actuales carecen, precisamente, de esa fortaleza pol¨ªtica. El primer ministro de Israel, Ehud Olmert, y el presidente palestino, Mahmud Abbas, son muy d¨¦biles en sus respectivos pa¨ªses y, teniendo en cuenta qu¨¦ cesiones se precisan en ambos bandos, uno y otro tendr¨¢n que arriesgarse mucho.
Lo mismo puede decirse del presidente Bush. En realidad, el Gobierno de EE UU ni tan siquiera defiende sin reservas su propia iniciativa. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se ha esforzado mucho para la conferencia de Annapolis se celebre, pero ?hasta qu¨¦ punto est¨¢ dispuesto el propio Bush a arriesgarse?
Por fortuna, en ambos bandos se han derrumbado los tab¨²es que exist¨ªan respecto a lo que es aceptable barajar en unas negociaciones definitivas. El hecho de que Olmert y Abbas compartan una misma debilidad ha hecho que tambi¨¦n tengan en com¨²n su inter¨¦s en un acuerdo de paz. Ambos desear¨ªan sobrevivir pol¨ªticamente gracias a ese entendimiento: Olmert mediante unas nuevas elecciones y Abbas a trav¨¦s de un refer¨¦ndum con el que pudiera recuperar ventaja sobre Ham¨¢s. ?Es posible entonces que la fracasada "paz de los fuertes" termine convirti¨¦ndose en una exitosa "paz de los d¨¦biles"?
Lo cierto es que, mientras cambiaban las situaciones internas de Israel y Palestina, tambi¨¦n lo hac¨ªa, en una direcci¨®n positiva, el entorno pol¨ªtico regional. Gran parte de los pa¨ªses ¨¢rabes tienen hoy m¨¢s miedo a Ir¨¢n que a Israel. Esto proporciona una oportunidad inusitada.
Sin duda, hay escollos evidentes. El margen de maniobra de Olmert dentro de su partido, y de su coalici¨®n, es muy reducido. ?Puede hacer suficientes concesiones sobre fronteras y sobre Jerusal¨¦n? Abbas suscita dudas similares. ?Puede darle a Olmert las garant¨ªas en materia de seguridad que necesita, teniendo en cuenta que los palestinos se temen que, al final, den demasiado, sin recibir a cambio concesiones sobre sus demandas fundamentales?
El obst¨¢culo crucial ser¨¢ la aplicaci¨®n de cualquier posible acuerdo cuyo coste pol¨ªtico sea muy elevado para sus firmantes. Los palestinos ya est¨¢n en medio de una guerra civil. Y es probable que los compromisos necesarios para firmar la paz tambi¨¦n conduzcan en Israel a una descarnada confrontaci¨®n pol¨ªtica. Evidentemente, Olmert piensa conjugar cualquier acuerdo definitivo con el mecanismo del Mapa de Ruta. Estar¨ªamos, pues, ante un acuerdo que se aplicar¨ªa gradualmente y cuyo avance depender¨ªa de que, en cada una de sus fases, las partes cumplieran sus obligaciones.
Un mecanismo de ese tipo s¨®lo puede funcionar si existe un tercer actor (Estados Unidos, Estados Unidos m¨¢s otro u otros o el Cuarteto para Oriente Pr¨®ximo) que pueda supervisar el acuerdo. As¨ª que, visto con realismo, parece imposible que las conversaciones de An¨¢polis tengan un resultado positivo. ?Por qu¨¦ los tres actores -Bush, Olmert y Abbas, todos ellos sumidos en una profunda debilidad interna- habr¨ªan de resolver de repente este conflicto, hasta ahora insoluble (o acercarse a su resoluci¨®n)?
Karl Marx escribi¨® que la historia siempre se repite, primero como tragedia y despu¨¦s como farsa. Cabr¨ªa temer que Camp David acabe siendo la tragedia y An¨¢polis la farsa. Pero estamos hablando de Oriente Pr¨®ximo, donde otros grandes pasos anteriores surgieron de la derrota, no de la victoria. De modo que nunca hay que perder la esperanza.
Joschka Fischer, ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania. ? Project Syndicate/Institute for Human Sciences, 2007. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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