La campanilla
Una campana, una simple y humilde campanilla depositada encima de una mesa del Ayuntamiento de Valencia, ha hecho perder los estribos a la alcaldesa, Rita Barber¨¢. Una l¨ªder tan dada a la pompa y la ostentaci¨®n, tan presta a echar las campanas al vuelo por cualquier nimiedad, ha decidido incautarse de una modesta campanilla que prestaba sus buenos servicios en la administraci¨®n que preside. La campana en cuesti¨®n se encontraba a las puertas del Servicio de Actividades del Ayuntamiento, donde los funcionarios la hab¨ªan colocado para que los ciudadanos la hicieran sonar cuando desearan ser atendidos. Una cutre hoja de papel pegada a la pared con la palabra "llamar" y una flecha apuntando a la campana invitaban a servirse del instrumento. La guasa del asunto es que el servicio en cuesti¨®n depende de un concejal del que tambi¨¦n depende un ¨¢rea ampulosamente denominada "Concejal¨ªa de Modernizaci¨®n de la Administraci¨®n, Descentralizaci¨®n y Participaci¨®n Ciudadana". A trav¨¦s de Internet apenas se puede resolver alg¨²n tr¨¢mite municipal, pero la alcaldesa no tiene ning¨²n empacho en definir la web, en la propia p¨¢gina del Ayuntamiento, como "una v¨ªa acorde con la ciudad moderna en la que Valencia se ha transformado". La semana pasada, la oposici¨®n socialista aprovech¨® el tema de la campana para poner de manifiesto las carencias de la administraci¨®n municipal y exigir la puesta en marcha de la administraci¨®n electr¨®nica a trav¨¦s de Internet. La prensa local se hizo eco del asunto. Veinticuatro horas despu¨¦s, la alcaldesa ordenaba al campanudo concejal, que tambi¨¦n tiene las competencias de personal, retirar la dichosa campanilla y abrir un expediente sancionador contra los funcionarios, a los que acusa de una falta muy grave por incumplimiento, con voluntad maliciosa de enga?ar, de un manual de funciones, que exige el "debido recato a los funcionarios".
Tal vez a los ciudadanos tambi¨¦n les falte recato. Si los contenedores amarillos y los azules rebosan pl¨¢sticos y cartones por las aceras de tantas calles es por su culpa. Son muchos los que se empe?an en reciclar. Si tuvieran m¨¢s recato har¨ªan como que reciclan y lo echar¨ªan todo al contenedor general, que es el que se recoge a diario. Lo contrario es ganas de denigrar la imagen de la ciudad, ganas de tocar la campana.
La pobre alcaldesa no gana para sustos. El mi¨¦rcoles la portavoz municipal, Carmen Alborch, denunciaba con un v¨ªdeo las cataratas de la ¨®pera y la negligencia de Barber¨¢. El viernes a la alcaldesa se le sublevaron los polic¨ªas municipales y los bomberos que, ingratos, iban por las calles de manifestaci¨®n, denunciando el despilfarro del PP y las carencias que padecen para prestar sus servicios. La alcaldesa anda muy atareada con el derribo a prisa y corriendo de la Tabacalera, no vaya a ser que los tribunales paralicen lo que la oposici¨®n y el movimiento ciudadano califican como un expolio. Carmen Alborch, que parece haberse ha tomado en serio su trabajo en la oposici¨®n, ha revelado que la operaci¨®n permitir¨¢ a una empresa privada obtener unas plusval¨ªas de 170 millones de euros antes de empezar a construir.
La alcaldesa, primera funcionaria municipal, es, toda ella, un modelo de recato. La dichosa campanilla es, sin duda, muy molesta. Til¨ªn, tol¨®n.
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