El mayor ¨ªndice de analfabetismo se da en comarcas del interior de Castell¨®n
Los siete pueblos valencianos con m¨¢s del 10% de analfabetos se concentran en tres comarcas del interior de Castell¨®n: L'Alcalat¨¦n, L'Alt Millares y L'Alt Maestrat. Y nueve de los 10 pueblos con m¨¢s iletrados se encuentran en esas mismas tierras altas. El otro es Monforte del Cid (Alicante), en la comarca del Vinalop¨® Mitj¨¤. Son datos del estudio realizado por la Fundaci¨®n BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas.
Se trata de poblaciones muy envejecidas, cuyo n¨²mero de habitantes mengua d¨¦cada tras d¨¦cada, y que se sostienen en el sistema de pensiones y en la gratuidad de la atenci¨®n m¨¦dica.
Son municipios despoblados, con ancianos que no fueron a la escuela
En el otro extremo, se encuentran Rocafort, Godella, L'Eliana, Sant Vicent del Raspeig y Benic¨¤ssim, las cumbres de la educaci¨®n universitaria valenciana con m¨¢s de un 20% de titulados, que tambi¨¦n tienen en com¨²n su alto nivel de renta (ocho y nueve puntos sobre 10 en la escala del Anuario Econ¨®mico de La Caixa), su condici¨®n de poblaciones del cintur¨®n de las tres capitales y su proximidad a los centros acad¨¦micos. La antigua segregaci¨®n entre comunidades instruidas y comunidades analfabetas se dibuja con el mismo trazo que la del pueblo rico y el pueblo pobre.
Por el pueblo de Benafigos no se pasa. Cierto que la misma carretera que zigzaguea hasta la cima donde se levantan sus casas de piedra gruesa termina en Vistabella, base natural de las salidas al Penyagolosa. Pero los excursionistas saben que desde el pueblo anterior, Atzeneta del Maestrat, parte un camino m¨¢s corto y m¨¢s seguro que llega al mismo lugar. As¨ª que nadie para en Benafigos, que tiene una tienda, dos bares, 200 vecinos censados y el mayor ¨ªndice de analfabetismo de todos los municipios valencianos, el 16%, un ¨ªndice que lo coloca en mejor situaci¨®n que Argelia y Marruecos y en la misma franja de alfabetizaci¨®n que Brasil y Sur¨¢frica.
Pero las rentas bajas no implican mala calidad de vida. Un paseo por Benafigos permite llegar a esa conclusi¨®n, y a constatar que si el censo reflejase la realidad, el pueblo tendr¨ªa la mitad de habitantes y un analfabetismo mayor.En la plaza mayor, sentado en una silla r¨²stica, Aniceto Barreda, de 79 a?os, vestido con ropa de agricultor y una gorra ra¨ªda, se dedica a su ocupaci¨®n principal: tomar el sol. Frente a ¨¦l, la farmacia, el centro de salud, la iglesia y el Ayuntamiento que, junto al ¨²nico comercio (donde se venden carne, zapatos, art¨ªculos de ferreter¨ªa, de estanco...) y el par de bares, representan las fuerzas vivas de Benafigos. "Cuando yo iba a la escuela", dice Barreda, "all¨¢ cuando empez¨® la guerra, hab¨ªa dos maestros en el pueblo y otro en las mas¨ªas. Y la gente iba a la escuela, pero poco. A los 10 u 11 a?os ya se los llevaban de pastores. Eso fue lo que me pas¨® a m¨ª".
Se acerca Josefa T¨¤rsila Mar¨ªn, de 76 a?os, abrigada con un chaquet¨®n negro, unas gafas voluminosas y un rostro acogedor. "Nosotros viv¨ªamos en una mas¨ªa all¨ª arriba, en el barranco. Y con siete hermanos que ¨¦ramos, ?c¨®mo nos iban a mandar a la escuela si no ten¨ªan para vestirnos? Aqu¨ª ha sido siempre la faena, siempre la faena, incluso despu¨¦s de jubilarnos".
La mayor¨ªa de los abuelos no recibieron educaci¨®n. A Bienvenida Escrig, de 80 a?os, le ense?¨® a escribir su nombre, siendo una chiquilla, en las noches que pasaban en el hato cuidando los reba?os, un chaval algo mayor que ella que acab¨® de guardia civil. "Me ense?¨® a ponerlo sin l¨¢piz ni papel, usando una piedra peque?a contra otra piedra". No tuvieron formaci¨®n pero se esforzaron, generalmente, para que sus hijos y sus nietos acabaran el instituto y entraran en la universidad. La nieta de Piedad Barrena se hizo ingeniera de Caminos y el hijo de Virgilio, qu¨ªmico.
Cruzar Benifagos lleva cinco minutos. El aire corre fr¨ªo, se oye ladrar a los perros, huele a le?a, las laderas est¨¢n cortadas en bancales y la principal atracci¨®n es el tronco de un olmo ya seco, situado al lado de la ermita. En los buenos tiempos, cuentan los vecinos, ah¨ª dentro cab¨ªa una mesa y ocho personas jugando a la brisca. El ¨²nico signo de modernidad que capta el ojo, unos kil¨®metros m¨¢s hacia el norte, son las aspas de los molinos de un parque e¨®lico.
El Ayuntamiento tampoco depara muchas sorpresas. La mayor¨ªa natural es de izquierdas: Benafigos tiene cinco concejales y todos van para el PSOE.
El analfabetismo plantea dificultades cotidianas. La mayor parte de los vecinos, por ejemplo, se medica. ?C¨®mo distinguen los f¨¢rmacos y c¨®mo recuerdan a qu¨¦ hora deben tomarlos? La farmac¨¦utica Teresa Badenes, de 32 a?os, les facilita las cosas dibujando un sol naciente cuando la toma es por la ma?ana y una cama cuando es por la noche. "Se manejan por el color de las cajas y el color de las pastillas. Y aunque no saben leer aprenden a distinguir la forma y la longitud de la palabra".
Badenes, casi la ¨²nica cara joven que se ve tras varias horas de estancia en Benafigos, asegura que no echa en falta el ambiente urbano. "Soy de Atzeneta, vivo all¨ª y me gusta esta vida. Y bueno, si lo echo de menos me voy unos d¨ªas, pero me canso antes de aquello que de esto".
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