Por el huevo y por el fuero
Una de las funciones de la pol¨ªtica es dar sentido a los hechos: tejer un relato cre¨ªble sobre por qu¨¦ pasa lo que pasa. Tenemos en los ¨²ltimos meses una serie de hechos en Catalu?a. Los trenes de cercan¨ªas han vivido un tiempo de caos, la llegada del AVE como m¨ªnimo se ha retrasado, Barcelona estuvo muchas horas sin luz... Ante estos hechos, sumados o no a otros, las diversas ideolog¨ªas pol¨ªticas han construido discursos interpretativos. El nacionalismo catal¨¢n -en sus diversas expresiones pol¨ªticas- tiene su propia hip¨®tesis: la falta de inversiones, consecuencia de un poder pol¨ªtico insuficiente de las instituciones catalanas y de un d¨¦ficit fiscal continuado, es la causa ¨²ltima de los problemas de infraestructuras. La derecha espa?ola elabor¨® tambi¨¦n su propio discurso: los problemas en las infraestructuras catalanas nacen de un inter¨¦s excesivo de nuestras instituciones por los problemas identitarios y de una desatenci¨®n hacia los problemas reales. Personalmente, tengo la impresi¨®n de que este discurso interpretativo -tan leg¨ªtimo como el contrario- tiene un problema: los hechos encuentran en ¨¦l un peor acomodo, en la medida en que los problemas se han producido no en ¨¢mbitos de competencia e inversi¨®n del Gobierno catal¨¢n, sino del Estado. Pero en cualquier caso el proceso es el mismo. Desde la pol¨ªtica, desde la ideolog¨ªa, se intenta ofrecer un discurso interpretativo de la realidad que remite a una terapia. Para el nacionalismo, m¨¢s poder y m¨¢s dinero para Catalu?a. Para la derecha espa?ola, menos debate identitario y menos vocaci¨®n diferencial en Catalu?a.
Se puede discrepar de la manifestaci¨®n y del discurso, pero no era un discurso oculto ni ambiguo
Me parece ¨²til retomar esta funci¨®n de la pol¨ªtica -que ya comentaba hace un par de meses en estas mismas p¨¢ginas- para entender el sentido de la manifestaci¨®n del 1 de diciembre en Barcelona. Aquella no fue estrictamente una manifestaci¨®n de cabreados por los trenes. Tampoco fue estrictamente una manifestaci¨®n independentista. Era en su convocatoria y fue en su realizaci¨®n una manifestaci¨®n de los ciudadanos que creen que tras los problemas de infraestructuras existe, como origen y matriz, un problema pol¨ªtico, una estructura injusta del Estado, un d¨¦ficit de poder pol¨ªtico y de inversi¨®n de dinero p¨²blico. Algunos de los manifestantes creen que la soluci¨®n de este problema pol¨ªtico es la independencia. Otros creen que es posible resolverlo todav¨ªa dentro del marco espa?ol. Pero todos ten¨ªan en com¨²n la convicci¨®n de que tras el caos de cercan¨ªas no hay fundamentalmente un problema de incompetencia o de casualidades adversas, sino una matriz pol¨ªtica equivocada y una situaci¨®n injusta para Catalu?a.
Obviamente, esta interpretaci¨®n pol¨ªtica de los hechos es discutible. Como todas. Pero es leg¨ªtima, tambi¨¦n como todas. Nadie fue enga?ado a aquella manifestaci¨®n. Desde la convocatoria y desde el lema, siempre se dej¨® claro que se establec¨ªa un v¨ªnculo entre el malestar por una situaci¨®n concreta y la existencia de una propuesta pol¨ªtica para superarla: m¨¢s capacidad de decisi¨®n para Catalu?a. No se trataba s¨®lo de expresar malestar. Pero tampoco se trataba s¨®lo de enunciar los propios principios pol¨ªticos. Se trataba de vincular las dos cosas, porque los que nos manifest¨¢bamos las consideramos vinculadas. Otros consideran que no lo est¨¢n. Comparten el malestar, pero no la propuesta pol¨ªtica. ?stos no se manifestaron. Pero no creo que se atrajese a manifestantes con el se?uelo del malestar por los trenes y al llegar se les endosase contra su voluntad una bandera estelada. Ser¨ªamos m¨¢s o menos -en cualquier caso, ¨¦ramos muchos-, pero sab¨ªamos a qu¨¦ ¨ªbamos. No lo compart¨ªamos todo -hab¨ªa gente de ideolog¨ªas y de proyectos pol¨ªticos diversos-, pero compart¨ªamos el malestar por las infraestructuras y un discurso interpretativo que lo vinculaba a una situaci¨®n pol¨ªtica.
La manifestaci¨®n de Barcelona, en t¨¦rmino quevedianos, fue por el huevo y por el fuero. No era una asamblea de usuarios enfadados. Tampoco era una exaltaci¨®n independentista con excusa ferroviaria. No era una manifestaci¨®n pol¨ªticamente neutra: participaban los que participan en el discurso nacionalista que vincula d¨¦ficit en infraestructuras, d¨¦ficit de poder pol¨ªtico y d¨¦ficit fiscal. Pero tampoco era una manifestaci¨®n partidista: incluso los que comparten este discurso no necesariamente comparten la terapia. Se puede discrepar de la manifestaci¨®n y del discurso que la sustenta. Pero no era un discurso oculto ni ambiguo. En ning¨²n caso un enga?o.
Vicen? Villatoro es escritor.
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