La hora de las "mentirijillas de az¨²car"
Para un cuentacuentos la frustraci¨®n es m¨¢xima cuando al acabar la historia un ni?o no reclama "otra vez, otra vez". Por eso Federico Mart¨ªn Nebras se esfuerza en poner orden en la Biblioteca La Central de Madrid: "Normalmente divido a los ni?os en tres grupos: de cero a tres a?os, de cuatro a siete y de ocho a doce. Pero esta vez son de todas las edades y tengo que alternar cuentos de mayores y de peque?os". El gorro, las gafas y una barba blanca que tan s¨®lo le recubre el cuello dan a Mart¨ªn Nebras un aire a Pap¨¢ Noel. Sentados alrededor, todos le escuchan ensimismados, aunque siempre hay alguno de meses que se levanta y, bambole¨¢ndose, se va de excursi¨®n. "Acojan a ese ni?o que el bosque es muy oscuro y peligroso", reclama el relator a un padre con tono temeroso y haciendo temblar las manos. De nuevo el silencio y comienza a narrar sus "mentirijillas de az¨²car", que salpica con gui?os a la igualdad de la mujer y homenajes a Gloria Fuertes o Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, fallecido el d¨ªa antes.
El narrador salpica la historia con gui?os a la igualdad de la mujer y homenajes a Gloria Fuertes o Fern¨¢n-G¨®mez
"En Colombia, Brasil o Venezuela no conciben que contar un cuento se rodee de parafernalia. Hacen lectura expresiva"
En el marco del festival Un Madrid de cuento, Mart¨ªn Nebras no para un momento y termina exhausto: canta, hace repetir frases a los peque?os, dibuja, brinca y abre y cierra formidables desplegables que les dejan con la boca abierta. "Los cuentos los hipnotizan porque les acerca el mundo a los ojos. Es la primera mirada, la de la sorpresa, la del 'no s¨¦ qu¨¦ se guarda', que dec¨ªa San Juan de la Cruz. Hay que dulcificar sus ojos salvajes, domesticarlos. Uno es un tigre y el otro una tigresa y luchan entre ellos", asegura po¨¦tico el narrador.
Pilar P¨¦rez se convirti¨® en cuentacuentos meses despu¨¦s de abrir en 2004 la primera de sus dos librer¨ªas, El Drag¨®n Lector, en Madrid (www.eldragonlector.com). "Me di cuenta de que no captaba la atenci¨®n de los ni?os leyendo, que hab¨ªa que hacer algo m¨¢s. Y me apunt¨¦ a clases magistrales de ocho o diez personas, en las que te ense?an a utilizar la voz, la respiraci¨®n, la mirada, la colocaci¨®n del cuerpo... A seguir contando aunque un ni?o llore durante diez minutos. Es toda una profesi¨®n". Hoy las cuatro personas que trabajan en el negocio -pr¨®spero por el auge de ventas y editoriales infantiles desde 2005- se turnan para contar cl¨¢sicos y contempor¨¢neos.
La albacete?a Cristina Verbena, licenciada en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, se inici¨® hace 12 a?os. "No me gusta la palabra cuentacuentos, la usan en los centros comerciales. Prefiero decir narraciones; adem¨¢s, si no los adultos no van". A tenor de la agenda de espect¨¢culos colgada de su p¨¢gina web (www.cristinaverbena.com), la cronista tiene trabajo al menos hasta el pr¨®ximo abril.
Mart¨ªn Nebras empez¨® a narrar hace 30 a?os, "cuando el pa¨ªs nos convoc¨®". "Hab¨ªa que abrir a los ni?os y a las escuelas a la vida democr¨¢tica. Y luego fuimos olvidados. No se nos necesita y yo creo que siempre que nace un ni?o merece unas palabras, pero no las tiene. No hay qui¨¦n se las d¨¦". Fue en los a?os ochenta cuando los autores extranjeros -sobre todo de tradici¨®n anglosajona y n¨®rdica- llegaron con fuerza y no se han ido. Reconoce que algunos de esos ni?os crecidos en la Transici¨®n y hoy padres reviven ahora su infancia acudiendo con sus hijos a las actuaciones.
Pilar P¨¦rez habla de un ¨¦xito un tanto negativo: "Creo que se est¨¢ desvirtuando mucho esta profesi¨®n. Hace diez a?os se pusieron de moda el gui?ol, los t¨ªteres y el teatro en los caf¨¦s y, al final, se mezcla todo. Se ampara cualquier cosa bajo la palabra 'cuentacuentos', que suena muy bien. Las otras son actividades l¨²dicas estupendas, pero no fomentan la lectura. La finalidad es contar un cuento, no un gui¨®n", contin¨²a la librera. "No es una guarder¨ªa de media hora. Hay que implicar tambi¨¦n a los padres en el cuento".
"En Colombia, Brasil o Venezuela no conciben que contar un cuento se rodee de parafernalia. Hacen lo que se llama lectura expresiva", explica Santiago Yubero, subdirector del Centro de Estudios de Promoci¨®n de la Lectura y Literatura Infantil (www.uclm.es/cepli/), dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha.
"Y, aqu¨ª tambi¨¦n, una corriente en la literatura infantil ha criticado las pr¨¢cticas de animaci¨®n de los cuentacuentos que no llevan a la lectura. Es divertido, pero se olvidan del fin y creo que muchos han hecho autocr¨ªtica. Tienen que plantearse cu¨¢l es el objetivo", prosigue Yubero, tambi¨¦n catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa. En su opini¨®n, el libro tiene que estar f¨ªsicamente presente en la actuaci¨®n "para que los ni?os vean de d¨®nde salen las historias".
Verbena no establece diferencias entre el narrador y el actor: "Tengo formaci¨®n teatral y utilizo muchas t¨¦cnicas de improvisaci¨®n de los clowns". Confiesa que en sus actuaciones la participaci¨®n de sus espectadores es cada vez menor. "Con el tiempo me he dado cuenta de que si les llevas a escena es por miedo a que se aburran y no se impliquen. Pero, si cuentas una buena historia haci¨¦ndoles repetir estribillos, los tienes ganados". Ha detectado que en estos 12 a?os ha descendido la edad de su p¨²blico -"vienen ni?os de dos a?os, y eso cuando empec¨¦ era impensable", recuerda- y reconoce una mayor implicaci¨®n de las instituciones. Ella trabaja para el Ayuntamiento de Zaragoza, el Gobierno de Arag¨®n y en festivales por toda Espa?a.
Marina Navarro, coordinadora del programa Madrid de cuento, organizado por la Comunidad de Madrid, tambi¨¦n resalta el auge de las lecturas dramatizadas en los centros p¨²blicos. "Llevamos 14 a?os y es evidente que crece la demanda. Los padres se preocupan por la lectura pr¨¢cticamente desde que los beb¨¦s nacen. Se recupera un lugar para la palabra. Las bibliotecas cada vez cuentan con m¨¢s medios y es un servicio necesario. Un cuento ayuda a estructurar la mente", prosigue. En casi todas las comunidades las bibliotecas p¨²blicas ofrecen peri¨®dicas sesiones de cuentacuentos -casi siempre los s¨¢bados por la ma?ana- y adem¨¢s se organizan talleres y campamentos de lectura en verano.
"El cuento surge para calmar el miedo, para traer la luz. Por eso en Las mil y una noches las historias se contaban 'para hacer desaparecer las sombras", y Le¨®n Felipe dec¨ªa eso de: 'He visto: que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos
... Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos... Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...", recita Mart¨ªn Nebras. Siempre hay que dejar claro que se entra en un mundo imaginario. Por eso se empiezan con un "?rase una vez...". Y todos coinciden en que enganchan los cuentos acumulativos, en los que se repite una historia una y otra vez a?adiendo nuevos detalles. Lo escatol¨®gico -de lo que no es bueno abusar- causa furor, y los temas son recurrentes. Se habla de la casa, del clima, el vestuario, la muerte, la vida... "Para ellos la muerte no es un tema tab¨². En los cuentos los lobos no paran de comer animales y preguntan de forma natural: '?Qu¨¦ ha sido de la gallina?".
Como toda historia, un cuento tiene un principio, un nudo y un desenlace, pero metidos en una batidora en la que se mezcla a la vez pasado, presente y futuro. Es lo que Mart¨ªn Nebras llama "el tiempo jam¨¢s".
A la conquista de nuevos lectores
La lectura no debe de imponerse pero s¨ª facilitarse. La tarea de fomento en la escuela no es suficiente, por lo que en el Centro de Estudios de la Lectura y Literatura Infantil (Cepli) reclama la implicaci¨®n familiar.
1Para construir un h¨¢bito lector en el ni?o los padres tienen que leer, pues de forma inconsciente los peque?os observan desde que tienen uso de raz¨®n el comportamiento de sus progenitores y tienden a copiar el modelo paterno.
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