?Unidad?
El fracaso de la concentraci¨®n unitaria contra ETA es un s¨ªntoma revelador de la trampa mortal en que est¨¢ atrapada la pol¨ªtica espa?ola. Un fracaso que deber¨ªa resultar sorprendente, ya que nuestra cultura pol¨ªtica posee el r¨¦cord europeo en la propensi¨®n a manifestarse. En efecto, la participaci¨®n c¨ªvica de los espa?oles es de naturaleza volc¨¢nica. Habitualmente cunde la abstenci¨®n, con las m¨¢s bajas tasas de afiliaci¨®n y asociacionismo de toda Europa. Pero ocasionalmente la gente se echa a la calle para protestar en masa ante crisis o acontecimientos excepcionales: el golpe de Tejero, el refer¨¦ndum de la OTAN, la huelga general del 12-M, el secuestro de Miguel ?ngel Blanco, el naufragio del Prestige, la guerra de Irak, el 11-M...; as¨ª, hasta llegar en esta legislatura a las siete procesiones integristas organizadas contra Zapatero. Unas manifestaciones que, aun siendo unitarias, y de acuerdo a nuestra tradici¨®n iconoclasta, siempre han de dirigirse en contra de alguien: contra el golpismo, contra ETA, contra el Gobierno...
El precio de la unidad que ya ha pagado el Gobierno es el rechazo al di¨¢logo. Pero ahora el PP le exige m¨¢s
Pues bien, la concentraci¨®n del martes pasado fracas¨® porque no iba contra nadie. En teor¨ªa iba contra ETA, pero esta vez no se daba el clima de indignaci¨®n apasionada que impulsa a la gente a echarse a la calle: el asesinato de los guardias civiles fue casual, sin posible comparaci¨®n con el bombazo de Barajas, y ETA ya no infunde el temor de antes, pues se est¨¢ grapizando cada d¨ªa m¨¢s. Por lo tanto, para tener suficiente capacidad de convocatoria hubiera hecho falta que la demostraci¨®n se dirigiese en realidad contra el Gobierno, y no s¨®lo contra ETA, tal como ha sucedido con las convocadas por la AVT de Alcaraz en esta legislatura. Y como esta vez el PP acept¨® sumarse a una convocatoria unitaria, la AVT se ech¨® atr¨¢s y la concentraci¨®n fracas¨®, degenerando en una bronca callejera entre hooligans jovencitos y maduritos que ovacionaban y abucheaban a Zapatero.
De modo que el fracaso se debi¨®, en realidad, al car¨¢cter unitario de la convocatoria. Y esto es lo que resulta m¨¢s sorprendente: no el que fracase un llamamiento a la unidad, lo que era l¨®gico esperar por las razones antedichas, sino el que por primera vez en esta legislatura el PP aceptase participar en una manifestaci¨®n unitaria, a sabiendas de que por ello mismo estaba destinada a fracasar. La oposici¨®n se ha venido negando desde el 14-M a sumarse a la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno por puro c¨¢lculo electoral (y que su c¨¢lculo est¨¦ acertado o errado lo sabremos en marzo). Pero ahora de pronto acepta atender el llamamiento a la unidad que le ven¨ªa formulando el Gobierno. ?Por qu¨¦ se ha plegado el PP al llamamiento de Zapatero? Hay que deducir que tambi¨¦n lo ha hecho por electoralismo. A estas alturas del calendario, cuando s¨®lo queda un trimestre para los comicios, rechazar un llamamiento a la unidad hubiera tenido demasiado coste electoral porque ser¨ªa regalarle bazas al Gobierno. Y en cambio, sumarse a la convocatoria ten¨ªa un coste menor (s¨®lo los reproches de la AVT y de la Cope), ampliamente compensado por la ventaja que obtendr¨ªa el PP del previsible fracaso del Gobierno, como ha sucedido en efecto. Pues se mire como se quiera, con el fracaso del martes la pol¨ªtica de la unidad antiterrorista que patrocina el Gobierno ha sufrido un nuevo golpe, en beneficio de la pol¨ªtica de la crispaci¨®n que promueve el PP.
Como dec¨ªa Lenin respecto a la libertad: "?Unidad, para qu¨¦?". ?Unidad para someterse a la autoridad leg¨ªtima del Gobierno, como reclama Zapatero? ?O unidad para derrotar a ETA ilegalizando a su brazo electoral (ANV y PCTV), como reclama el PP? Al d¨ªa siguiente de la concentraci¨®n del martes, surg¨ªa la divisi¨®n en torno a c¨®mo interpretarla. El PSOE dec¨ªa: hemos recuperado la unidad ante ETA. Y Rajoy contestaba: hemos impuesto el rechazo al di¨¢logo con ETA. Pues en efecto, la pancarta de la demostraci¨®n, suscrita por el PSOE, recog¨ªa el lema impuesto por el PP: unidad s¨®lo para la derrota. Con lo cual se advierte que, en aras de la esquiva unidad, el Gobierno va aceptando una tras otra las exigencias que le impone la oposici¨®n como precio a pagar. El precio de la unidad que ya ha pagado el Gobierno es el rechazo al di¨¢logo. Pero ahora el PP le exige m¨¢s. El pr¨®ximo pago es la ilegalizaci¨®n de ANV: un precio que Zapatero parece estar ya predispuesto a pagar. Pero no demasiado pronto, pues ha de esperar que se agote la legislatura para que el PP ya no pueda exigirle revocar la resoluci¨®n del Congreso a favor del di¨¢logo como pago adicional. ?Por qu¨¦ cede Zapatero a las exigencias del PP? ?Por debilidad pol¨ªtica, por "relativismo sin principios" o por c¨¢lculo electoral, a fin de robarle votos al PP copiando su agenda con medidas centristas de Tercera V¨ªa (como la rebaja fiscal)? Se admiten apuestas.
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