Hacia una Alianza Norte-Sur de Energ¨ªa Verde
El debate sobre los biocombustibles y la seguridad energ¨¦tica se encuentra en una encrucijada. Las percepciones en Europa y Estados Unidos han oscilado del entusiasmo a la alarma, como consecuencia de una serie de informes que resaltan el alto costo de los subsidios a los biocombustibles y los impactos negativos en el precio de los alimentos y el uso de la tierra y el agua.
Recientemente muchos grupos ambientales y agroindustriales se han declarado en contra de la expansi¨®n de la producci¨®n de biocombustibles. Y hace poco, un alto funcionario de la ONU lleg¨® al extremo de proponer una moratoria global de los proyectos de biocombustibles.
Desde el punto de vista de pa¨ªses industrializados con climas templados y limitadas cantidades de tierras agr¨ªcolas disponibles, estas posiciones son compresibles. Por lo general, los biocombustibles en el Norte se obtienen a partir de aquellas plantas como el ma¨ªz y la colza, que tienen poca eficiencia energ¨¦tica y que requieren costosos insumos. Y dado que la mayor parte de la tierra arable en el Norte se encuentra bajo cultivo, es probable que los biocombustibles compitan con las cosechas de alimentos, en caso que continuase esa expansi¨®n.
El Norte necesita biocombustibles, pero tiene poca capacidad para producirlos. El Sur los tiene, pero carece de inversi¨®n de capital y de tecnolog¨ªa
Pero estas limitaciones no son aplicables a muchos pa¨ªses en desarrollo con climas tropicales y recursos agr¨ªcolas subutilizados. En el Sur, los biocombustibles son derivados principalmente de cultivos energ¨¦ticamente eficientes, como la ca?a de az¨²car y la palma de aceite (la ca?a de az¨²car contiene por lo menos 8 unidades de energ¨ªa por cada unidad usada en cultivo, en comparaci¨®n con el ma¨ªz, que tiene solo 1,3 unidades).
En esos pa¨ªses, los recursos agr¨ªcolas y acu¨ªferos son abundantes. Cerca del 90% del territorio de Am¨¦rica Latina, por ejemplo, se encuentra bajo climas h¨²medos o semi-h¨²medos, y de acuerdo con algunas estimaciones, s¨®lo el 20% de la tierra arable se encuentra bajo cultivo.
En consecuencia, es poco probable que la producci¨®n de biocombustibles en los pa¨ªses en desarrollo compita con la producci¨®n de alimentos. En Brasil, el ¨¢rea destinada a la producci¨®n de etanol es 60 veces menor al ¨¢rea dedicada a la ganader¨ªa. Incluso si el 100% del consumo total de gasolina en ese pa¨ªs fuera sustituido por el etanol, la tierra requerida para producir ese volumen ser¨ªa aproximadamente la mitad del total que Brasil destina hoy a la producci¨®n de ma¨ªz.
Los biocombustibles pueden ser especialmente apropiados para peque?os pa¨ªses en desarrollo que dependen de combustibles f¨®siles importados. Guyana, por ejemplo, debe importar petr¨®leo para generar toda su electricidad. Pero sus productores de az¨²car, que representan alrededor del 9% del PBI, est¨¢n en condiciones de satisfacer sus necesidades de electricidad, cogenerando energ¨ªa el¨¦ctrica durante el proceso de producci¨®n de az¨²car.
Estos productores usan equipos relativamente antiguos e ineficientes para la cogeneraci¨®n. El Banco Interamericano de Desarrollo estima que, si decidieran renovar sus equipos y adquirir las ¨²ltimas tecnolog¨ªas -como las calderas de alta presi¨®n, por ejemplo- los productores de az¨²car de Guyana podr¨ªan abastecer hasta la mitad de las necesidades totales de electricidad del pa¨ªs, sin necesidad de sembrar una hect¨¢rea de ca?a adicional. Si Guyana usara una parte de su abundante tierra disponible para expandir la producci¨®n de ca?a de az¨²car, podr¨ªa producir suficiente etanol como para resolver todas sus necesidades de transporte, cogenerar suficiente electricidad como para abastecer a toda su red el¨¦ctrica, y tener a¨²n la posibilidad de exportar etanol sobrante.
Est¨¢ claro que para los biocombustibles, la relaci¨®n costo-beneficio var¨ªa dram¨¢ticamente dependiendo de la ubicaci¨®n geogr¨¢fica. En lugar de condenar a los biocombustibles de manera generalizada, la comunidad internacional deber¨ªa enfocarse en encontrar maneras complementarias y productivas de explotar esas diferencias.
Una opci¨®n obvia consiste en eliminar todos los aranceles que afecten a la importaci¨®n de biocombustibles. Aunque tales importaciones s¨®lo satisfagan una peque?a fracci¨®n de las necesidades energ¨¦ticas del mundo industrializado, podr¨ªan ayudar a poner en marcha la producci¨®n de biocombustibles en los pa¨ªses pobres, atrayendo inversi¨®n y generando empleo en las ¨¢reas rurales. Esto producir¨ªa oportunidades econ¨®micas en lugares que hoy son las principales fuentes de origen de la migraci¨®n ilegal a los pa¨ªses industrializados.
En retribuci¨®n a la eliminaci¨®n de barreras a los biocombustibles, los pa¨ªses industrializados podr¨ªan exigir la eliminaci¨®n de aranceles sobre tecnolog¨ªa, qu¨ªmicos y maquinarias en los sectores de energ¨ªa renovable y de eficiencia energ¨¦tica. Productos como las celdas solares, las turbinas de viento y los componentes para edificios de alta eficiencia energ¨¦tica podr¨ªan de esa manera encontrar nuevos y grandes mercados en ?frica, Am¨¦rica Latina y Asia.
El Norte necesita biocombustibles, pero tiene una capacidad limitada para producirlos. El Sur tiene tierras, condiciones clim¨¢ticas favorables y abundante mano de obra rural, pero carece de inversi¨®n de capital y tecnolog¨ªa. Ampliamente concebido, un "R¨¦gimen de libre comercio en energ¨ªa sostenible" reconocer¨ªa esta realidad y aprovechar¨ªa las fuerzas del mercado para ayudar a confrontar uno de los m¨¢s grandes desaf¨ªos de nuestra ¨¦poca.
Luis Alberto Moreno es presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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