Coalici¨®n de amedrentados
As¨ª como hubo una coalici¨®n de voluntarios, que arrop¨® a Estados Unidos en la guerra de Irak, ahora hay una coalici¨®n de amedrentados que acompa?a a la primera superpotencia en su intento de poner un poco de orden en Oriente Pr¨®ximo. La primera compromet¨ªa fuerzas militares y voluntades pol¨ªticas, hasta el punto de que quienes la apoyaron lo han ido pagando puntualmente ante sus electorados (el ¨²ltimo, el Aznar australiano que es John Howard). La segunda ha obligado a los coaligados a trasladarse a la Escuela Naval de Annapolis, cerca de Washington, para prestar su apoyo y su rostro de figurantes de lujo a la foto opportunity que Bush ha querido hacerse con Ehud Olmert y Mahmud Abbas. Todos los actores de esta representaci¨®n han acudido acuciados por el miedo. Cada uno de los tres protagonistas por sus miedos particulares: Bush, a un legado hist¨®rico vac¨ªo; Olmert, a un Israel asaltado por el dilema entre un pa¨ªs embarrado en un apartheid para los no jud¨ªos o un pa¨ªs ahogado por la inundaci¨®n demogr¨¢fica ¨¢rabe; Abbas, a unos territorios palestinos gobernados por Ham¨¢s. Todos ellos, con los figurantes, por el miedo a Ir¨¢n, la potencia regional nacida del error de Irak y que extiende sus tent¨¢culos alrededor de Israel, en Gaza, L¨ªbano, Siria y, por supuesto, el propio Irak chi¨ª. Si la coalici¨®n de voluntarios puenteaba a Naciones Unidas para atacar a Irak, pregunt¨¦monos por cierto a qui¨¦n puentea la coalici¨®n de los amedrentados para una finalidad mucho m¨¢s noble.
Los actores y figurantes de la representaci¨®n de Annapolis han acudido acuciados por el miedo
No ha sido f¨¢cil conseguir la asistencia de algunos, pero hubo empujones por parte de los que no sab¨ªan si estaban invitados. El precio del tique de entrada no era muy alto. No han tenido que firmar nada. Apenas aplaudir. Y la declaraci¨®n le¨ªda por Bush, a fin de cuentas, es lo m¨¢s pr¨®ximo a la vacuidad que pod¨ªa escribirse. S¨®lo la firman las dos partes, pero no la cincuentena de asistentes. No hay menci¨®n alguna al plan de paz saud¨ª, concebido hace cinco a?os con el apoyo de la Liga ?rabe y consistente en intercambiar el reconocimiento de Israel por parte de todos los pa¨ªses ¨¢rabes a cambio del Estado palestino con las fronteras de 1967. Tampoco se mencionan los cuatro puntos cr¨ªticos del litigio que deben acompa?ar al reconocimiento del Estado palestino: seguridad para Israel, regreso a las fronteras de 1967, capitalidad en Jerusal¨¦n Este y regreso de los refugiados. No hay fecha ni calendario obligatorio para la aplicaci¨®n de la Hoja de Ruta. Hasta el 20 de enero de 2009, cuando Bush se vaya de la Casa Blanca, hay tiempo para salvarle la cara y firmar un acuerdo de paz, que ¨¦ste s¨ª debiera contar con fechas y plazos. O no. ?Y el d¨ªa se?alado? ?En qu¨¦ momento preciso tendr¨¢n los palestinos un Estado soberano? Ni se sabe.
Israel quer¨ªa una declaraci¨®n vaporosa y sin concreci¨®n alguna. La Autoridad Palestina necesitaba fechas y compromisos concretos. Est¨¢ bien claro qui¨¦n se ha llevado el gato al agua. No es una derrota, todav¨ªa, porque tiene remedio, a menos que los radicales de uno y otro bando lo echen todo por la borda antes de que se ponga en marcha. Hay un a?o por delante para demostrar que hay voluntad de paz. Israel tiene millares de prisioneros palestinos por soltar, 600 controles y barreras en Cisjordania que dificultan la vida diaria de los palestinos, una valla cuestionada por el Tribunal de La Haya y decenas de colonias ilegales por desmontar. Pero hay que ser muy esc¨¦ptico en cuanto a la presi¨®n que quiera ejercer y sobre todo que vaya a ejercer Bush sobre el Gobierno israel¨ª. Ha gastado tres horas de su agenda en Annapolis: no es seguro que quiera dedicarle muchas m¨¢s.
Bush ha buscado una s¨ªntesis ideol¨®gica con la que terminar su desastroso reinado, entre el ideario neocon, que es el que le ha dado la impronta y ha desencadenado esa larga temporada de cat¨¢strofes, y el internacionalismo realista que caracteriz¨® al viejo Bush, su padre. Esta s¨ªntesis est¨¢ expresada en su declaraci¨®n final: "Cuando la libertad eche ra¨ªces en el suelo iraqu¨ª, en Cisjordania y en Gaza, inspirar¨¢ a millones a trav¨¦s de Oriente Pr¨®ximo que quieren construir sus sociedades en paz, libertad y esperanza". La escuela realista considera el conflicto israelo-palestino como el nudo gordiano de la estabilidad de la zona entera; mientras que los neocons, identificados con la derecha israel¨ª, quieren creer que la cuesti¨®n palestina es una m¨¢s, incluso marginal, en una regi¨®n donde proliferan los estados fallidos y todos los peligros terroristas. Los primeros responsabilizan a Israel mientras que los segundos la exculpan y evitan la presi¨®n a la hora de las exigencias en la mesa de negociaciones.
Con este nuevo proceso de paz en marcha, un acuerdo con el Gobierno de Irak para dejar all¨ª bases permanentes y 50.000 soldados y esta s¨ªntesis entre sus ideas y las de pap¨¢, Bush puede salvar los muebles y demostrar que hasta el m¨¢s d¨¦bil de los presidentes sigue siendo el m¨¢s fuerte en un mundo amedrentado. Es dif¨ªcil que el pr¨®ximo presidente, aun siendo dem¨®crata, no respete su legado.
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