El tiempo detenido
El 2 de diciembre su peri¨®dico publicaba una noticia en la que aseguraban que en Espa?a, al fin, la investigaci¨®n despega, no sin hacer referencia a los contratos Ram¨®n y Cajal, que, seg¨²n informaba su propio diario en otra noticia del 15 de noviembre, "son investigadores con curr¨ªculos de primera fila y que han superado numerosas evaluaciones por expertos independientes". Se supone que estos contratos evitan la fuga de cerebros, y los seleccionados somos reincorporados a la academia espa?ola para aplicar los conocimientos adquiridos en centros de prestigio internacionales y desarrollar proyectos de investigaci¨®n de excelencia.
Los contratos, sin embargo, se retrasan sin motivo justificado, perjudicando a los investigadores, a los centros de destino, y los propios proyectos de investigaci¨®n. Por a?adidura y por cuestiones administrativas ahora, incluso aunque firm¨¢ramos durante este mes de diciembre, no cobrar¨ªamos hasta finalizar enero. El tiempo debido a la investigaci¨®n debemos invertirlo realizando gestiones administrativas y financieras para lograr subsistir de alguna manera.
Hace cuatro a?os que dej¨¦ el pa¨ªs y he aprendido que fuera de Espa?a no se tira un dinero precioso en hacer que personas altamente cualificadas pierdan su tiempo en tareas que no les competen, que se les proporcionan los medios para desarrollarlas, como una medida de ahorro y eficacia. He aprendido que los centros de investigaci¨®n est¨¢n dotados de las condiciones m¨ªnimas para facilitar el resultado ¨®ptimo del trabajo de las personas en las que se invierte. Entretanto, mientras aguardamos a la firma de contratos, sin cobrar, seguimos trabajando, porque la investigaci¨®n no se puede detener.
Pero los que precisamos consultar bases de datos, trabajar con nuestros colegas de fuera del pa¨ªs y leer bibliograf¨ªa no europea, no podemos hacerlo en la Biblioteca Nacional de Espa?a, porque ni hay conexi¨®n de Internet que funcione, ni la bibliograf¨ªa est¨¢ actualizada, ni se encuentra responsable que se haga cargo de la situaci¨®n. Desde 1996, en que comenc¨¦ a investigar, el tiempo parece detenido.
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