Balanzas fiscales: los ricos pagan m¨¢s
El saldo o balanza fiscal de una comunidad aut¨®noma es la diferencia entre los tributos generados en su territorio y los gastos imputables al mismo. Las disparidades en los saldos fiscales regionales dependen fundamentalmente de las divergencias en las capacidades econ¨®micas. Las comunidades m¨¢s ricas son contribuyentes netas. Las menos desarrolladas se convierten en receptoras netas. Catalu?a, Madrid y Baleares figuran en el primer grupo. Extremadura, Andaluc¨ªa y Galicia se sit¨²an en el segundo. Adem¨¢s, la correlaci¨®n entre el nivel de renta y el saldo fiscal es muy elevada, independientemente del estudio o la metodolog¨ªa utilizadas: a medida que una comunidad avanza posiciones en su renta per c¨¢pita, empeora su saldo fiscal. A esta regla se escapan el Pa¨ªs Vasco, Navarra y Canarias, como consecuencia de las ventajas que les otorgan el concierto vasco, el convenio navarro y el r¨¦gimen econ¨®mico y fiscal canario.
El saldo fiscal de Galicia es muy significativo, equivale al 10% de su PIB, gracias a la redistribuci¨®n
De lo anterior se infiere que no parecen existir grandes discriminaciones negativas en contra de ning¨²n territorio, pero s¨ª positivas de la mano de llamados "derechos hist¨®ricos". Por eso, es llamativo que el debate se focalice en Catalu?a, que no parece ser excepci¨®n, y se olvide de Pa¨ªs Vasco, Navarra y Canarias. Para entender lo que ocurre deben combinarse dos explicaciones.
En primer lugar, nadie parece dispuesto a ponerle el cascabel al gato de los derechos hist¨®ricos. Desde luego, no van a ser los que residen en los territorios correspondientes. Y, visto lo visto, tampoco lo har¨¢ nadie que aspire a gobernar en Madrid. En los tiempos que vivimos, en lo que aparentemente todo vale por un pu?ado de votos, aguardar que un partido pol¨ªtico de ¨¢mbito estatal se refiera abiertamente a la cuesti¨®n es mucho aguardar.
En segundo lugar, lo que en realidad se plantea desde Catalu?a es que estar en Espa?a tiene un coste fiscal sustancial. Coste que desaparecer¨ªa si se avanzase en el autogobierno y se consiguiera un estatus financiero similar al del Pa¨ªs Vasco o Navarra. De hecho, las posiciones catalanas en el debate sobre las balanzas fiscales van de la mano de la propuesta de financiaci¨®n auton¨®mica que sali¨® del Parlament en el texto del nuevo Estatut.
El argumento tiene su l¨®gica; la l¨®gica de los ricos. Conocedores de que les va a tocar pagar m¨¢s de lo que van a recibir, los ciudadanos m¨¢s adinerados suelen ser reacios a expandir y mejorar servicios p¨²blicos costosos como la sanidad, la educaci¨®n, o los servicios sociales. El balance les sale mucho mejor si cada cu¨¢l se queda con lo suyo y se financia sus propias necesidades.
Lo que llama la atenci¨®n es que tambi¨¦n los partidos catalanes situados en la izquierda ideol¨®gica parecen haber abrazado este planteamiento. Estoy de acuerdo en que la financiaci¨®n auton¨®mica de Catalu?a debe mejorar para equipararse a la media. Y en que existen cuellos de botella que justifican un incremento en las inversiones estatales en materia de infraestructuras en territorio catal¨¢n. ?Pero no era posible reclamar estas mejoras sin poner en cuesti¨®n el sistema y los principios pol¨ªticos propios?
?Qu¨¦ decir desde Galicia? Pues que nuestro saldo fiscal es muy significativo. Equivalente a cerca del 10% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB), seg¨²n las estimaciones de analistas como Xaqu¨ªn ?lvarez Corbacho y Luis Caram¨¦s. Los gallegos somos beneficiarios netos de los flujos fiscales interregionales. Fundamentalmente, porque nuestra renta per c¨¢pita se sit¨²a en poco m¨¢s del 80% de la media espa?ola.
Justo al contrario de lo que ocurre en Catalu?a, el PSdeG lo tiene f¨¢cil. Sus principios y sus intereses est¨¢n en el mismo sitio: en la defensa de la redistribuci¨®n y de que sea Espa?a el espacio en el que ¨¦sta se despliegue. En el caso del PPdeG y del BNG quiz¨¢ las cosas sean m¨¢s complejas, al menos en el terreno de los principios. Agitar la bandera de la redistribuci¨®n, para unos, y reivindicar Espa?a, para otros, puede ser m¨¢s costoso.
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