El gordo Mulligan en su atalaya
La Torre Martello, cerca de Dubl¨ªn, un espacio con la atm¨®sfera del 'Ulises' de Joyce
Personajes festivos y dolorosamente humanos. El escritor pas¨® seis d¨ªas de 1904 en este edificio defensivo de la costa irlandesa. All¨ª se inspir¨® para su gran obra y hoy un museo espera al visitante.
A una docena de kil¨®metros de Dubl¨ªn se alza, no en demas¨ªa, la Torre Martello de Sandycove. James Joyce vivi¨® all¨ª seis d¨ªas, tiempo suficiente para inmortalizar esa fortaleza en el primer cap¨ªtulo de su Ulises, el que empieza con unas l¨ªneas maestras: "Solemne, el gordo Mulligan avanz¨® desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma y jab¨®n, y encima, cruzados, un espejo y una navaja". Empezaba la misa parodiada por Buck Mulligan ante la frialdad de un Stephen Dedalus en quien Joyce quiso reflejarse aunque luego volcara sus complacencias en Leopold Bloom.
En agosto de 1904, cuando James Joyce ten¨ªa 22 a?os, fue como invitado a la Torre Martello de Sandycove, que hab¨ªa sido alquilada por Oliver St. John Gogarty (reconvertido para siempre en el desagradable Buck Mulligan). Gogarty, estudiante de medicina y poeta aficionado, acababa de merecer por parte de Joyce un palo por su esnobismo. Gogarty convenci¨® a Joyce, tal vez para que no le pusiera verde en lo sucesivo, y tambi¨¦n al joven y algo pedante anglo-irland¨¦s Samuel Chenevix Trench, para vivir unos d¨ªas de vino, rosas y lo que se terciase en esa peculiar residencia que era la Torre Martello de la localidad balnearia de Sandycove.
Lo cierto es que una noche, Samuel Chenevix Trench, v¨ªctima de una pesadilla sobre una pantera negra, se li¨® a tiros contra la chimenea. Luego, Gogarty empez¨® a disparar contra las cacerolas de la cocina y una bala le pas¨® a Joyce rozando por la cabeza. El futuro padre de Ulises concluy¨® que ya ten¨ªa suficiente de Sandycove y hasta de Irlanda, porque un mes despu¨¦s, con su novia Nora Barnacle, abandonar¨ªa un pa¨ªs lleno de jesuitas y bebedores de cerveza negra, am¨¦n de otras especies que alimentaron siempre sus entra?as literarias.
Martello es la corrupci¨®n del nombre de una antigua fortaleza ubicada en el cabo Mortella de C¨®rcega. Los ingleses pensaron que algo as¨ª ser¨ªa ¨²til para proteger su imperio, y de modo especial las islas Brit¨¢nicas, ante una posible invasi¨®n napole¨®nica. En las torres Martello, que suelen tener 12 metros de altura y dos pisos, se hacinaba una guarnici¨®n de 25 hombres y un oficial. Lleg¨® a haber no menos de 140 de esos baluartes por el mundo, desde Menorca hasta Sur¨¢frica. En Irlanda quedan 18 torres Martello, aunque ninguna -ni siquiera la que compr¨® el cantante Bono- con la prestancia que tiene la de Sandycove. Y es que la pluma de Joyce acab¨® ennobleciendo lo que no pasa de ser una fortaleza un tanto rechoncha e inveros¨ªmil, construida en 1804 para defender la patria, o algo as¨ª, dado que Irlanda fue parte del Reino Unido hasta 1922. En la torre de Sandycove no hay romanticismo especial, ni acantilados de v¨¦rtigo, ni oleajes que se estampan contra las mazmorras, ni ca?ones apuntando el vac¨ªo que dej¨® el sombrero de Napole¨®n. No obstante, para muchos es el templo donde empieza el Ulises, y el mundo, en consecuencia.
No es preciso ir a Sandycove un 16 de junio, el Bloomsday, fecha sagrada para los joycianos por las 24 horas de tal d¨ªa de 1904 en que se desarrolla el Ulises. En cualquier momento, uno puede coger, aparte de un ejemplar de la novela, un tren llamado Dart (Dardo) en el centro de Dubl¨ªn. Es un regalo ir viendo desde la ventanilla la bah¨ªa, y a veces la bajamar que deja al descubierto un ancho lienzo de arena que rastrean los buscadores de berberechos.
Desde la estaci¨®n de Sandycove se puede dar un paseo por la costa divisando la discreta mole de la Torre Martello. Hay muchas pozas con algas que se mueven como serpientes verdinegras con la resaca. Una pradera de c¨¦sped color esmeralda crece al lado de las escolleras. M¨¢s all¨¢, una placa dice que W. G. Willoughby, consejero de la Corporaci¨®n de D¨²n Laoghaire, a la que pertenece Sandycove, plant¨® un ¨¢rbol para celebrar el centenario del nacimiento de Joyce. Los cormoranes pasan de todo confundidos con el color de las pe?as, y las gaviotas parecen felices con lo que les regalan las olas.
La piscina de los Cuarenta Pies
Al final del paseo mar¨ªtimo se abre una caleta donde los dublineses, apenas calienta un poco el sol, se refocilan con las olas grises y la arena rubia. Coronando luego una leve loma se encuentra Fourty Foot Pool, la Piscina de los Cuarenta Pies. Es como un estanque marino, inmune a las olas con mala idea, donde tradicionalmente dejaban ba?arse en cueros a los hombres. Ah¨ª mismo, Stephen Dedalus (Joyce) y Buck Mulligan (Gogarty) se dieron un chapuz¨®n y discutieron con el ingl¨¦s Haines (Chevenix) sin pelos en la lengua, como buenos hijos de Zaratustra, sobre los efectos en los pobres irlandeses de la monarqu¨ªa de Inglaterra y de la santa Iglesia cat¨®lica, apost¨®lica y romana. Era siempre en el principio de ese portentoso d¨ªa que Joyce encierra en su Ulises como la ostra su perla, si no como la vaina negra del percebe su suculenta y rosada conformaci¨®n.
Ya de ah¨ª se est¨¢ a un paso de la Torre Martello, convertida en el museo de James Joyce por iniciativa de Sylvia Beach, la primera editora del Ulises. Existen otros museos de Joyce; por ejemplo, el que est¨¢ en el n¨²mero 53 de la calle North Great George de Dubl¨ªn, donde ense?an hasta la puerta de su antigua casa de la calle Eccles. Cree uno, con todo, que la Torre Martello de Sandycove es el museo que habr¨ªa preferido Joyce; un edificio casi cil¨ªndrico, militar contra nadie, y de lo menos apropiado que hay para vivir. Otra cosa son los sue?os. O ver el mar desde el parapeto con la precisi¨®n de Joyce, con su color "verdemoco" y su car¨¢cter de "tensaescrotos".
Aparte de la planta baja, donde est¨¢ la taquilla y la venta de libros, la torre consta de dos pisos a los que se accede por una escalera de caracol tan angosta que a uno le choca c¨®mo pod¨ªa pasar por ah¨ª el gordo Mulligan. En el primer piso han puesto unas vitrinas con pertenencias de Joyce. Un chaleco floreado, su bast¨®n de paseo, su guitarra, una petaca... Hay cartas, manuscritos y primeras y raras ediciones de sus libros.
En el segundo piso, apenas un rellano, un simulacro de despacho del escritor supone una concesi¨®n que nada tiene que ver con la vivencia de Joyce en la Torre Martello. Pero lo que vale es subir un poco m¨¢s hasta la terraza circular, todav¨ªa con sus rieles para mover el ca?¨®n. Desde ah¨ª se tienen unas vistas magn¨ªficas de Sandycove y de un mar que convoca a viajes ex¨®ticos. No es de extra?ar que tras la visita entren ganas de tomar una pinta de Guinness y de seguir leyendo el Ulises. En el cap¨ªtulo 15, el m¨¢s cinematogr¨¢fico, vemos a Bloom, el jud¨ªo irland¨¦s, h¨¦roe de la novela con permiso de Dedalus, en su cruda realidad f¨ªsica: "... pecho de pollo, hombros de botella...". Pero luego el esmirriado mejora c¨®smicamente: "Ese verano hab¨ªa manchas solares. Fin de curso. Y el bizcocho borracho. D¨ªas alci¨®nicos".
Antes de Al Gore y de Joyce hab¨ªa siete d¨ªas de vientos en calma precediendo y siguiendo al solsticio de invierno, raras jornadas de paz en que los alciones constru¨ªan sus nidos. La vida era posible otra vez. Y recordar los apacibles d¨ªas que disfrut¨® Alcyone, la hija de Eolo, despu¨¦s del castigo recibido por su arrogancia de querer ser llamada Hera. Pues bien, buenos d¨ªas alci¨®nicos a¨²n se dan en Sandycove, un secreto m¨¢s jugoso que el que encierran los berberechos.
Luis Pancorbo (Burgos, 1946), periodista y antrop¨®logo, es director del programa de Televisi¨®n Espa?ola Otros pueblos.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Iberia (902 40 05 00; www.iberia.com),Aer Lingus (www.aerlingus.com) y Ryanair (www.ryanair.es; 807 22 00 32) ofrecen vuelos directos a Dubl¨ªn desde varios puntos de Espa?a.- Sandycove se encuentra a menos de 20 kil¨®metros al sur de Dubl¨ªn.- Trenes de Irlanda (www.irishrail.ie; 00353 1 703 44 99). El trayecto de Dubl¨ªn a Sandycove (en la l¨ªnea del Dart) dura unos 35 minutos.Visitas- Museo de James Joyce en la Torre Martello (00353 1 280 92 65). Sandycove. Entre noviembre y marzo hay que llamar y pedir cita para visitar el museo. De abril a octubre abre, de lunes a s¨¢bado, de 10.00 a 13.00y de 14.00 a 17.00, y los domingos, de 14.00 a 18.00. Adultos, 7 euros.- Centro de James Joyce(00353 1 878 85 47; www.jamesjoyce.ie). North Great George's Street, 35. Dubl¨ªn. De martes a s¨¢bado, de 10.00 a 17.00. Adultos, 5 euros.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Dubl¨ªn (www.visitdublin.com; 00 353 66 979 20 83; desde Irlanda, 1 850 230 330).- www.dublin.ie.- Turismo de Irlanda en Espa?a (917 45 64 20; www.discoverireland.com).
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