El mundo puede vivir con un Ir¨¢n nuclear
Estados Unidos o Israel no tendr¨ªan muchos problemas en atacar con aviones y misiles a Ir¨¢n. La capacidad de defensa de este pa¨ªs es muy limitada. Pero tal ataque no vale la pena
A juzgar por su conducta, los dirigentes iran¨ªes est¨¢n en pleno ataque de p¨¢nico. Y tienen raz¨®n. A comienzos de septiembre Israel atac¨® con ¨¦xito una supuesta instalaci¨®n nuclear siria y demostr¨® que las defensas antia¨¦reas de construcci¨®n rusa, que tambi¨¦n ha comprado Ir¨¢n, son vulnerables.
El primer ministro israel¨ª Ehud Olmert tiene detr¨¢s a George Bush. Hace cuatro a?os, Bush atac¨® al vecino occidental de Ir¨¢n y lo demoli¨® de tal forma que quiz¨¢ no pueda levantarse nunca m¨¢s. Tanto Bush como Olmert han subrayado en repetidas ocasiones su empe?o en evitar que Ir¨¢n se haga nuclear, por la fuerza si es necesario. Y es muy posible que lleven a cabo sus amenazas.
En el caso de que lo hicieran, Ir¨¢n tendr¨¢ poco con lo que impedirles el paso. A pesar de su riqueza en petr¨®leo, Ir¨¢n es un pa¨ªs tercermundista con una poblaci¨®n de 70 millones de personas y una renta per c¨¢pita de 2.400 d¨®lares (unos 1.600 euros) anuales. El Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos, con sede en Londres, calcula que su presupuesto de defensa es de unos 6.300 millones de d¨®lares. Eso es poco m¨¢s de la mitad del de Israel y menos del 2 % de lo que dedica Estados Unidos a ese mismo fin. Seguramente existen otros programas adicionales "en negro", pero Ir¨¢n no es el ¨²nico que recurre a ese tipo de cosas.
El presupuesto de defensa iran¨ª es la mitad del israel¨ª y menos del 2% del estadounidense
Ir¨¢n carece de barcos y aviones de guerra y cuando habla de misiles cuenta hasta los petardos
Si Estados Unidos atacara Ir¨¢n -estamos hablando de un ataque con misiles de crucero y aviones tripulados, no de una invasi¨®n terrestre, para la que Washington no tiene soldados suficientes-, Ir¨¢n no tendr¨¢ forma de devolver el golpe. Su mayor reacci¨®n, como la de Sadam Husein en 1991, ser¨ªa atacar a Israel, lo cual explica seguramente por qu¨¦ el presidente iran¨ª Mahmud Ahmadineyad y sus generales lanzan constantes amenazas en ese sentido (Ir¨¢n anunci¨® ayer mismo que ha fabricado un nuevo misil bal¨ªstico de un alcance de 2.000 kil¨®metros).
Aun en ese caso, tienen pocas posibilidades. Las fuerzas terrestres y navales de Ir¨¢n son insignificantes para la misi¨®n que se proponen. Tal vez sea verdad que dispone de unos cuantos misiles Shihab III del alcance necesario, pero su n¨²mero es limitado y su fiabilidad no est¨¢ nada clara.
Si los misiles llevan cabezas convencionales, desde el punto de vista militar, las consecuencias ser¨¢n pr¨¢cticamente nulas. Si llevan cabezas no convencionales, entonces Ir¨¢n -para citar las palabras pronunciadas por el ex primer ministro israel¨ª Isaac Shamir poco antes de la primera guerra del Golfo-, se expondr¨¢ a unas represalias "espantosas y terribles" (y las v¨ªrgenes del para¨ªso isl¨¢mico recibir¨¢n a un mont¨®n de pretendientes).
Las fuerzas a¨¦reas iran¨ªes se encuentran en un estado a¨²n peor. Ya en 1988, al terminar la guerra entre Ir¨¢n e Irak, la flota que ten¨ªa Teher¨¢n, formada por viejos aparatos de fabricaci¨®n estadounidense, era apenas operativa. Desde entonces, aparte de los aviones iraqu¨ªes que cayeron en su terreno durante la guerra de 1991 (y que seguramente ya no funcionan), las ¨²nicas importaciones han sido quiz¨¢ unos aviones de combate de fabricaci¨®n rusa. Pocos los han visto con sus propios ojos. Aunque sea cierto que Ir¨¢n dispone de ellos, no podr¨ªan llegar a Israel sin repostar en pleno vuelo, por lo que podr¨ªan ser f¨¢cilmente derribados.
Ir¨¢n no debe de estar satisfecho de los aparatos rusos, puesto que en caso contrario no habr¨ªa decidido fabricar uno propio. Este avi¨®n iran¨ª recibe el nombre de Saeqeh, "el rayo". Por lo que se vio en un reciente desfile, son una versi¨®n del F-5 Tiger de Estados Unidos.
El F-5 se dise?¨® en los a?os cincuenta y se actualiz¨® en los sesenta, pero las fuerzas a¨¦reas estadounidenses lo rechazaron, de modo que se vendi¨® a pa¨ªses como Ir¨¢n y Jordania, as¨ª como a varios latinoamericanos que no estaban en situaci¨®n de poder manejar aparatos m¨¢s complejos. Lo m¨¢s cerca que estuvo jam¨¢s de participar en combate fue seguramente en la pel¨ªcula de 1986 Top Gun, en la que hizo las veces de un tipo de MIG sovi¨¦tico inexistente.
Da la impresi¨®n de que Ir¨¢n ha copiado varios de estos aviones y los ha mejorado. Pero los Saeqehs no tienen nada que hacer frente a los reactores modernos. En cualquier caso, son muy poco numerosos. Y, como en el caso de los aviones rusos, s¨®lo podr¨ªan llegar hasta Israel, en el mejor de los casos, repostando en pleno vuelo.
Otra opci¨®n al alcance de Teher¨¢n es agitar las aguas en el Golfo. Probablemente eso es lo que el responsable de misiles de la Guardia Revolucionaria, el general Mahmud Chaharbaghi, pretend¨ªa cuando afirm¨® que pod¨ªa lanzar "11.000 cohetes" "en el plazo de un minuto". Pero eso es una tonter¨ªa. Al margen de los Katyushas, de corto alcance y poco precisos, ning¨²n pa¨ªs tiene tantos cohetes.
Tampoco est¨¢ claro qu¨¦ ganar¨ªan lanz¨¢ndolos todos de forma simult¨¢nea: aunque fuera posible, lo ¨²nico que conseguir¨ªan es dejar su pa¨ªs sin defensas. Tal vez, consciente de lo d¨¦biles que son las defensas convencionales de su pa¨ªs, Chaharbaghi cont¨® tambi¨¦n los petardos.
Una situaci¨®n agitada en el Golfo har¨¢ que se dispare el precio del petr¨®leo, pero no evitar¨¢ que Ir¨¢n sea bombardeado. Adem¨¢s, los misiles son una amenaza a la que las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados en la zona deber¨ªan poder hacer frente sin problemas. Si no, ?para qu¨¦ tener en la regi¨®n a 40.000 soldados (sin contar a los que est¨¢n en Irak) y dos o tres grupos de portaaviones, con un personal superior a 25.000?
La ¨²ltima opci¨®n de Ir¨¢n es realizar atentados terroristas contra Occidente. Pero su impacto estrat¨¦gico ser¨ªa pr¨¢cticamente nulo; al fin y al cabo, el 11-S, el mayor atentado de la historia, no disminuy¨® en absoluto la capacidad de las fuerzas armadas estadounidenses.
Cuando se pretende realizar una campa?a terrorista coordinada, y no unos cuantos alfilerazos, es m¨¢s f¨¢cil hablar que actuar, porque son muchas las cosas que pueden salir mal. En 1991, la gente tem¨ªa que Sadam Husein emprendiera una campa?a de ese tipo y, al final, no hubo ning¨²n atentado.
Todo esto no quiere decir que Estados Unidos e Israel deban aprovechar el momento y atacar ya. Es dudoso que sea verdaderamente posible acabar con el amplio, disperso y camuflado programa nuclear iran¨ª, sobre todo porque, a diferencia de los ataques israel¨ªes contra Irak, en 1981, y contra Siria, hace poco, no se contar¨ªa con el factor sorpresa. Tambi¨¦n es dudoso que llevar a cabo ese ataque (si es que es posible) sirva de algo.
Desde 1945, no ha habido pr¨¢cticamente ning¨²n a?o en el que no hayan surgido voces -sobre todo desde Estados Unidos, preocupado por conservar su monopolio durante el m¨¢ximo tiempo posible- para denunciar las terribles consecuencias que tendr¨ªa la nuclearizaci¨®n de nuevos pa¨ªses. Hasta ahora, ninguna de esas advertencias se ha hecho realidad. Al contrario: en cada lugar en el que se han implantado las armas nucleares, las guerras a gran escala entre sus propietarios han ido desapareciendo.
El general retirado John P. Abizaid, antiguo jefe del mando central estadounidense, es el ¨²ltimo en una larga lista de expertos convencidos de que el mundo puede vivir con un Ir¨¢n nuclear. Convendr¨ªa tener en cuenta sus opiniones, no vaya a ser que las bravatas de Ahmadineyad, provocadas por el miedo, empujen a alguien a hacer alguna tonter¨ªa.
Martin van Creveld, catedr¨¢tico en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n, es uno de los principales expertos mundiales en historia y estrategia militar. Autor de The Transformation of War (1991). Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Global Viewpoint.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.