Alexandre Cirici Pellicer
En 1983 muri¨® Alexandre Cirici Pellicer, un personaje clave para entender los esfuerzos de recuperaci¨®n de la cultura catalana durante el franquismo y la primera democracia. Sin Cirici, ni el arte, ni la cr¨ªtica de arte, ni la historia del arte hubieran mantenido los delgados hilos de una tradici¨®n de cultura nacional. La tarea de construir y potenciar estos hilos fue dif¨ªcil, abnegada, patri¨®tica, generosa y eficaz dentro de unas circunstancias a menudo dram¨¢ticas. Y sorprende que en los casi 25 a?os que han transcurrido desde su muerte, esa tarea no haya sido recordada y subrayada debidamente. Ha habido un olvido que ahora empieza a superarse con la reciente publicaci¨®n del libro de Narc¨ªs Selles Alexandre Cirici Pellicer. Una biograf¨ªa intelectual (editorial Afers), que quisi¨¦ramos considerar como un primer paso que anuncie pr¨®ximos estudios sobre la herencia intelectual y pol¨ªtica de Cirici.
Alexandre Cirici situ¨® el modernismo entre los l¨ªmites difusos del eclecticismo y el novecentismo
El propio Selles resume algunas de las justificaciones de ese olvido. Dejando aparte la habitual falta de autoestima colectiva en nuestro pa¨ªs, hay que tener presente que la tarea intelectual de Cirici se tuvo que adaptar a las limitaciones de una doble interinidad: por un lado, la de la anomal¨ªa del franquismo, que lo convert¨ªa todo en clandestino, pendiente de la incertidumbre pol¨ªtica, y por otro, la de los profundos cambios en las bases te¨®ricas del arte y sus relaciones con una sociedad durante los ¨²ltimos a?os de su vida. Pero esas circunstancias hacen todav¨ªa m¨¢s admirable su itinerario intelectual y su activismo fundacional: la revista Ariel, el Club 49, la Escola d'Art del FAD, el primer intento de un museo de arte contempor¨¢neo, la creaci¨®n de las escuelas Elisava y Eina, el apoyo y la pr¨¢ctica del dise?o industrial, las pol¨¦micas -pedag¨®gicas y tan influyentes- sobre el informalismo y el realismo social, la aparici¨®n de los m¨¦todos de an¨¢lisis estructuralistas, el anuncio del arte conceptual, la c¨¢tedra universitaria, etc¨¦tera. Todo ello sobre un intenso entramado de art¨ªculos y libros que abarcan simult¨¢neamente la historia, la cr¨ªtica, las declaraciones program¨¢ticas y los correspondientes ¨¢mbitos pol¨ªticos. Quiz¨¢ esa multiplicaci¨®n de especialidades con sus combates gremiales fue tambi¨¦n la causa de diversos olvidos forzados y superpuestos.
El libro de Selles no es una biograf¨ªa convencional, sino un an¨¢lisis de esos itinerarios y una propuesta para situarlos en una cultura local ligada a los movimientos internacionales. Dos ejemplos evidentes son el logro de una explicaci¨®n razonada y sistematizada del fen¨®meno del modernismo y la eficacia de su larga serie de art¨ªculos en Serra d'Or, una cantera de dos generaciones de artistas catalanes.
El primer historiador que levant¨® la voz en defensa y reconocimiento del modernismo fue J. F. R¨¤fols con un par de libros memorables. Pero fue Cirici quien public¨® el texto definitivamente estructurado que hasta hoy ha sido la matriz de los estudios de arte y arquitectura en la Catalu?a del traspaso de siglos. El arte modernista catal¨¢n (Aym¨¤, 1951) sit¨²a claramente el modernismo entre los l¨ªmites difusos del eclecticismo y el novecentismo, atribuye el debido rol cultural a las artes industriales dentro de la unidad pl¨¢stica del movimiento, coloca a Gaud¨ª como un genial episodio interno y lo globaliza todo en un ¨²nico movimiento -social, cultural y pol¨ªtico-, expresi¨®n catalana de un episodio internacional de gran trascendencia y traducci¨®n art¨ªstica de un nacionalismo burgu¨¦s. No s¨®lo ese encuadramiento, sino las fuentes de investigaci¨®n y sus reducciones sint¨¦ticas, siguen siendo el punto de partida de todas las investigaciones cr¨ªticas sobre el modernismo.
Esa misma capacidad de ordenaci¨®n conceptual se acredita en la serie de art¨ªculos mensuales en Serra d'Or, publicados desde principios de los a?os sesenta. Cirici era incapaz de referirse a un hecho cotidiano o a una an¨¦cdota sin inventar una teor¨ªa general, siguiendo un m¨¦todo que parece poner al d¨ªa las experiencias intelectuales de Eugeni d'Ors. Los art¨ªculos de Serra d'Or sol¨ªan estar dedicados a un artista, a una pol¨¦mica o a un acontecimiento reciente, pero siempre serv¨ªan para a?adir otra consideraci¨®n a una teor¨ªa general del arte, sobre todo del arte contempor¨¢neo catal¨¢n. As¨ª se impuso como ¨¢rbitro de dos generaciones y as¨ª lleg¨® a plantear un cuadro comprensible en el que se inclu¨ªan las evoluciones internacionales de las vanguardias, los nuevos m¨¦todos cr¨ªticos y los programas de actuaci¨®n. Descubri¨® a muchos artistas j¨®venes -algunos ya desaparecidos en la vor¨¢gine de otras modas-, forz¨® el destino de sus obras y nos explic¨®, agrupando esos art¨ªculos, una personal interpretaci¨®n de la cultura catalana en la resistencia y en la liberaci¨®n.
Sus estudios sobre el g¨®tico y el barroco; sus programas sobre la arquitectura y el paisaje, el dise?o y la cer¨¢mica; sus textos did¨¢cticos, y sobre todo sus cuatro vol¨²menes de memorias completan un gran legado bibliogr¨¢fico, que es tambi¨¦n el punto de partida de una intensa pr¨¢ctica pol¨ªtica en la resistencia y en la primera democracia, cuando los mejores intelectuales apostaban todav¨ªa por la colaboraci¨®n y el compromiso. Es lo que hay que recordar con m¨¢s empe?o de la vida de Cirici: aquellos tiempos en que los pol¨ªticos -en las cumbres y en las bases- no hab¨ªan perdido su capacidad intelectual y su voluntad f¨¦rrea de servicio. Y lo ejerc¨ªan con conocimiento y excelencia, sin que la proximidad y el populismo les mancharan.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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