La Rusia de Putin
A nadie han podido sorprender los resultados de las elecciones del 2 de diciembre, ni el favoritismo de que ha gozado el partido oficial, o las trabas constantes que han sufrido los de la oposici¨®n. La cuesti¨®n m¨¢s bien sea explicar tantas irregularidades, cuando no hab¨ªa la menor duda de que Rusia Unida, el partido de Putin, ten¨ªa ganados los comicios.
?Por qu¨¦ se impidi¨® entonces con vanos pretextos la presencia de observadores de la OSCE? Rusia no pod¨ªa consentir -pesa mucho el orgullo nacional de haber sido una gran potencia- que los occidentales la trataran como a un pa¨ªs subdesarrollado que se inicia en la democracia. Aunque la canciller Angela Merkel comentase el resultado electoral diciendo que "Rusia no ha sido nunca una democracia y no es una democracia", Putin conoce el af¨¢n del Gobierno alem¨¢n por estrechar relaciones. A pesar de las cr¨ªticas que la UE ha manifestado, Rusia sabe lo interesada que est¨¢ en negociar un nuevo tratado de amistad. En este contexto se comprende que el Kremlin se apresurase a hacer p¨²blica la felicitaci¨®n telef¨®nica, muy efusiva, de Nicolas Sarkozy.
Putin ha acumulado un enorme poder y se dejar¨¢ convencer de que es insustituible
Nadie puede esperar que la Rusia que en una larga historia no ha sido nunca una democracia, en unos pocos lustros se convierta en una que funcione. Ahora lo que importa es detener el actual proceso de descomposici¨®n y aumentar el nivel de vida, que en muchos aspectos ha descendido respecto al sovi¨¦tico, sin dejar de ir levantando poco a poco un Estado de derecho, fundamento ¨²ltimo de la democracia. Europa necesita en su frontera oriental una Rusia fuerte y estable, con la que mantener las mejores relaciones.
Desde las elecciones del 2003 la Rusia de Putin ha dado pasos importantes por este camino, en buena parte gracias al colosal aumento del precio del gas y del petr¨®leo. Ello bastar¨ªa para explicarse, sin acudir a manipulaciones, que Rusia Unida haya pasado del 37% al 64% de los votos. Cierto, la mayor parte de la poblaci¨®n no echa de menos derechos democr¨¢ticos que nunca ha conocido, sino que ¨²nicamente aspira a vivir un poco mejor, lo que identifica con un Estado fuerte, en cuya c¨²spide se halle una persona tan inteligente como sin duda lo es Vlad¨ªmir Putin.
La gran interrogante de la Rusia de hoy, como lo es siempre la de cualquier r¨¦gimen basado en el carisma de un caudillo, es que, al girar todo en su entorno, no se alcanza a divisar un futuro en que la gran figura haya desaparecido. El 2 de marzo se celebran elecciones presidenciales a las que la Constituci¨®n impide que por tercera vez Putin pueda ser candidato. A los 55 a?os y en la c¨²spide de su poder, pocos piensan que est¨¦ dispuesto a retirarse.
Algunos han especulado con la posibilidad de que, siguiendo los pasos de su amigo Gerhard Schr?der, inicie una tercera vida de potentado y ocupe, por ejemplo, la presidencia de Gazprom, la compa?¨ªa estatal de energ¨ªa. La documentaci¨®n que guarda de toda la clase pol¨ªtica evitar¨ªa que los nuevos gobernantes pudieran jugarle una mala pasada. Empero, me parece una hip¨®tesis poco veros¨ªmil. Putin ha acumulado un enorme poder que no creo que est¨¦ dispuesto a desbaratar y se dejar¨¢ convencer de que es insustituible. Pero, ?c¨®mo podr¨¢ mantenerse en el poder? Repetidas veces ha manifestado que no romper¨¢ ni modificar¨¢ la Constituci¨®n. Y pienso que as¨ª lo har¨¢; al fin y al cabo, su fuerza depende de que sepa encarrilar el proceso de democratizaci¨®n. Estoy convencido, sin embargo, de que tiene un plan bien trabado para despu¨¦s del 2 de marzo.
Barajo dos eventualidades. La primera consiste en elegir como presidente a una persona muy fiel y quedarse ¨¦l en la presidencia del Gobierno. Algo ya ha indicado en esta direcci¨®n. Al poco tiempo, el presidente elegido dimite, digamos que por razones de salud, y, seg¨²n la Constituci¨®n, lo sustituye el presidente del Gobierno, con lo que a¨²n se podr¨ªa presentar dos veces m¨¢s. La segunda es que no ocupe cargo institucional alguno y siga mandando desde la presidencia del partido oficial. Stalin gobern¨® muchos a?os como secretario general del Partido Comunista. No se me oculta lo problem¨¢ticas que son ambas salidas, pero lo que de ning¨²n modo puedo imaginar es que Putin abandone el poder.
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