La gesti¨®n de la vieja cultura, a debate en los tiempos de Internet
Sus responsables apuestan por el 'marketing', la juventud y las nuevas tecnolog¨ªas
Donde se obr¨® la esforzada, exigente y nunca agradable reconversi¨®n industrial, se gesta hoy una gozosa renovaci¨®n destinada a cambiar el rostro de la gesti¨®n cultural. Hacia d¨®nde nos conducir¨¢, est¨¢ a¨²n por ver. Pero de momento, el viaje ya tiene un punto de partida: la explanada donde se irgui¨® una f¨¢brica sider¨²rgica en la r¨ªa de Avil¨¦s y en la que en 2010 tiene previsto abrir el centro Niemeyer, regalo a la ciudad asturiana del arquitecto brasile?o que hoy, por cierto, cumple sus primeros 100 a?os con envidiables br¨ªos.
"Los primeros retos son el presupuesto y la implantaci¨®n 'online"
"Tenemos que estar al tanto de lo que se est¨¢ creando hoy en la Red"
Y un regalo, seg¨²n parece, correspondido. "El proyecto que hice para Avil¨¦s es el mejor de mi vida, estoy ansioso por verlo realizado", explica el arquitecto centenario en un mensaje de v¨ªdeo, que se har¨¢ p¨²blico hoy. El agradecimiento servir¨¢ de broche a la reuni¨®n en Avil¨¦s, estos d¨ªas, de una decena de responsables de centros culturales, convocados por Natalio Grueso, director del Niemeyer, un complejo del que a¨²n no se ha colocado la primera piedra (llegar¨¢ en enero), pero que ya ha comenzado sus trabajos.
Se bebi¨® sidra, se escucharon poemas de ?ngel Gonz¨¢lez musicados improvisadamente por Enrique Morente y el acompa?amiento de un gaitero, y se discuti¨® en tertulias y encuentros informales acerca de lo divino, lo humano... y la gesti¨®n cultural.
Antes de la recepci¨®n oficial (el ministro de Cultura C¨¦sar Antonio Molina y Vicente Areces, presidente del Principado tambi¨¦n estuvieron ayer en Avil¨¦s), representantes de los centros que formar¨¢n parte de lo que ya se celebra como el G-8 cultural (la colaboraci¨®n de siete de las m¨¢s importantes empresas culturales del mundo con el Niemeyer) hallaron un hueco en sus agendas para compartir con EL PA?S a solas caf¨¦, t¨¦ e ideas durante una pausada sobremesa.
Una tertulia sobre la que sobrevolaron las inevitables preguntas: ?qu¨¦ caminos tomar¨¢ la gesti¨®n cultural en el futuro? ?Tiene sentido que la acci¨®n cultural aislada pretenda enfrentarse a un mundo totalmente conectado? "Es evidente que nadie puede trabajar por separado", opinaba con un deje de iron¨ªa brit¨¢nica y un t¨¦ en la mano Graham Sheffield, director art¨ªstico del centro Barbican de Londres.
"Colaboraci¨®n ha habido siempre. Pero s¨ª, probablemente, se nos puede acusar de no haber hecho lo suficiente en el pasado". "?Para eso estamos aqu¨ª hoy!", interven¨ªa con entusiasmo de primerizo Natalio Grueso. "Tender puentes es importante, y en el caso de una instituci¨®n naciente como el Niemeyer es fundamental aprender de la experiencia de los dem¨¢s".
Muy notablemente, del Centro Pompidou, un emblema de colores y plexigl¨¢s que cambi¨® una zona degradada de Par¨ªs, como pretende el Niemeyer. Pero, sobre todo, introdujo hace ya 30 a?os un nuevo modo de hacer las cosas ("convencional en la apariencia pero muy poco convencional en el fondo", seg¨²n Sheffield). "Los principales retos de hoy", explicaba Marianne Alphant, directiva del Pompidou, "son el presupuesto y la implantaci¨®n en Internet. Trabajamos en la parte tangible de las cosas, pero no olvidemos el lado virtual. Debemos aumentar la presencia en Internet con iniciativas como una televisi¨®n online".
Y la reflexi¨®n en torno al presente y el futuro de la gesti¨®n cultural pinch¨® en hueso. He ah¨ª lo ¨²nico que quiz¨¢ una a los ocho miembros de esta oficiosa reuni¨®n de potencias culturales: el viejo dinero y las nuevas tecnolog¨ªas. En cuanto a lo primero, todos prefirieron quedarse en un punto medio entre el modelo del neoyorquino Lincoln Center ("un 5% de dinero p¨²blico y un 95% privado; mucha libertad, s¨ª, pero mayor responsabilidad", en la definici¨®n de Nan Keeton, su vicepresidenta de marketing) y el caso de la biblioteca de Alejandr¨ªa ("no hay casi tradici¨®n en nuestro pa¨ªs de particulares invirtiendo en cultura", explic¨® su responsable, Sheriff Mohei).
La relaci¨®n con las nuevas generaciones fue uno de los temas clave en la cita de ayer. Pareci¨® indispensable que, para hablarles de t¨² a t¨², es necesario entender que para ellas gran parte de la vida transcurre online. Y eso incluye la creaci¨®n. "En todos los campos, aunque menos en las artes esc¨¦nicas, donde sigue siendo necesaria la colaboraci¨®n en vivo de las personas", aclar¨® con timidez Linus Fung, llegada en representaci¨®n del Centro Cultural de Hong Kong. "Tenemos que esforzarnos m¨¢s para estar al tanto de lo que se crea en la Red y ser capaces de discernir el grano de la paja", insisti¨® Sheffield desde su experiencia en el Barbican, el mayor centro cultural de Europa.
"Habr¨¦is ca¨ªdo en que mucho de lo que aqu¨ª hemos hablado", terci¨® entonces Keeton dirigi¨¦ndose a los dem¨¢s participantes de la jornada de Avil¨¦s, "tiene que ver con las armas del marketing y la comunicaci¨®n". "Es decir, exactamente igual que en el resto de los ¨¢mbitos de la vida... Los negocios, la publicidad... y s¨ª, tambi¨¦n la gesti¨®n de la cultura", sentenci¨®.
Y la sentencia despert¨® esa mezcla de cierta resignaci¨®n, entusiasmo y escepticismo que suele acompa?ar a la perenne certeza: los tiempos est¨¢n cambiando.
'Rock and roll', iPod y videojuegos
"Internet es un arma poderosa a nuestro alcance", dijo entrando en los asuntos virtuales Nan Keeton, responsable del coloso de las artes esc¨¦nicas llamado Lincoln Center. "Por medio de los podcasts, de colgar en Internet libretos o biograf¨ªas, llegamos a una audiencia enorme a la que hace una d¨¦cada no habr¨ªamos tenido acceso. Habr¨ªa sido costos¨ªsimo. Y a la pregunta de si en la marea de Internet algo as¨ª permanece, mi respuesta es: sin duda. Los asuntos culturales acaban calando entre el mill¨®n de v¨ªdeos basura del YouTube".El debate dej¨® paso entonces, como era de esperar, al otro gran reto. ?C¨®mo capturar a la generaci¨®n del iPod? ?C¨®mo seducir a los adolescentes hartos de est¨ªmulos con las tradicionales armas de la oferta cultural? El asunto toma especial relevancia en el caso de Etsuko Sato, representante del Foro Internacional de Tokio, la ciudad seguramente campeona en venerar las veleidades de la cultura juvenil. "Sin duda", admit¨ªa Sato, "los eventos que m¨¢s triunfan entre los adolescentes son los conciertos de m¨²sica popular". ?Y s¨®lo esos? "Los mon¨®logos c¨®micos", apunt¨® alguien. "Las artes visuales, la danza contempor¨¢nea", a?adieron. "Todo lo que resulte subversivo", resumi¨® Sheffield. "Pero es tendencioso pensar que no hay gente joven interesada en la cultura", intervino Rachel Healey, directora art¨ªstica de la ?pera de Sidney, un templo de las artes esc¨¦nicas con seis espacios donde el bel canto convive con el rock para estadios de Foo Fighters. "Por supuesto, hay cosas que funcionan mejor para esas audiencias. Hicimos un recital de m¨²sica de videojuegos y fue un ¨¦xito. Es nuestro deber abrir puertas para que la comunidad de cualquier edad acabe finalmente abrazando cualquier expresi¨®n art¨ªstica. Con todas las herramientas".
Babelia
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