Kosovo y la unidad europea
Muchos son los que sostienen que la capacidad de la Uni¨®n Europea para actuar unida en el mundo va a verse sometida a una dura prueba en los pr¨®ximos meses en Kosovo. Que nadie lo dude, es verdad. Lo que es m¨¢s discutible es que las discrepancias existentes se relacionen con una apuesta europea propia, suficientemente meditada y diferenciada de los planteamientos de Rusia y Estados Unidos. Lo que se suele proponer como agenda com¨²n para Europa en Kosovo, la imposici¨®n a Serbia del Plan Ahtisaari al margen del Consejo de Seguridad de la ONU, no es en realidad una opci¨®n por la que haya apostado hasta ahora la Uni¨®n. Es m¨¢s bien la alternativa por la que han venido trabajando en los ¨²ltimos meses los gobiernos de Estados Unidos y del Reino Unido, contando para ello con el apoyo m¨¢s o menos entusiasta de la Francia de Sarkozy. Para quien tuviera la m¨¢s m¨ªnima duda, el subsecretario de Estado americano Nicholas Burns recordaba hace poco que, en ausencia del acuerdo negociado al que su Administraci¨®n tan poco contribuye, la mejor soluci¨®n era la independencia supervisada propuesta por Martti Ahtisaari.
Alguien ha prometido la independencia a los albanokosovares sin poder ni deberlo hacer
Es cierto que el problema de Kosovo tiene malas perspectivas. Pero lo es porque alguien ha prometido la independencia a los albanokosovares sin poder ni deberlo hacer. No se trata s¨®lo de que la modificaci¨®n del estatus de Kosovo dependa del conjunto del Consejo de Seguridad, y no s¨®lo de EE UU, Francia y Gran Breta?a. Lo importante es que existen alternativas m¨¢s integradoras. Una de esas alternativas es el modelo de autonom¨ªa que ha ido concretando Serbia en las ¨²ltimas rondas de negociaci¨®n. La propuesta ofrece a Kosovo plena independencia para la organizaci¨®n interna del territorio y para el desarrollo de una pol¨ªtica fiscal, econ¨®mica y social propia. La influencia de Serbia en el territorio se reducir¨ªa en la pr¨¢ctica a la pol¨ªtica exterior, al control de fronteras y a la protecci¨®n de la herencia cultural y religiosa de la minor¨ªa serbia, dependiendo la pol¨ªtica aduanera y monetaria de la cooperaci¨®n entre las partes. En pol¨ªtica exterior, Serbia acepta incluso que los acuerdos internacionales que suscriba vengan acompa?ados de la firma de las autoridades kosovares. De esta forma, el proceso de integraci¨®n en la Uni¨®n Europea se desarrollar¨ªa en coordinaci¨®n con Kosovo.
?Por qu¨¦ este modelo de independencia interna que ofrece m¨¢s nivel de autogobierno que el sistema auton¨®mico espa?ol deber¨ªa ser rechazado por Europa? Algunos sostienen que Serbia perdi¨® Kosovo con las pol¨ªticas represivas de Milosevic. De acuerdo, pero entonces habr¨¢ que asumir que los albanokosovares perdieron tambi¨¦n su derecho a gobernar a los serbios de Kosovo cuando forzaron su huida del territorio y se mostraron incapaces de contribuir a su posterior retorno. No carece de relevancia pol¨ªtica, por ejemplo, que de los al menos 25.000 serbios que resid¨ªan en 1999 en Pristina, la capital kosovar, queden en la actualidad menos de 200 (87 seg¨²n el embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, y unos 140 seg¨²n la corresponsal del Christian Science Monitor, Nicole Itano).
En cuanto a la posici¨®n de Rusia, ser¨ªa de agradecer que se contemplara con objetividad. La contribuci¨®n de Rusia en este caso se limita a apostar por un acuerdo negociado. Este modelo de acuerdo es tambi¨¦n la salida a la que aspira en territorios como Osetia del Sur o Abjasia, una alternativa m¨¢s racional que las acciones b¨¦licas de reintegraci¨®n en las que piensan algunos fan¨¢ticos en Georgia. El pacto es tambi¨¦n la apuesta de los estados que podr¨ªan sufrir las consecuencias de una desestabilizaci¨®n en los Balcanes. Es la posici¨®n de pa¨ªses como Bosnia o Montenegro, fuera de la Uni¨®n; la de estados como Rumania o Grecia, dentro de ella. Aunque no se insista en ello, son m¨¢s los estados que defienden en Europa un pacto que incorpore a Serbia que aquellos que quieren imponerle a toda costa el Plan Ahtisaari.
La unidad de Europa es necesaria, sin duda. La b¨²squeda de una pol¨ªtica com¨²n en Kosovo pasa, sin embargo, por encontrar una alternativa que respete los planteamientos de los Estados que se oponen a una independencia impuesta unilateralmente y al margen de las instituciones internacionales. No es s¨®lo a las ¨¦lites pol¨ªticas de Estados Unidos y del Reino Unido o a los nacionalistas albaneses a los que la Uni¨®n tiene que escuchar.
Luis Sanzo es soci¨®logo.
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