Nos toca cambiar a nosotros
Es oficial: el cambio clim¨¢tico ya est¨¢ aqu¨ª. La comunidad cient¨ªfica lo ha confirmado este a?o a trav¨¦s de los diferentes informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Clim¨¢tico (IPCC). Disponemos de evidencia cient¨ªfica s¨®lida de que el consumo indiscriminado de combustibles f¨®siles est¨¢ detr¨¢s del calentamiento global. Tambi¨¦n conocemos las actividades industriales con las que m¨¢s hemos contribuido: el transporte y la producci¨®n de energ¨ªa. Y, por ¨²ltimo, ya nos han informado tambi¨¦n de las consecuencias: incremento de los desastres naturales, de las sequ¨ªas y problemas a gran escala para la agricultura y el abastecimiento de agua a las ciudades.
La demostraci¨®n de la realidad, el alcance y las causas del calentamiento global le han valido al IPCC el premio Nobel de la Paz, junto a Al Gore. De paso, est¨¢ terminando con los intentos interesados de los principales causantes y sus aliados pol¨ªticos por negar la evidencia, continuar con su impunidad contaminadora y seguir engordando su cuenta de ganancias. El mes pasado se ha presentado en Valencia el Informe de S¨ªntesis, destinado a convertirse en referencia obligada para cient¨ªficos, pol¨ªticos y activistas sociales.
Cuanto m¨¢s tiempo sigamos dependiendo del petr¨®leo, m¨¢s tiempo sufriremos
Tambi¨¦n nos han dicho que el cambio clim¨¢tico es irreversible: aunque los gases que hemos estado lanzando a la atm¨®sfera desaparecieran ma?ana por arte de magia, algo que no va a suceder, el calentamiento global seguir¨ªa haciendo da?o durante d¨¦cadas. Da?o econ¨®mico por un lado, ya que entidades muy poco sospechosas de ecologismo, como el Banco Mundial, han calculado que los perjuicios provocados en la econom¨ªa por una elevaci¨®n de entre 2,5 y 4,5¡ãC equivaldr¨ªan a un 1,6% del PIB de la Uni¨®n Europea. Aqu¨ª, en el Pa¨ªs Vasco, adem¨¢s de pagarlo con la cartera, tambi¨¦n lo pagaremos con nuestra salud y con nuestro modo de vida mientras m¨¢s all¨¢ en el Sur, otros lo pagar¨¢n m¨¢s caro: a veces con su propia vida.
De hecho, el oro negro, que roza hoy los 100 d¨®lares, tiene mucho que ver con la vulneraci¨®n de derechos humanos, el mantenimiento de gobiernos corruptos y la depredaci¨®n de ecosistemas vitales para las poblaciones locales. Debemos ser conscientes de que tanto nuestro estilo de vida como las petroleras occidentales que act¨²an en la Amazonia, en Guinea Ecuatorial o en Irak alimentan este sistema. Es, por lo tanto, un deber ¨¦tico, un imperativo ecol¨®gico y una necesidad econ¨®mica librarnos de la adicci¨®n al petr¨®leo. Cuanto antes acabemos con esta adicci¨®n, mejor ser¨¢ para el planeta y todos los seres humanos, ya sean de Sur, del Norte, del Este o del Oeste.
Adem¨¢s, quisi¨¦ramos dedicar un recuerdo para aquel principio de "quien contamina, paga" que, en teor¨ªa, est¨¢ guiando la pol¨ªtica ambiental del Pa¨ªs Vasco. Decimos en teor¨ªa porque, en la pr¨¢ctica, estamos pagando a los que siguen contaminando a placer. Tanto la industria automovil¨ªstica como la energ¨¦tica reciben toda clase de subsidios y ayudas: construcci¨®n de m¨¢s carreteras, permisividad para seguir sacando al mercado coches nuevos con motores tan sucios y derrochadores como los del siglo pasado, centrales de carb¨®n que siguen quemando carb¨®n que ahora hay que importar... Es dif¨ªcil saber cu¨¢l de estas industrias se aprovecha mejor de la credulidad ?o ser¨¢ complicidad? de los partidos desarrollistas, sean liberales, nacionalistas o socialistas. Pero de que se est¨¢n aprovechando, de eso no hay ninguna duda.
El Gobierno vasco, por ejemplo, lejos de avanzar las decisiones valientes que necesitamos, sigue con su pol¨ªtica cosm¨¦tica, legando a las generaciones futuras y a los pa¨ªses del Sur el honor de pagar las consecuencias ecol¨®gicas y sociales del cambio clim¨¢tico. Aunque se comprometi¨® a superar en 2012 s¨®lo en un 14% el nivel de emisiones de gases a efecto invernadero de 1990 (un punto menos que el resto del Estado), el Pa¨ªs Vasco ya lo est¨¢ superando del 21,9%. En este contexto, el Plan de Lucha contra el Cambio Clim¨¢tico, elaborado a trav¨¦s de un simulacro de participaci¨®n social, es un parche m¨¢s y un rosario de propuestas con poca coherencia global y escasas medidas de alcance. Pero, sobre todo, es poca cosa frente al desarrollismo dominante de todos los partidos tradicionales que gobiernan en los diferentes niveles de poder. Supersur, TAV, puertos deportivos o exteriores, incineradoras, urbanismo salvaje, etc., constituyen un sinf¨ªn de proyectos y pol¨ªticas que no son parte de la soluci¨®n sino del mism¨ªsimo problema.
Por tanto, quien dice emergencia mundial, dice pol¨ªticas -y pol¨ªticos- a la altura del reto planteado a la humanidad. Y, dig¨¢moslo claro: creer que el crecimiento econ¨®mico -es decir, el aumento continuo del PIB- puede hacer sostenible y justo el sistema es un cuento que va negando cada d¨ªa la cruda realidad. Al contrario, hace falta apostar por un decrecimiento justo y selectivo, es decir otro sistema que alienta el decrecimiento all¨ª donde resulte necesario y el crecimiento s¨®lo donde sea posible y deseable. Adem¨¢s de la internalizaci¨®n de los costes ecol¨®gicos, esto pasa por la relocalizaci¨®n de la econom¨ªa, la instauraci¨®n de un nuevo sistema de distribuci¨®n de la riqueza a trav¨¦s de una Renta b¨¢sica de ciudadan¨ªa y una disminuci¨®n radical del consumo. Este ¨²ltimo objetivo no se alcanzar¨¢ sin la entrada en vigor de una verdadera fiscalidad verde capaz de tasar las actividades productivas da?inas para el medioambiente o sin una regulaci¨®n decidida de la publicidad, pilar del hiperconsumo.
Frente a la crisis energ¨¦tica, hoy ya no vale cerrar los ojos o mirar para otro lado. Es urgente salir del dogma del crecimiento hacia otra concepci¨®n de las finalidades y las riquezas humanas. El clima ya ha cambiado, ahora nos toca cambiar a nosotros.
Jos¨¦ Luis Pe?a es t¨¦cnico en acci¨®n humanitaria y Florent Marcellesi, portavoz de Berdeak-Los Verdes.
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