?Qu¨¦ pas¨® en Venezuela?
Entre parabienes enviados con cinismo o inconsciencia al "nuevo" presidente dem¨®crata de Venezuela, y actos de auto-congratulaci¨®n por la madurez de la democracia de aquel pa¨ªs, pasando por un optimismo beato ante el surgimiento -por fin- de una oposici¨®n unida e imberbe, la derrota estrat¨¦gica (seg¨²n su descarnado ide¨®logo de cabecera, Heinz Dieterich) de Hugo Ch¨¢vez el d¨ªa 2 de diciembre ha generado una gran cantidad de afirmaciones inciertas o carentes de sustento. No necesariamente falsas, sino simplemente indemostrables por el momento. Conviene agregar algunas cuantas m¨¢s.
?Qu¨¦ pas¨®? Aunque Ch¨¢vez alegue que tres millones de votantes -principalmente de bajos ingresos- de hace un a?o, con ocasi¨®n de la elecci¨®n presidencial, se refugiaron en la abstenci¨®n, esto no es del todo evidente. M¨¢s bien existen razones para pensar que un buen n¨²mero de electores chavistas se trasladaron al "no", sobre todo, justamente, los pobres. La tesis convencional seg¨²n la cual a mayor abstenci¨®n mayor ventaja chavista, result¨® falsa: el 44% de venezolanos que no salieron a votar, constituye una proporci¨®n cercana al promedio de elecciones comparables a lo largo de los ¨²ltimos nueve a?os; por ejemplo, la abstenci¨®n en el refer¨¦ndum constitucional de 1999 (no el revocatorio de 2004) fue de 60%. El pa¨ªs esta vez no se polariz¨® entre pobres y clases medias. A reserva de poder escudri?ar las encuestas de salida que se levantaron el domingo, todo parece indicar que una parte importante de la base social chavista lo abandon¨®.
La noche electoral el alto mando habr¨ªa exigido a Ch¨¢vez aceptar el resultado
Se especula con que Ch¨¢vez pidi¨® que el margen del triunfo opositor se redujera
Algo sucedi¨® durante esas nueve largas horas del domingo, entre el momento en que cerraron las mesas de votaci¨®n y cuando Ch¨¢vez reconoci¨® su derrota, pero no sabemos exactamente qu¨¦. Varios dirigentes opositores, as¨ª como fuentes cercanas al chavismo y a la oposici¨®n, han sugerido algunas explicaciones posibles y veros¨ªmiles. La primera, tiende a dar respuesta a un comportamiento peculiar; se antoja improbable que un presidente latinoamericano en funciones y con claros antecedentes de haber sucumbido ante tentaciones antidemocr¨¢ticas, acepte una derrota por 1.4% del voto sin exigir un recuento ("voto por voto, casilla por casilla"). Lo hizo el candidato social cristiano costarricense el a?o pasado; lo hizo la candidata de centro derecha en Per¨² el a?o pasado; y por supuesto lo hizo El Peje [Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador] en el 2006. De esta premisa especulativa se derivan las versiones siguientes, compatibles pero viables cada una por separado.
Dos dirigentes de la oposici¨®n, el l¨ªder estudiantil Yon Goicoechea y Ra¨²l Isa¨ªas Baduel, ex ministro de Defensa, han insinuado lo que aconteci¨® esa noche. En una entrevista publicada por EL PA?S el 4 de diciembre, Goicoechea dice: "Por la noche, y por conocimiento de ciertas reuniones de las que est¨¢bamos siendo informados, me preocup¨¦ mucho... No las puedo revelar. Algunas son confirmadas y otras no... Preferir¨ªa no comentarlas". En cuanto a que si hubo reuniones de dirigentes opositores con Hugo Ch¨¢vez, respon
di¨®: "Me imagino, no lo s¨¦". Y el propio general Baduel, en una entrevista con CNN transmitida el d¨ªa 4 de diciembre por la ma?ana, evoc¨® en t¨¦rminos cr¨ªpticos el precedente del golpe de Estado fallido de abril de 2002. Sugiri¨® que al igual que aquel d¨ªa, las fuerzas armadas venezolanas, fieles a su tradici¨®n democr¨¢tica (sic), este domingo se opusieron a un intento de "perjudicar al pueblo". Se refer¨ªa al rechazo de los militares venezolanos, hace cinco a?os, de acatar la orden de Ch¨¢vez de disparar contra los manifestantes opositores si se acercaban demasiado al Palacio de Miraflores. Y se refer¨ªa -a prop¨®sito de esta jornada electoral-, a la hipot¨¦tica negativa de Ch¨¢vez a aceptar su derrota, ya sea por un punto y fracci¨®n, ya sea como sospechan muchos, de entre cinco y seis puntos.
De estas insinuaciones y de otras especulaciones, se desprende el siguiente escenario. Desde antes de las seis de la tarde, Ch¨¢vez ya sab¨ªa, gracias a sus propias encuestas de salida y de conteo r¨¢pido, que el "no" habr¨ªa ganado por entre cuatro y seis puntos de ventaja. Habr¨ªa decidido negarse a aceptar este resultado, y volcarse a la denuncia de la conspiraci¨®n, ya denominada Operaci¨®n Tenazas, urdida por el "imperialismo", el Rey de Espa?a, ?lvaro Uribe de Colombia y todas sus dem¨¢s b¨ºtes noires. Cuatro o cinco horas despu¨¦s, alrededor de las once, el alto mando de las fuerzas armadas le hubiera exigido a Ch¨¢vez aceptar el resultado, o ser removido (recordando el papel del general Matthei en el refer¨¦ndum chileno de 1988); el propio Baduel se habr¨ªa comunicado telef¨®nicamente con Ch¨¢vez hacia las 11:30, para decirle exactamente lo mismo. Termin¨® por convencerlo.
Pero Ch¨¢vez habr¨ªa solicitado a cambio que el margen oficial de triunfo de la oposici¨®n se redujera a aproximadamente un punto, permiti¨¦ndole salvar cara y presentarse como un magn¨¢nimo dem¨®crata ante el mundo. Faltaba negociar todo esto con algunos dirigentes de la oposici¨®n, asegurando que no publicitar¨ªan un resultado diferente al pactado, cuando hubieran contabilizado todas las actas en su poder. Veremos si esta versi¨®n se confirma o se desmiente.
De ser cierto todo esto -y vale la pena insistir: es solo especulaci¨®n informada- Baduel estar¨ªa reencarnando el papel del contralmirante Wolfgang Larrazabal en 1958, cuando la ca¨ªda de Marcos P¨¦rez Jim¨¦nez, preparando el camino para una especie de "chavismo sin Ch¨¢vez". En efecto, muchos integrantes del alto mando castrense quiz¨¢s se han preguntado m¨¢s o menos lo siguiente: "lo que nos gusta del chavismo es la posibilidad de enriquecernos y convertirnos en la ya famosa Boliburgues¨ªa, repartir algo de los excedentes del petr¨®leo entre los sectores populares, y ser un poco m¨¢s independientes de Washington. ?Por qu¨¦ diablos debemos pelearnos con la iglesia, entre nosotros mismos, con Juan Carlos I, con ?lvaro Uribe, con Aznar, con Fox, con Toledo y Garc¨ªa, con Bush y el Senado brasile?o, con los estudiantes y con CNN, y aliarnos con Ahmedinejad y Castro, para lograrlo? ?Por qu¨¦ no continuamos haciendo lo primero y evitamos lo segundo? De preferencia con Ch¨¢vez, si aprende a estarse quieto, pero sin ¨¦l si no puede". De ser as¨ª, la respuesta a la pregunta ser¨ªa incontrovertible: como dir¨ªa Juan Gabriel, el gran canta-autor mexicano, qu¨¦ necesidad.
Jorge Casta?eda fue secretario de Relaciones Exteriores de M¨¦xico y es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York.
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