Miseria del debate p¨²blico
El vicepresidente primero del Consell, Vicente Rambla, opinaba d¨ªas atr¨¢s que la televisi¨®n p¨²blica valenciana deb¨ªa exhibir los rutilantes estrenos oper¨ªsticos del Palau de les Arts y no las im¨¢genes impresionantes de ese mismo coliseo anegado por las aguas que se le filtraban tumultuosas en auditorios y s¨®tanos. ?l sabr¨¢ qu¨¦ incompatibilidad hay en divulgar unas y otras siendo as¨ª que ambas son noticia. Pero lo cierto es que la TV auton¨®mica no ha optado por informar, sino para adular al Gobierno y edulcorar la realidad aunque para ello haya que deformar o secuestrar los hechos. En este cap¨ªtulo apenas si se ha avanzado un paso con respecto a la concepci¨®n franquista de la prensa como mero trasunto de la propaganda. Una vieja hipoteca que se prolonga y aun se agudiza por la profusi¨®n de medios -radios y televisiones- deudoras o militantes del partido -¨¦ste y el otro- gobernante que las ha habilitado.
La TV auton¨®mica no ha optado por informar, sino por adular al Gobierno
Asuntos de inter¨¦s general no suscitan la disputa o el contraste merecido
Nada que no se sepa. Puede incluso decirse que nos hemos familiarizado con este expolio que ha convertido los medios de titularidad p¨²blica -Canal y Radio Nou- en un bot¨ªn partidario y un arma privilegiada de condicionamiento social y promoci¨®n electoral permanente. Una perversi¨®n democr¨¢tica que, entre otras consecuencias, se ha traducido por estos pagos en una contribuci¨®n decisiva a la aton¨ªa c¨ªvica y social perceptible a poco que se tome el pulso al vecindario. No toda la culpa es de la tele, claro est¨¢, pues un buen fardo corresponde a los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n, tan desva¨ªdos y fragmentados, pero s¨ª hay que endosarle a la peque?a pantalla y a sus gestores el clima generalizado de indiferencia y tradicional menfotisme en orden a los problemas antiguos y nuevos que nos incumben. Es la calma chicha y acr¨ªtica tan propicia al PP como propiciada por sus dirigentes.
Ahora estamos ya metidos en el fandango preelectoral y todo cuanto dicen o hacen los partidos y el Gobierno y se proyecta en la calle viene te?ido por la cita con los comicios de marzo. Esa perentoriedad podr¨ªa explicar la pobreza y a menudo el dislate del discurso p¨²blico en este momento y hasta que se cuenten los votos. Lo grave es que no se trata de un par¨¦ntesis provisional, sino de un clima social, intelectual, medi¨¢tico y poco menos que cr¨®nico por tan prolongado y que nos aboca mayoritariamente a la apat¨ªa o a la majader¨ªa. Que media docena de cabeceras period¨ªsticas y televisiones locales no hayan renunciado a su vocaci¨®n y libertad de criterio no deja de ser una excepci¨®n, pero insuficiente para animar y darle tono a un debate que por todos los medios -y nunca mejor dicho- se quiere ahogar en su ra¨ªz.
Pero ilustremos estas observaciones con el ejemplo de algunos asuntos de inter¨¦s general y a¨²n primordial que ni de lejos han suscitado la informaci¨®n, disputas o contraste de pareceres merecido. Por ejemplo, decimos, la pol¨ªtica territorial y urban¨ªstica, de cuyo dise?o no hemos sabido otra cosa que sus delitos o delirios consumados; o los d¨¦ficit culturales de este pa¨ªs, que los tiene y notorios, por no citar el desguace de la pol¨ªtica cultural perpetrado ahora con la neutralizaci¨®n de la consejer¨ªa correspondiente, ayuna de dineros y de proyectos; o la crisis industrial, por la que hemos transitado sin darle tres cuartos al pregonero; o las insuficiencias docentes, de las que se da por sentado que no existen o no hay que someterlas a escrutinio y valoraci¨®n; o, por no extendernos m¨¢s, la misma falta de pluralismo informativo y apropiaci¨®n de RTVV que tanto dice o desdice acerca de la calidad democr¨¢tica al uso.
?C¨®mo han tratado estos y otros asuntos similares la radio y TV auton¨®micas? ?Se le ha dado cuartel a la oposici¨®n y a las opiniones discrepantes? Es obvio que no los ha abordado, o lo ha hecho pasando de puntillas sobre la nuez del problema y mediante personal de la casa o asimilado, pero en todo caso sin la menor vocaci¨®n de aflorar puntos de vista contradictorios para que el vecindario pueda elaborar su propio criterio y no proceder como un colectivo lobotomizado, como apunta el psic¨®logo de la comunicaci¨®n de masas, Luis, V. Alemany. Puede arg¨¹irse a lo aqu¨ª dicho que, en palabras de veterano dirigente del PPCV, lo que aqu¨ª denunciamos no es distinto de cuanto acontece en la Andaluc¨ªa de Manuel Chaves. As¨ª ser¨¢, pero presiento que tal homologaci¨®n no ha hacerle ninguna gracia al presidente Francisco Camps, tan liberal ¨¦l.
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