De nuevo lo viejo
Regreso.- Van ya dos entregas de Regreso al futuro, un contenedor de v¨ªdeos cosidos por unas breves intervenciones de Paco Lobat¨®n. El resultado le da a Canal Sur para cubrir dos horas en la noche del domingo con el m¨ªnimo gasto de ideas y de dinero. No entiendo el t¨ªtulo: el programa no tiene nada que ver con el futuro, es una inmersi¨®n pura y dura en material de archivo. Y tampoco entiendo la muletilla del presentador: se trata, dice, de "nostalgia bien entendida". Imagino que se tratar¨¢ de desmarcarse del sentido que toma el adjetivo "nost¨¢lgico" cuando se refiere a la gente de ultraderecha. Es igual: el producto final es banal. O quiz¨¢s no tanto: el domingo pasado enchufaron media hora de actuaciones de Tip y Coll, Gila y Paco Gand¨ªa y el efecto es demoledor para los graciosos que la cadena auton¨®mica tiene ahora en antena. Por esa v¨ªa la nostalgia puede cargarse de desd¨¦n por un presente que invita al apag¨®n. De nuevo lo viejo.
Credibilidad.- El programa El p¨²blico lleg¨® a la edici¨®n n¨²mero 200 con Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, autor de la novela El mundo, ¨²ltimo premio Planeta. Mill¨¢s demostr¨® una habilidad tan extraordinaria como infrecuente en las pantallas: es capaz de hablar de los asuntos m¨¢s complejos con una claridad envidiable. El mundo de sus novelas, y tambi¨¦n el de sus columnas de cada viernes en la ¨²ltima p¨¢gina de este peri¨®dico, nunca deja de ser el mundo real en el que vivimos, pero Mill¨¢s siempre habla de ¨¦l aplic¨¢ndole la estricta cirug¨ªa de una sospecha que se legitima en su axioma favorito, "nada es como nos dicen que es", que ya inspir¨® el t¨ªtulo de su libro sobre el caso Nevenka, Algo no es como me dicen. Oy¨¦ndolo en El p¨²blico, pensaba que Mill¨¢s ha hecho una cosa tan sencilla como extraordinaria: convertir la experiencia com¨²n de cualquier ciudadano, de la que nadie habla y que s¨®lo somos capaces de expresar de una forma artificiosa y alambicada, en algo decible, explicable y comunicable, algo compartible. Hace pocos d¨ªas le o¨ª a Almudena Grandes una explicaci¨®n de su relaci¨®n con su ¨²ltimo libro id¨¦ntica a la que dio Mill¨¢s de la suya: mientras escribes, el libro en el que trabajas es una casa construida por ti, que s¨®lo t¨² conoces y de la que nadie sabe nada. Pero cuando pones la palabra fin es como si abandonaras esa casa, echaras la llave y la tiraras por una alcantarilla: el escritor se queda a la intemperie, es como un lector que espera un libro que nunca se sabe si es el que se ha terminado de escribir.
Es una bendici¨®n que un programa de televisi¨®n te haga sentir envidia de la inteligencia ajena. Un ¨²nico reproche: ?por qu¨¦ se empe?a el presentador en que los lectores invitados lean en voz alta la dedicatoria que les ha escrito el autor en sus respectivos ejemplares del libro del d¨ªa? Siempre vivo eso como un momento de cierta violencia, de asalto a algo privado. Creo que sobra, sinceramente.
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