Operaci¨®n Guateque
Los estragos econ¨®micos debieron de ser enormes, a juzgar por el aluvi¨®n de damnificados
Lo importante de un guateque era el sitio. Aquel que dispon¨ªa del espacio y la condescendencia paterna para montarlo ten¨ªa garantizada una nube de amigos haci¨¦ndole la pelota. Tambi¨¦n se necesitaba un tocadiscos, preciado aparato que no todos pose¨ªan o estaban dispuestos a prestar para una fiesta en la que siempre hab¨ªa alg¨²n patoso que maltrataba las agujas. El resto era f¨¢cil, unas botellas de l¨ªquido, unos bolsones de patatas o cortezas y chicas, cuantas m¨¢s chicas mejor.
En todo guateque hab¨ªa un pringao que pon¨ªa los discos mientras los dem¨¢s trataban de arrimarse lo m¨¢s posible a una contraria. Su elecci¨®n sol¨ªa producirse de forma natural y espont¨¢nea. El pringado era el m¨¢s soso, el m¨¢s feo o el m¨¢s raro de la reuni¨®n. ?l no se com¨ªa una rosca, pero se pon¨ªa ciego de cubatas y sobre todo ten¨ªa la potestad de favorecer idilios, o por el contrario cambiar la m¨²sica lenta por una de bailar suelto cuando la chica que le molaba o alguien a quien odiaba empezaba a darse el lote. Este manejo del cl¨ªmax dotaba al pringao de un poder omn¨ªmodo sobre el universo hormonal de la fiesta, lo que dependiendo de su calidad humana le hac¨ªa adorable o un aut¨¦ntico cabroncete.
Cuando el pasado 14 de noviembre la Guardia Civil entr¨® a revolver cajones en el Ayuntamiento de Madrid, yo me acord¨¦ de esos pringaos. Fue la ¨²nica relaci¨®n que en ese momento hall¨¦ entre los implicados y la palabra guateque, con la que los investigadores bautizaron la operaci¨®n policial. No era as¨ª; en realidad le llamaron guateque porque las v¨ªctimas propiciatorias de esas corruptelas eran empresarios de discotecas y salas de fiestas. Gente que arriesgaba su dinero para montar un negocio y se encontraba con unos funcionarios que les conminaban a aflojar unos milloncetes para acelerar los permisos. El que pasaba por el aro abr¨ªa pronto; el que no, se tiraba a?os esperando la licencia y los costes financieros le terminaban hundiendo. Cuanto m¨¢s lenta fuera la burocracia m¨¢s se ablandaban las v¨ªctimas propiciatorias estimulando su disposici¨®n a soltar la tela.
No quiero ni pensar la cantidad de ilusiones y negocios que se habr¨¢n ido al garete por culpa de esos tipos a quienes los madrile?os pagamos un sueldo para ordenar esta ciudad. Los estragos econ¨®micos debieron de ser enormes, a juzgar por el aluvi¨®n de damnificados que han saltado a los medios para contar su caso. Si esto no era un secreto a voces ten¨ªa una multitud de guardianes porque su revelaci¨®n, salvo a quienes debieron evitarlo, no parece haber sorprendido a casi nadie. Que no haya pringado ning¨²n cargo pol¨ªtico no exime de responsabilidad a este Gobierno municipal ni a los anteriores, que, por torpeza, ceguera o desidia, nos dejaron a merced de funcionarios corruptos.
Gobernar una ciudad no consiste s¨®lo en cavar t¨²neles y poner pantallones; por encima de todo hay que intentar que el Ayuntamiento, que nos cuesta un ri?¨®n, funcione decentemente, preste un servicio eficaz y no nos joda la vida. Generalizar ser¨ªa una canallada que no me perdonar¨ªa.
La inmensa mayor¨ªa de los funcionarios de la administraci¨®n local son personas honradas, pero hasta la pituitaria m¨¢s amodorrada ser¨ªa capaz de advertir que el olor a podrido no se limita a la banda del guateque. Acostumbrados a los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos con implicaciones pol¨ªticas, tendemos a olvidar que la variedad de corruptelas en la funci¨®n p¨²blica puede ser muy amplia. Esto que ahora han destapado viene de muy lejos, y cuando pudieron hacer algo tan burdo, con tal impunidad y durante tanto tiempo habr¨¢ que ponerse necesariamente en lo peor y presuponer la vigencia de otros montajes m¨¢s sofisticados. De eso tienen que ocuparse los pol¨ªticos municipales, en lugar de investigar en el ¨¢rbol geneal¨®gico de los inculpados posibles vinculaciones con los ancestros de uno u otro partido. Es la obligaci¨®n del Gobierno municipal y hasta de la oposici¨®n, a la que tambi¨¦n pagamos para que denuncie los errores e ineptitudes de quienes gestionan la ciudad.
Unos cuantos pringaos sin escr¨²pulos arruinaron un mont¨®n de guateques manipulando a su favor esa m¨¢quina de poder llamada Ayuntamiento de Madrid. Ellos convirtieron aquel "vuelva usted ma?ana", que denunci¨® Larra hace m¨¢s de 100 a?os, en el "vuelva usted ma?ana pero con pasta" del siglo XXI. Un pecado para los que hicieron la vista gorda y una verg¨¹enza para quienes estaban a por uvas.
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