Reprimenda al PP
El Constitucional acus¨® a los populares de fraude procesal. Rajoy debe tomar nota
Es dif¨ªcil encontrar en los anales del Tribunal Constitucional, y posiblemente en los de la justicia ordinaria, una reprimenda judicial tan fuerte (y razonada) como la que le ha propinado al Partido Popular (PP) por su modo de proceder en la recusaci¨®n planteada contra tres de sus magistrados. Bien es cierto que no hay registro de un precedente de temeridad y mala fe comparable.
La decisi¨®n del Constitucional, rechazando de plano las falsas recusaciones del PP y poniendo al descubierto su maniobra, constituye un gesto de autoridad propio de su funci¨®n que se ven¨ªa echando en falta para poner coto a los intentos cada vez m¨¢s descarados de instrumentalizarlo. Pero tambi¨¦n lo es de dignidad, tanto m¨¢s necesario cuanto burdo y desconsiderado ha sido el ardid con el que se le ha querido enredar.
Un litigante particular o ciudadano normal que se viera acusado de pretender enga?ar a un tribunal y de faltarle el respeto seguramente se sentir¨ªa avergonzado. Por eso resulta escandaloso que un partido de gobierno como el PP, que lo ha ejercido y espera ejercerlo, que representa a 10 millones de ciudadanos y que en los ¨²ltimos tiempos ha hecho bandera de la defensa de la Constituci¨®n, se haga merecedor de los reproches de abuso de derecho, fraude procesal y falta de respeto que le hace el Constitucional. Y que se concretan, especialmente, en el redactor del escrito de recusaci¨®n, el antiguo subsecretario de Justicia y secretario de Estado de Seguridad y hoy diputado Ignacio Astarloa, al que se le exige guardar "el respeto que institucionalmente le es debido al tribunal y a sus miembros, exigencia que no se ha observado en el escrito de alegaciones del 20 de noviembre".
Ser¨ªa exigible que una actuaci¨®n as¨ª tuviera algunas consecuencias tanto para quienes la han urdido y le han dado cobertura jur¨ªdica como para los cooperadores necesarios en la fabricaci¨®n de la falsa noticia sobre la que se mont¨® el enga?o. Utilizar como prueba un recorte de prensa con una falsa noticia, desmentida por los ¨²nicos que pod¨ªan conocer lo sucedido, es burlarse del tribunal.
El PP o los sectores de ese partido avergonzados por este episodio (jur¨ªdicos en particular) har¨ªan bien en tomar nota de la reconvenci¨®n que se les hace para poner freno a la instrumentalizaci¨®n de las instituciones, y tambi¨¦n de los s¨ªmbolos compartidos, que sus dirigentes vienen haciendo a lo largo de la legislatura. Desoyendo las llamadas del resto de los partidos, el PP sigue impert¨¦rrito con su bloqueo del Consejo del Poder Judicial y se apresta a repetir la jugada con la pr¨®xima renovaci¨®n por el Senado de cuatro magistrados del Constitucional.
Su estrategia no deja lugar a dudas: aplazar a su conveniencia los recambios en las instituciones hasta despu¨¦s de las elecciones, por si las gana. Que se preste a este juego un partido que es el principal de la oposici¨®n es para preocuparse. Por ¨¦l; y por la democracia.
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